Orar ante y con Leonardo, compañero sacerdote Abrazando ministerio y enfermedad. Camino cuaresmal.

Abrazando ministerio y enfermedad.
Abrazando ministerio y enfermedad. Jose Moreno Losada

Ejercer el ministerio desde la cruz y el dolor es propio de Cristo, es el sumo sacerdote compasivo y fiel capaz de adentrarse y tocar nuestras vulnerabilidades y heridas con fuerza sanadora y salvífica. El, por su gracia, puede acompañarnos en el quehacer ministerial eclesial y ayudarnos a abrazar ministerio y cruz, a veces, en la enfermedad que nos ataca y debilita. Luchar con esperanza confiada frente a los signos de la enfermedad y hacerlo en comunión con los hermanos y el pueblo es un don que sólo Cristo nos puede conceder si se lo pedimos con fe.

Un ministerio orante en la enfermedad y en el dolor

Orar ante y con Leonardo

Los ojos bien abiertos a la realidad sencilla de cada día para encontrar en los entresijos de la misma la luz que ilumina y lleva sentido y paz a todos los rincones y situaciones humanas que puedan darse. Se trata de educarnos en la mirada de Dios, un camino nunca acabado que nos compete a todos como cristianos y que nos incumbe de un modo especial a los sacerdotes. En el ejercicio de nuestro ministerio nos toca acompañar la comunidad y predicar el evangelio de la vida y del amor de Dios Padre que se nos ha manifestado en Cristo y que se va haciendo carne en lo concreto y en lo real de lo que vivimos. Descubrir la verdad evangélica en los anversos y reversos de los acontecimientos es tarea y don para nosotros.

El grupo de estudio de evangelio, en el que estamos una decena de sacerdotes desde hace décadas, busca precisamente eso, adentrarnos en Cristo por su palabra y descubrir cómo ilumina y se hace presente en la historia que compartimos con los pueblos y comunidades, así como entre nosotros mismos.  Llevamos dos cursos trabajando una misma temática en el evangelio de Mateo, porque no lo hacemos con prisas, lo queremos hacer con profundidad. La cuestión que nos venimos planteando es sencilla y fundamental: ¿Jesús, tú como sanas, liberas y salvas a los demás? Vamos buscando respuesta en los capítulos del evangelio, paso a paso.

A lo largo de este tiempo hemos descubierto claves y luces muy importantes para nuestras propias vidas y para la vida de nuestras parroquias, movimientos, grupos. Vemos señales de cumplimiento vivo de la buena noticia, signos de sanación, liberación, salvación, pero también sentimos las situaciones que muestran la necesidad que hay de sanación, liberación y salvación en nuestras realidades diarias y comunitarias.

Es impresionante cómo la figura de Jesús nos alumbra en su ser persona de sanación, libertad y plenitud. Nos admira cómo lo hace desde lo oculto, lo sencillo, lo diario, contando con la gente, y curiosamente siendo consciente de que su modo de hacer las cosas tiene consecuencias que afectarán a su propia debilidad, le darán dolor en su propio ser y posiblemente condenación. El que cura y salva se ve en el lugar del herido y del posible condenado. Consciente de la carne propia y de la que le rodea. Pero su desgaste está en una dirección que no tiene vuelta atrás desde el corazón del Padre, aunque eso pase por la oración dolida y en algún momento sangrante de aceptación de una voluntad que le atraviesa en el dolor del propio sacrificio. Ahí estamos llegando en estos últimos capítulos, pronto nos encontraremos con el siervo de Yahvé en la cruz, desfigurado, que ora en la mayor adversidad sin perder la esperanza.

En este camino, vamos descubriendo nuestras debilidades y límites en este seguimiento del Señor. Los que vienen desde el exterior y de nuestros propios fallos y torpeza, desconfianza, cuando no de nuestros miedos y cobardías. Pero algo que nos está desbordando en el mejor sentido de profundidad y revelación es el ser testigos y compañeros de nuestro hermano Leonardo en la vivencia de una enfermedad que le tiene en una lucha radical, que le hace sentirse en la intemperie de la mayor vulnerabilidad y debilidad, pero en el ámbito de su ser humano, su ser creyente y su ser ministerial, sacerdote.

La relación entre su persona, Cristo, su comunidad, familia, sus compañeros, la fraternidad, este grupo de estudio del evangelio, vivida desde la situación de este cáncer que vuelve y vuelve a hacerse presente en clave de siervo y de dolor en su cuerpo y que afecta a todo su ser. Él le tiene planteada su lucha por la vida, sin sentirse héroe, aceptando su ser criatura herida, pero abierto a la esperanza y al sentido profundo de cada día y de todo detalle de luz y de reino que le llega sea por donde sea, desde el médico, la limpiadora, el sacramento de su hermana y hermanos, rodeado de sobrinos, el compañero de habitación, el saludo de los obispos, el encuentro con los capellanes, la comunión recibida, el wasap de lo comunitario… No desaprovecha ocasión para agradecer, bendecir, compartir, pedir, dar desde su verdad, su dolor, su angustia, su paz, su dormir, su paseo, su lectura, su escribir.

Leonardo está haciendo y compartiendo un camino que no quiere que llamemos de perfección, pero sin duda lo está siendo de verdadera compasión, nos estamos enriqueciendo de una manera brutal. El estudio del evangelio está tomando carne, desde él y su ministerio, en todos los demás de un modo radical y revelador. Cada escrito suyo realizado con el afán de estar cercano a nosotros, a todos los que queremos estar junto a él, se convierten en líneas vivas de un evangelio oculto y silencioso. No puede hablar, ni tragar, desea salir ya de la traqueotomía, andar… pero su sentir y vivir, en las teclas de esos mensajes, son un verdadero altavoz que proclama una cuaresma de lo más real, vivo y esperanzado.  Y lo digo desde la mayor verdad. Me agarro a lo último que hoy nos llegaba en este cuarto domingo de cuaresma, que curiosamente se nos invita a no estar triste a no perder la alegría del evangelio, así era su mensaje que estará de fondo en nuestra oración dominical y semanal:

“Cuarto domingo de Cuaresma.

Vamos avanzando en el camino de conversión.

Dios quiere sanarme. Miro esa salvación en clave de iluminación para que en medio del dolor y la enfermedad abra mi corazón al agradecimiento porque no estoy solo, me siento muy acompañado por la familia, amigos, compañeros sacerdotes y mis dos obispos, y por tantas gentes que me quieren y me tienen presentes en su oración y su corazón, y sobre todo por el amor de  Dios que mirando a la cruz me abraza, mira mi miseria y pecado con amor y lo quiere sanar y ponerme en la senda de la   bondad, de la Misericordia, de no juzgar a nadie ( muy difícil), de vivir cada día con intensidad, con ilusión y pasión de conocer a Jesús y darlo a conocer con el testimonio de la vida atravesada por la realidad de un cáncer reincidente.

Esto es lo que intento vivir estos días cuaresmales, sabiendo que espero y deseo día a día la recuperación de pequeños pasos como cerrarse la traqueotomía, poder hablar y que me quiten las sondas y el malestar por dentro.  Aceptar la lentitud de la recuperación con serenidad, a veces la pierdo, me pongo nervioso y menos amable y pongo nervioso también a los que me acompañan día a día.

Miro a Jesús en la cruz y espero su curación, la del alma y si puede ser parte del cuerpo. Que se haga su voluntad.

Feliz domingo.”

Por la tarde, al ver que he puesto en las redes su comunicado con ese entramado de oración que tenemos entre todos, me dice:

“Gracias Pepe por dar difusión a lo que has puesto en calve de oración. Que estos medios sean para dar gloria a Dios. Y su gloria es que viva con su amor gratuito”

Y nuestra oración ante él y con él no puede ser otra que:

 “Te damos gracias Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y has querido que las viviéramos y compartiéramos entre nosotros y con nuestras comunidades cristianas… no tenemos que recordarte que tu apóstol- nuestro hermano- Leonardo está enfermo, sigue dándole tu fuerza, tu luz y tu sanación… tú qué tienes corazón del Padre, cuida de este hijo, y si podemos hacerte chantaje ya sabes… a ver si hacemos coincidir nuestras voluntades. Aunque dada nuestra pobre fe, nos gustaría seguir jugando y ganar en nuestro propio campo, o sea que se haga nuestra ... ¡Ya, ya… sabes que los padres se dejan ganar sin que se note!!!

Te bendecimos por su presencia y por su compartir vida y fe con todos nosotros, con su ser y existir tu evangelio de vida y esperanza está haciendo mella en nosotros. Siendo testigos de su modo de abrazar ministerio y enfermedad, deseamos vivir, como él, en la libertad de tu hijo, Jesús, la que sana, libera y salva a los que sufren en el dolor y en la pobreza.”

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