Ahora más que nunca Bendita política y ciudadanía

Desde el dolor por los acontecimientos que desvelan corrupción y males en la gestión de lo político y lo común, no podemos menos que valorar, apreciar y defender la riqueza de la política en la democracia y en la libertad. Solo ahí caben caminos para la justicia, la dignidad y el mayor bien común. No podemos hoy aceptar valoraciones radicales que ponen en cuestión lo mejor de nuestro proceso político y ciudadano. Todo hemos de enfrentarnos al mal con el bien y sabiendo distinguir el trigo de la cizaña sin querer quemarlo todo junto.
| Consiliarios de Movimientos de acción católica en Extremadura
Bendita Política y ciudadanía!!!!

Los consiliarios de los movimientos de la acción católica en Extremadura, que venimos reuniéndonos para analizar evangélicamente la realidad y el acompañamiento a los militantes cristianos, queremos manifestar desde nuestro encuentro en Cáceres hoy 16 de junio, nuestra posición ante la dimensión política y ciudadana de la realidad.
Si se nos permite, en estos días de dimes y diretes de corrupciones, queremos comenzar con estas palabras prestadas del sabio Quijote:
“Sábete, Sancho, que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien esté ya cerca...”
Somos conscientes, y nos duelen estos casos de corrupción a los que asistimos estos días. Hace que muchas personas pierdan la confianza en las instituciones y en la política.
Nos hemos detenido, con sencillez, ante nuestra sociedad y nos maravillamos de la dinámica social, comunitaria y pública en la que estamos insertos. Consideramos que estamos en una sociedad de progreso y de bienestar humano, no comparable con otros momentos históricos de los que tenemos memoria. La razón profunda de esta situación creemos que se debe a dos elementos fundamentales: la política y la ciudadanía.
Para nosotros, como ciudadanos y como creyentes, la política es el ejercicio humano y sagrado para el bien común, la caridad más excelsa anclada en la justicia y en la igualdad de la dignidad de lo humano. En este sentido no podemos caer en el error de llegar a pensar que la política está toda corrompida y no está generando vida. Creemos y manifestamos que la mayoría de las personas que han optado por un servicio de lo común y lo público en los ámbitos de lo político, son personas de dimensión social limpia que aportan y luchan por lo mejor para todos. Esto lo pensamos de la generalidad de los concejales, los alcaldes, los diputados, los congresistas, los técnicos, etc. Creemos en la mejora del ejercicio de este servicio político, pero sin despreciar ni dejar de valorar lo que está siendo ahora mismo para todos. Nos congratulamos con el sistema sanitario que tenemos, de la educación pública, de las comunicaciones, de la libertad y de la formación accesible posible para todos, del derecho laboral y del cuidado de las leyes que nos regulan y nos facilitan la organización de lo comunitario. Aunque todo es mejorable, como nosotros mismos, no podemos renegar de lo que somos y tenemos en la verdad de lo político; hemos de ser fuertes ante vendavales que nos quieren vender la destrucción y el juicio generalizado de corrupción para todo lo público.
Por otro lado, unido a lo anterior , nos gloriamos de haber desarrollado un sentido de la ciudadanía que es encomiable: pagamos nuestros impuestos, colaboramos con el cuidado de lo común, somos profesionales con ética que favorecemos lo público en general y vivimos de la vocación de lo humano y de lo social, creemos y queremos la democracia. Cierto que puede haber fallos entre nosotros, y todos podemos ser débiles, pero en ningún caso podemos sostener y dejarnos llevar por afirmaciones negativas radicales sobre una ciudadanía que cada mañana se levanta con las ganas de construir un mundo y una sociedad en paz para nosotros, para nuestros hijos, hijas, niñas y niños, y para los que lleguen a esta sociedad para formar parte de ella y convivir aportando lo que son y los que saben.
Esta llamada a lo humano se hace más fuerte sino nos situamos ante la realidad con las claves de lo evangélico. El reino de Dios nos empuja a los creyentes a ser personas encarnadas y comprometidas en nuestra realidad social y política, desde nuestro quehacer personal, familiar, vecinal, ciudadano. Hoy ante la tentación del pesimismo y del rechazo de lo común, lo público y lo político, hemos de responder con esperanza y con la mirada positiva: hay mucho bueno en nuestra sociedad, en todo lo que vivimos y hacemos cada día. del bien que está de fondo de todo lo que vivimos y somos cada día.