Tomad y comed... mi vida entregada Un Dios a trozos y aparentemente destrozado (Corpus Christi)

Corpus Christi: Un Dios que se da partido, a trozos.

Llamados a ser en común. La Eucaristía nos alimenta y nos empuja para construir y animar nuestra comunidad cristiana. No hay Eucaristía sin comunidad, ni comunidad cristiana si no es eucarística. La comunidad es el espacio donde creemos que podemos acompañar y ser acompañados, generar presencia, anuncio, denuncia y otro estilo de vida. En el detalle pequeño y oculto se despliega la fuerza radical del resucitado que se hace presencia real y oculta más allá de lo que tú comtemplas

Queremos crear, desde el amor de Cristo que se nos da como pan, espacios liberados donde el que sufre, encuentra consuelo; donde el sediento, encuentra fuentes de vida y ánimo para saciarse y seguir caminando; donde el que necesita cuidado, acogida y cariño, encuentra la cercanía del otro que le dignifica y le reconoce en su dignidad de humano y de hijo de Dios. La dimensión socio caritativa de nuestra fe y de nuestras comunidades, alimentada eucarísticamente, ha de ser priorizada en nuestras parroquias, asociaciones, movimientos, congregaciones, en toda la Iglesia. Cáritas es un instrumento de concienciación y animación en este sentido, que nos invita a construir la casa de todos.

 Desde la comunidad cristiana, sabiendo que gente pequeña con cosas pequeñas y en pequeños lugares, vamos transformando como levadura y sal el mundo. El horizonte eucarístico de la Iglesia está claro: habitados y alimentados por la presencia real de Cristo en la Eucaristía, estamos llamados a ser eucarísticos, a ser pan partido y comido por los hermanos, especialmente por los que tienen hambre y sed de justicia. Así seremos los cristianos, prolongación de esta presencia real eucarística en medio del mundo, entre los hermanos, y seguiremos caminando hacia la Vida Eterna.

Correos de sacramentalidad y presencia real

ordenador

Así lo siento hoy al recibir un correo electrónico en mi dirección de la universidad:

“Soy …, alumna de doctorado de la facultad y ocasionalmente profesora sustituta en el departamento... Pero le conozco por otro motivo. Tuve el placer de conocerle cuando ofició el funeral de mi hermana. Tengo un agradable recuerdo de esa misa. Consiguió que el momento más doloroso de mi vida fuera bonito y mi hermana tuviera la despedida que se merecía, algo que alivió en gran medida nuestro dolor y que le agradeceremos siempre. Para que recuerde de quién se trata, le paso las bellas palabras que escribió en el periódico sobre ella… En esta ocasión le escribo porque el próximo año me gustaría casarme y desde el entierro de mi hermana supe que, llegado el momento, le pediría a usted si podría oficiar la boda. Para mí es importante porque creo que mi hermana estaría de alguna manera presente ese día con nosotros si usted oficiara la misa, pero también porque creo que tiene una sensibilidad especial para recoger el sentir de las personas a las que acompaña. A nosotras, en un ratito, supo conocernos bien. Por estos motivos, a mi pareja, Ángel, y a mí nos alegraría enormemente que pudiera estar con nosotros ese día.”

Repaso aquella nota del cuaderno de vida, ante la celebración del Corpus próximamente, y veo que es la mística del Dios troceado que hace pan de gloria y vida donde muchos sólo ven límites y exclusión… la presencia real de Cristo.

Un regalo divino y una madre “héroe”

madre

Me comunica el compañero de la parroquia que ha fallecido una persona de nuestra demarcación parroquial, que si puedo realizar su funeral el miércoles en la mañana. Me dice que es una chica de treinta y dos años, pero que no tenemos más referencias. Me paso hoy por el tanatorio, a última hora de la noche antes de regresar a casa, para conectar con la familia y situarme de cara al funeral que voy a celebrar mañana para orar por esta persona fallecida, junto a su familia y conocidos.

Al llegar me saludan conocidos de la parroquia que van a dar su sentido pésame a la familia y ya me dan pormenores interesantes de la situación. Alicia, la fallecida, tenía treinta y dos años y ha sufrido parálisis desde su nacimiento, siendo dependiente total. Su madre quedó viuda cuando ella tenía ocho años y otra hermana, Sara, cinco. Ha luchado  y se ha entregado por sus hijas como una “madre héroe”, sobre todo por la que más la necesitaba. Después del saludo, con su madre y su hermana, enseguida brota su sentir en estos momentos de dolor. Y según me van relatando lo que sienten y viven ante la muerte de la hija y la hermana, me voy sintiendo bañado de evangelio y de gracia vivida a borbotones. Su visión creyente y agradecida de la vida de esta criatura amada para ellas, me hace  emocionarme de encontrar tanta fe en la vivencia de una enfermedad y una limitación tan profunda.

Toda una vida llena de vida: presencia real

Al nacer, le pronosticaron un año de vida, consideran un regalo de Dios haberla tenido  más de treinta. Sara me dice, que la gente no puede imaginarlo, pero la sensibilidad que ella ha adquirido en la relación con su hermana es algo que no puede compararse con todos los estudios de su vida, ni con la riqueza. Su madre me dice que tiene una paz y una serenidad, en medio del dolor, de haber sido fiel en el amor, de haber amado y sentirse amada por ella, y que ahora todo su amor se centrará en Sara, a quien ha descuidado más porque podía volar por ella misma. Le sostiene la esperanza de que ahora va a ser cuidada por su padre, que ya la adelantó en el morir, y por el Buen Dios, que siempre ha estado junto a ella y ahora la tiene ya consigo para siempre. Tras orar con ellos ante el cadáver cuidado y rodeado de bellas flores blancas, de sencillez, pureza y hermosura, me vengo a casa, callado en el coche, dejando que el eco del encuentro se repita y se repita, y en él encuentro respuesta a esa pregunta tan constante para el hombre, sobre todo ante el dolor, la debilidad, la limitación: ¿Dónde está Dios?

Ante Alicia, ¿Dónde estaba Dios?

Y siento que el propio eco de lo recibido en minutos, se me hace grito y respuesta a la luz del evangelio que se ha hecho vida en esta persona y en la relación vivida con los suyos. Una vez más lo que dice el evangelio no es verdad porque lo diga el evangelio, sino porque es verdad en la vida, pasa realmente. Y así lo creo, se vuelve a cumplir lo de la verdadera señal de Dios:

“Esta es la señal, un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”

Dios se ha revelado en Alicia:

–          Envuelta en pañales y acostada en un pesebre: dependiente.

Dios se ha hecho fuerte en tu debilidad. Tú has  vivido y has luchado en tu limitación, has sido un referente de esfuerzo y lucha por vivir. Has llegado a la meta, lo has conseguido, has entrado triunfante en la gloria.

Dios ha sacado lo mejor de mucha gente desde tu debilidad.

Has sido sentido y sentimiento de Dios por el camino de lo frágil, de lo que no cuenta para el mundo ni para la sociedad. Nadie puede imaginar lo que tú valías, tu verdadero valor en el amor, nada más que los que te han querido y el Dios de la vida que ahora te ha protegido para la vida eterna.

No hay duda de que serás tú la que les abras la puerta del cielo a todos tus seres queridos cuando allí lleguen.  Y  con cantos, salto, brincos y carreras les abrirás todas las estancias, los caminos, las praderas del gozo y de la vida.

–          Rodeada de cariño y cuidados: Mayores. Abuelas, tíos, primos, jóvenes, niños…cuidados.

Dios se ha revelado sonrisa en tu rostro.

Juego en tu inocencia

Alegría en tu relación.

Gozo en lo gozado por ti.

cruz

Y en ti, Dios, ha sido fuente de cariño y de bondad para muchos.

–          Piedra angular: Centro de vida para su madre y su hermana.

La piedra que desecharon los arquitectos –un año- ha sido piedra angular, un edificio triangular, rodeados de su familia. Nada de descarte, clara opción: no ha sido un castigo ha sido un regalo de Dios. Dice su madre: “Tu nos la diste y ahora te la entregamos agradecidos y esperanzados, sabiendo que tú la vas a cuidar con mimos divinos que acabarán con todos sus límites.”

–          Fuente y Lugar de la mayor sensibilidad.

Dice su hermana: No seríamos las personas que somos sin ella, no sentiríamos lo que sentimos, ni con todos los estudios del mundo.

Nos has dado la riqueza de sentir de un modo especial y único, que no todos lo entienden ni lo comprenden, lo que Dios enseña a los sencillos de corazón.

–          Oración de la madre ante la vida ultimada de Alicia:

¿Cómo te podremos pagar Señor, todo el bien que nos has hecho con Alicia?

–          Alzaremos la copa de la salvación e invocaremos tu nombre, y anunciaremos ante toda la asamblea que el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

 Grande porque nos eligió para ser portadores del tesoro de la vida de Alicia, un tesoro en vasija de barro, que hemos cuidado con amor hasta su último suspiro.

 Porque has atendido nuestro ruego pedigüeño de que no sufriera para morir y que  ella  me antecediera en la marcha  y se fuera abrazada maternalmente hasta el último momento, para que así me puedas abrir las puertas del paraíso cuando  llegue yo también a la plenitud, contigo y con papá, y  allí nos encontremos definitivamente para no morir ni sufrir, sino solo gozar llenos de vida y de ilusión sin fin”

 Aquel día como sacerdote, fui a conocer, consolar, y salí confortado, reconocido y fortalecido en mi fe. Gracias Alicia, gracias familia, que Dios os bendiga y sintáis pronto el ciento por uno de todo lo amado. Ya no te veremos en tus sillas de ruedas, en tus paseos por el barrio y la zona, ahora serás tú la que, gloriosa desde el cielo, nos veas, nos sonrías y nos alegres la vida a los que vamos deambulando y muchas veces tropezando por este valle de esperanza.

Ese día comulgamos con el Cristo glorioso en la celebración eucarística de despedida de Alicia, pronto, Dios mediante, lo haremos también con la misma presencia de Cristo resucitado en el pan de la Eucaristía, cuando celebremos el amor de esta pareja, Sara  -su hermana- y Ángel. Gracias Padre por hacerte cada día pan partido en el camino de la vida y alimentarnos a los que te buscamos en la vida de lo diario y en el corazón de lo humano.

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