Imponente dispositivo de seguridad en el funeral del Papa emérito Una plaza a medias para el último adiós a Benedicto XVI

La Palza, desde la cúpula de San Pedro
La Palza, desde la cúpula de San Pedro Vatican Media

Entre gritos de "santo subito", 50.000 de los 100.000 fieles esperados por el Vaticano mostraron sus respetos el emérito

Mal que les pese a los ultras, si bien presidida por Francisco, la ceremonia mantuvo en todo momento la distancia de las reservadas a los pontífices que mueren reinando

Durante los casi diez años en los que Benedicto XVI fue Papa emérito se pensó en cómo sería el día de su funeral. De perfil académico, y alejado de los focos durante la última década, estaba claro que sus exequias no generarían la devoción que despertó su antecesor Juan Pablo II. Pero las casi 200.000 que durante esta semana habían despedido su cuerpo en la capilla ardiente de la Basílica de San Pedro eran un presagio de cómo podría reaccionar el público este jueves.
Y, sin mostrar una plaza desbordante, sí se hizo oír el canto que los más fieles al pensamiento de Joseph Ratzinger querían escuchar, y que de ahora en adelante será quizás el único punto de apoyo de los ultraconservadores para buscar polemizar con el Papa, el único, el reinante: "Santo subito", "Benedicto Santo", fue el clamor de muchos de los fieles, incluso con pancartas, durante la fría mañana de este jueves.

El ataúd de Benedicto XVI
El ataúd de Benedicto XVI Vatican Media

En medio de un imponente operativo de seguridad, con más de 1.000 agentes en la zona, la histórica ceremonia, que contó con algunos detalles litúrgicos de los funerales tradicionales de un Papa reinante, había comenzado minutos antes de las 9:00 de Roma, cuando la niebla presente en la ciudad hacía aún imposible distinguir la famosa cúpula de la Basílica y el féretro con el cuerpo del Papa emérito fue depositado en la explanada de San Pedro para que los fieles recen el "Rosario".

Un Papa de pie ante su antecesor

En la plaza, 3.700 sacerdotes de todo el mundo concelebraron la misa junto a Francisco, además de más de 120 cardenales y 400 obispos. Casi el 10% del total de los asistentes, en suma, eran miembros de la Iglesia.

Cuando terminó la misa, y mientras doce funcionarios vaticanos cargaron en sus hombros el féretro de Benedicto, el Papa se mantuvo de pie frente a los restos de su antecesor, y a modo de último saludo, apoyó su mano derecha en el ataúd, mientras los asistentes a la ceremonia aplaudían durante varios minutos para despedir a Benedicto.

Plaza de San Pedro durante las exequias
Plaza de San Pedro durante las exequias Vatican Media

"Me gustó que haya sido un acto con todos estos honores", resumió ante RD Mary, una fiel estadounidense que reside en Roma hace años y que, si bien simpatiza más con el Papa actual, destacó el despliegue hecho para despedir a Ratzinger.
La ceremonia fue, al mismo tiempo, muestra del cariño de Francisco por su predecesor y demostración de que una cosa es un papa emérito y otra un pontífice en funciones. Mal que les pese a los ultras. Porque, si bien presidida por Francisco, la ceremonia mantuvo en todo momento la distancia de las reservadas a los pontífices que mueren reinando.
"Tuvo un aporte invalorable a la Iglesia, y eso debería ser reconocido por el Papa para hacerlo Ssanto de inmediato", agrega Walter, un creyente alemán que, junto a un grupo de compatriotas, sostiene una bandera con "Gracias" a Ratzinger por su legado.
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