Al encarcelar a Juan bautista , Jesús volvió a Galilea Alexei Navalny: Ecce homo . Clave profética de cuaresma.

Alexei Navalny  un clave profética de cuaresma: Ecce homo
Alexei Navalny un clave profética de cuaresma: Ecce homo José

Cuaresma frente a la ambiguedad.

A veces nos quejamos de que no vemos signos de profecías en nuestro mundo y nos convencemos de que todo es ambiguo. Nos cerramos a la evidencia de aquello hechos de vida y de muerte que explotan en la historia del vivir diario y que podrían ser luminarias de verdad profética y sobre todo de negación de la ambiguedad. No todo es ambiguo en la historia, en la sociedad, en la iglesia... Hay quienes, en su debilidad, creen y apuestan firmemente por la coherencia y la lucha aunque les cueste la vida. Así ha ocurrido con Navalny, un reto para la política hoy.

Empujado a la cárcel en el ártico:  al silencio del desierto helado

1703509485113
1703509485113 José

El espíritu que empujó a Nalvani al desierto ártico, a la realidad helada y separada de la vida y el pueblo en la mayor frialdad de lo humano, ese mismo espíritu empujó a Jesús al desierto. Y sobre todo el que  movió a Juan a llegar al martirio por situarse ante una realidad social y política que era denunciable. 

La realidad de la vida y el contexto nos van llevando a situaciones que se convierten en desiertos personales, familiares, laborales, históricos. Ahí no solemos ir por gusto, sino que somos empujados.  Forma parte del ser criaturas el vivir desde el empuje y la fuerza que nos conduce a situaciones que hemos de vivir y transitar. Pero el desierto es un lugar abierto para modos de vivir elegidos, Jesús eligió estar tranquilamente y aprender a vivir desde el silencio, rodeado de alimañas y, a la vez, servido por ángeles.

En el desierto están al mismo tiempo esas contrariedades que sólo se descubren en lo profundo, en el interior. En esas situaciones se pueden clarificar principios fundamentales de vida, desde el dolor propio y ajeno, y rehacerse frente a las alimañas-también en la  política-  por caminos de novedad y de Evangelio, es un reto de conversión profunda la que posibilita el silencio elaborado en el desierto. Comenzar la cuaresma es una invitación seria para poder volver a Galilea con un espíritu nuevo y evangélico.

Evangelio: Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el evangelio».

La sed en el desierto del fracaso: Nilvani, ecce homo

foto-twitter-navalny_44050011_20231225111235
foto-twitter-navalny_44050011_20231225111235 Jose Moreno Losada

Permitidme que, desde los pobres apuntes que puedo tener, como ciudadano de a pie, de este líder opositor ruso, Nilvani, haga alusión al evangelio de hoy y lo vea como realización del mismo.

Situarse ante la realidad y estructura política rusa, liderada por Putín, no debe ser nada fácil, más bien muy difícil, sobre todo hacerlo abiertamente. Sin embargo este hombre se lanzó a ser voz de muchos que sentían su libertad esquilmada y pedía un espacio plural que permitiera la diferencia y la complementariedad de distintos pensamientos y modos de entender la relación y la sociedad, así como la política internacional. 

Desde el comienzo pudo sentir la persecución fuerte y organizada contra él, pero no desistió y busco ser voz e imagen del deseo de lo justo. Eso le llevó a situaciones de dolor como el envenenamiento del que pudo curarse milagrosamente en Alemania. Eso podía haber sido su final en la lucha, hubiera sido lógico retirarse para poder sobrevivir, habiendo demostrado lo que había estado dispuesto a hacer por su pueblo. Pero tomo la decisión radical de volver porque la verdad defendida era sentido de vida, no solo para él sino para muchos que estaban sufriendo la falta de libertad y la represión. Y volvió, como hizo Jesús, al espacio en que habían prendido a Juan Bautista y muchos otros, y se expuso a ser llevado a las afueras, en este caso al frío ártico sin más juicio que la dureza de un sistema tan inhumano como injusto,  y desde ahí   no dejaba de ser testigo de la verdad y del dolor. Hacía dos días que estuvieron sus familiares con él y estaba bien, animado , luchador, creyente... y ahora aparece cadáver, muerto, acabado. Un frío calvario en el esapcio artico del mundo.  Una enseña en la cruz, para ser mirada como la serpiente en la cruz y curar muchas dolencias y miedos, un humano debilitado y acabado en la injusticia del desecho de una libertad y de un inocente crucificado. 

Podríamos gritar a toda la humanidad, ante Nilvani muerto: "Ecce homo". Aparentemente fracaso, muerte, soledad, injusticia, pero en realidad grito de verdad, justicia y libertad sellado para siempre por un hombre que supo morir, dar la vida por su pueblo, por el deseo de  una libertad de sentido y de vida. Ha muerto por la fe de lo que da sentido a lo humano y a toda la creación, la fraternidad y la armonía de todo lo creado que se resite a la ambiguedad.

No vale dejarse embaucar por las alimañanas y darles todo el poder y la verdad. No, hay que saber abrirse a los ángeles de la verdad que alimentan a los profetas, y preguntarse, junto a ellos, si estamos dispuestos a dejar de ser ambiguos y tomar partido en medio de la historia. A unirnos en fraternidad frente a las alimañas y saber acoger y ser ángeles del cudiado de lo humano y la natural, en la verdad del ser y de la bondad.

Dios se hace en el silencio

Dios se revela en el silencio del desierto, el señor del paraíso se da en la aridez fecundando oasis de esperanzas. Misterio inescrutable de poder liberador y salvador. En el barro del caos fue creador de todo y vio que era bueno, con sus manos formó al hombre en medio de esa sed terrena de arcilla y le insufló su espíritu uniendo el cielo y la lluvia, a la estepa desértica. Desde entonces el ser humano y la historia es lugar de desierto y de cielo, tierra y espíritu, espacio de libertades para el encuentro o el desencuentro. Para la vida o la muerte, para el diluvio o la sed en el pedregal, para el camino y la alianza. En ese proceso de tensión y libertad se va descubriendo el sentido de la historia que se enfrente a la ambiguedad.

La clave de horizonte no se encierra en los límites de lo histórico, donde Job ha de gritar apasionadamente que el amor divino se queda en crueldad, si ese rostro de bondad no ilumina el desierto de la contradicción que emana de la injusticia y el sufrimiento del inocente. Hay inocencia sufriente que reclama justicia, pero esa luz liberadora ha de descubrirla en la relación amorosa que soporta y bendice la historia y sus heridas, en el Dios que peregrina con el pueblo y pasa sed con él y busca agua en las rocas. Así está ocurriendo también hoy en distintos lugares del mundo, en nuestro mundo.

El pueblo de Israel ha de caminar con el peso del sol y su calor, arropado con nubes, con fuegos en la noche para no perderse y poder seguir caminando. Su debilidad y su sufrimiento se convierten en gritos que, oídos por su Señor, se convertirán en acción transformadora que conducirá al pueblo a una tierra prometida más allá de la esclavitud por el paso interior de un camino desértico, desvelador del misterio salvador del que ama al más pequeño de los pueblos. Es ahí, en ese dolor peregrinante, donde se desvela el misterio central de la vida en el puro y gratuito amor que vence la esclavitud y la muerte, que se hace pascua. 

Jesús es silencio y anonimato del poder divino en medio de la historia, uno de tantos, hijo de José y María, se hace peregrino despojado de todo que se puede ver en los palacios, a pie descalzo va por los caminos de lo humano como un sediento de pobres aguas que han de volverse a beber porque no apagan la sed, siendo él el agua viva. No hay otro oasis que apague la sed que el encuentro y el abrazo de este Dios humanado en lo árido y seco de la vida personal y comunitaria. Un encuentro pascual que nos arropa en el frío gélido del vivir y nos protege con la sombra en su amor en los estíos de cada historia y de todas las historias. Hoy reflejado en frio del ártico y su misterio de muerte injusta.

El reto cuaresmal es poder descubrir mis propios desiertos, - ceguera, lepra, pobreza, muerte, soledad, fracaso…- y sentir como en ellos Cristo me espera para ser compañero y oasis desde su propia historia resucitada. Será ahí, donde me veo empujado, donde descubriré, con el silencio amoroso y profundo de una brisa suave, que me despertará para el evangelio en la Galilea de cada día. Qué ganas de poder ir a Juan el bautista -al mismo Nilvani- , a toda la historia que se pregunta confundida por el dolor y la contradicción injusta, y decirle en primera persona, desde mí mismo, que los ciegos ven, los cojos andan, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian buenas noticias. ¿Sabré salir de la ambiguedad en los desiertos de lo humano  hoy para ponerme de parte del Dios del silencio en el sí de la vida ante cualquier injusticia e inocente sufriente?

José Moreno Losada

Volver arriba