Bienaventurados... Día de la vida consagrada, de los y las religiosas

Día de la vida consagrada, de los y las religiosas
Día de la vida consagrada, de los y las religiosas Jose Moreno Losada

Es hora de reconocer y reconciliarse eclesialmente con la multitud de mujeres que dan su vida en el seguimiento de Jesús y construyen el pueblo de Dios a la luz de las bienaventuranzas.

Madres sin límites, ricas en su pobreza y libres

Vírgenes no para la esterilidad, sino para una maternidad sin límites, una fecundidad que cubre a los rotos y a los más inútiles a los ojos del mundo que son los preferidos de Dios; con un voto de pobreza que no les lleva a la ruina sino a la verdadera riqueza, la de aquellos que se gastan enriqueciendo a los demás con su generosidad y que pueden alabar a Dios porque descubren que las riquezas de este mundo pasan a cuchilla por la polilla y la carcoma, pero la riqueza de la bondad de Dios en inmortal y nadie la puede quitar del corazón de los sencillos, por eso ellas viven con la paz mayor del mundo; y obedientes sin entregar la libertad, al revés llevándola al máximo, porque para ser libres las liberó Cristo, no tienen otro horizonte de obediencia que la surge del corazón del Padre Dios ante las necesidades de los hermanos, ahí está su horizonte, no buscan hacer lo que quieran, sino lo que los hermanos más necesitan..

Sienten que Dios les manda servir a los desheredados y en eso está su verdadera libertad, en hacer lo que el Padre les sugiere con su espíritu. Nos quieren ser perfectas, pero se desviven por ser compasivas, y es que no hay otro camino de perfección que el amor compasivo.

En los tiempos en que vamos avanzando para la equidad, el reconocimiento nuevo de la feminidad y la masculinidad en sentido evangélico y liberador, hemos de sentirnos llamados en la celebración del día de la vida consagrada a reconciliarnos y pedir perdón eclesialmente especialmente ante las religiosas. Perdón por las violencias del descuido, la minusvaloración, a veces, la desigualdad o el no aprecio…

 Es momento de pedir perdón por las veces que desde el ministerio sacerdotal -varones- no las valoramos en su grandeza evangélica para la iglesia, por las veces que no son valoradas por los obispos, por los espacios en los que son especialistas y no se les tiene en cuenta para programar y decidir eclesialmente, porque a veces encuentran más apoyo en el mundo secular y hasta político para sus intenciones que en la propia institución eclesial, porque en nuestros planes diocesanos no contamos lo suficiente con su aportación a la hora de planificar y compartir responsabilidades, porque a veces en las comunidades parroquiales no se les reconoce el protagonismo de entrega que ejercen y el servicio que prestan…

De alguna manera, violencias que tienen de trasfondo la cuestión del género, cadencias históricas, que al día de hoy estamos llamados a superar con rapidez por razones humanas, sociales, culturales y lo que es más urgente: razones evangélicas y eclesiales, porque hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres y en este tema a veces atendemos más a “nuestro ser varones” que a Dios, aunque lo revistamos hasta de teología.

Bendigo a Dios por este hoy de concienciación sobre la mujer y la equidad, que nos ayuda a mirar divinamente en este ejército de mujeres consagradas con una virginidad que las hace madres universales, con una pobreza que enriquece a tantos, y con una obediencia que está haciendo libre a muchas de las personas con las que se encuentran y a las que sirven especialmente en ámbitos de pobreza, debilidad y dolor.

En nuestra propia tierra, hemos de agradecer a todos los religiosos en España, y en la Iglesia, que han mantenido la llama encendida en momentos de oscuridad y desorientación, sufriendo en sus propias carnes la tentación de la huida, pero permaneciendo en las búsquedas de la fidelidad a Dios y a los hombres con el deseo de caminos nuevos y verdaderos.

Volver arriba