Furor por Francisco en Quebec: agota las entradas para la misa en 15 minutos

Una visita en la que la cuestión indígena será la gran protagonista pero no el único tema. Francisco irá a Canadá a cerrar una herida que lleva abierta más de un siglo, pero también se enfocará en temas positivos y de cara al futuro, como la política migratoria del país y la preocupación ambiental. Y por eso la cuarta visita de un pontífice a Canadá, tras las tres de Juan Pablo II, está despertando tanto entusiasmo, al punto que las 2.000 entradas que estaban disponibles gratuitamente para asistir a la misa del pontífice en Sainte-Anne-de-Beaupré, el 28 de julio, se agotaron en menos de quince minutos.

"Sabemos que el interés por la visita del Papa es muy importante, y así se ha vuelto a reflejar", admitió la directora de comunicaciones de la Iglesia Católica de Quebec, Valérie Roberge-Dion a la prensa del país. A inicios de julio, las entradas para las celebraciones en Edmonton, en la costa Oeste, habían tenido un comportamiento similar, planteó Roberge-Dion.

De hecho, como sucede con las audiencias generales en suelo romano, los organizadores no dejan de enviar mensajes a través de las webs oficiales y de la prensa canadiense para recordar que las entradas para las celebraciones son gratuitas.

La semana pasada, en particular, funcionarios canadienses encargados de la visita del Papa advirtieron en un comunicado que "varios sitios de reventa en línea" habían publicado boletos para la misa en el Commonwealth Stadium en Edmonton, programada el 26 de julio. El lugar puede albergar hasta 65.000 personas.

“Es triste e inquietante que alguien esté tratando de revender boletos gratis para un evento con el Papa Francisco como parte de su peregrinaje de sanación, reconciliación y esperanza. Los miembros del público deben evitar cualquier sitio de reventa ya que las entradas pueden no ser legítimas", indicaron.

En el caso de la misa en Quebec, si bien la basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré tiene lugar para 10.000 personas, hay 7.000 entradas que están reservadas para comunidades indígenas, 1.000 para las diócesis del Este del país y luego las otras 2.000 que se agotaron el lunes en minutos.