Dad razón de vuestra esperanza: cuidaos¡ Adviento, tiempo para soñar despiertos

En nuestra parroquia hoy ha sido un día especial, marcado por el tiempo litúrgico que estrenábamos y por la presencia de la comunidad avivada por los niños y los catequistas que se preparan para un adviento vivo y creativo. El tema central de nuestro caminar pastoral está centrado en la cultura del cuidado desde la perspectiva evangélica. Hoy Paco, nuestro párroco, ha trazado el eje de este tiempo señalando como nuestra esperanza ha de estar fundamentada en la confianza que Dios pone en el hombre y en la humanidad, desde el sueño de Dios que presentaba el profeta nos ha invitado a soñar juntos, a despertarnos y acuidarnos, desde la oración confiada y esperanzada.

Un nuevo tiempo para despertar

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Comenzamos el tiempo de adviento, tiempo para soñar, para esperar, para gozar, para reír. Es tiempo de esperanza, no la perdamos, Jesús se encarna, viene a acogernos, a consolarnos, a compartir nuestra vida, a tender puentes, a amarnos, a humanizarnos. Viene a revelarnos quién es Dios.

         Quizás, nos preguntemos: ¿se puede esperar en los tiempos en los que vivimos, con guerras, economías con crecimiento mínimo, inflaciones, deudas, pobreza, etc.? No resulta fácil esperar, pero una persona con fe es una persona de esperanza, pasará por momentos complicados, pero no se hundirá; vivirá situaciones de inmensas incertidumbres, pero no se rendirá; estará llena de dolor, pero no desesperará; llorará, pero no tirará la toalla.

Soñemos con Dios...

dios

Como cristianos no podemos vivir sin soñar, sin tener ideales. El mensaje del primer domingo de adviento nos habla del sueño de Dios con respecto a nuestro mundo. Es urgente entrar en los sueños de Dios para la humanidad. Dios sueña con un mundo de paz, de hermanamiento, de justicia, de igualdad, de ruptura de fronteras; un mundo en el que no vivamos bajo la amenaza de armas atómicas;  un mundo en el que podamos convivir personas de diferentes razas, religiones y lenguas; un mundo en el que sepamos aprender a vivir en la unidad desde las diferencias; un mundo sin pobrezas ni grandes desigualdades, sin personas en paro y sin  viviendas teniendo que dormir en las calles; un mundo en el que la palabra amor se haga realidad en la vida de cada persona y en los pueblos, sabiéndonos respetar, sin violencia, ni afán de dominar o sentirnos superiores a los demás; un mundo en donde la personas sean el centro de todo, y en el que todos los ciudadanos busquemos el bien común.

 Soñemos la familia...

familia

Sueña, sueña lo que esperas para tu familia, pero que no sea un sueño envuelto solamente en lo puramente material; sueña cómo te gustaría que fuera tu familia, la relación que debería existir entre todos, el trato de cariño que deba existir entre sus miembros; sueña con los valores que te gustaría tuviera tu familia, con las inquietudes evangélicas que debería vivirse; sueña con una familia de puertas abierta a las otras familias del mundo, familia bondadosa que sabe compartir con los pobres y necesitados.

Sueña contigo mismo...

Sueña cómo te gustaría ser personalmente, cómo te gustaría ser y vivir. Mira cuáles son tus carencias y limitaciones, y sueña cómo vas las vas a afrontar y asumir, sabiendo amarte a ti mismo. Sueña en que desarrollas al máximo tus potencialidades y riquezas personales, en ponerlas al servicio de los demás; sueña con vivir en plenitud, sin ansiedades ni complejos; sueña con ser libre, sin ataduras que te acobarden; sueña con ser una persona estable y equilibrada, una persona cercana y amable, que sepa responder al sueño que Dios tiene sobre ti.

       Soñar despiertos¡

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Es tiempo de espera, tiempo para despertar y hacer que los sueños de Dios se hagan realidad. Jesús viene y hemos de estar vigilantes colaborando con el plan de Dios.

Despertemos, tratemos de despertar de esa vida pasiva e indiferente que nos sumerge en un mundo individualista. Despertemos del sueño que nos lleva a confiar sólo en el dinero y en nosotros mismos. Despertemos de una religión burguesa, limitada a los mínimos, sin compromisos ni riesgos algunos. Despertemos de una fe infantil en la que solo vamos a Dios para utilidad propia, teniéndolo como un Dios mágico y milagrero. Despertemos de eso ego, que nos agarra y nos somete cruelmente.

Adviento: es tiempo de cuidar

Es hora de cuidar. Cuidemos nuestra esperanza,  para que sigamos esperando en el Dios de las promesas. Cuidemos nuestra fe, alimentándola y fortaleciéndola. Cuidemos nuestro interior con la oración, el silencio, la reflexión y el discernimiento. Cuidemos nuestras relaciones con los demás, salgamos de nuestras comodidades y justificaciones. Cuidemos a los pobres y a los enfermos. Cuidemos todo lo creado. Cuidemos a nuestra comunidad parroquial, para que sea un hogar vivo, entrañable, con fieles dispuestos a caminar siendo luz viva y sirviendo de referente para otros.

Oremos en este iinicio de Adviento diciendo:

ven

¡Ven, Señor Jesús! Ven a compartir nuestro destino, nuestras alegrías y penas, y tráenos tu perdón, tu vida, tu alegría. Ven y ensancha nuestro corazón, inyecta en nuestras venas la pasión por vivir, por amar, por servir. Ven, Señor Jesús, y abre nuestros sentidos para ofrecer nuestros cuidados a quienes puedan necesitarlo. Ven, Señor Jesús, y haz que seamos artesanos de la paz, del buen humor y la alegría, de la fraternidad y la acogida, de la justicia, del entusiasmo y del buen hacer. Ven, Señor Jesús, y danos la disponibilidad decidida, para cuidar y atender a los demás, haciendo que los otros sepan que siempre pueden contar con nosotros en todo momento, especialmente cuando más lo puedan necesitar. Ven, Señor Jesús, abre nuestras puertas a tu Palabra, aliméntanos con ella y con tu pan de la vida.

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