Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" Ed. PPC Dios misionero, Iglesia apostólica y comunitaria (DOMINGO XIV T. O.)

Dios misionero, Iglesia apostólica y comunitaria
Dios misionero, Iglesia apostólica y comunitaria Jose Moreno Losada

La Iglesia actualmente, en su revisión pastoral y en su conversión organizativa, ha de tener presente esta invitación a lo calmado y profundo. Ha de saber buscar el lugar de lo tranquilo y adentrarse en la soledad habitada para volver a ser como aquellos discípulos que, invitados por Jesús, se sentaban a su alrededor con el espíritu de leer en creyente el momento. Más que buscar estrategias, se trata de dejarse llenar con paz de los verdaderos sentimientos de Cristo, aquellos que se adquieren en la relación personal y comunitaria con él. Hoy necesitamos de equipos apostólicos que tengan claro que no hay misiones en la iglesia, sino que solo existe una misión, la de evangelizar, y esto nadie puede hacerlo por su cuenta y con sus fuerzas, sino en Cristo como equipo apostólico.

A todos los pueblos... 

En aquel tiempo designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros, pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias..

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».  (Cfr.Lucas 10,1-12.17-20)

Un Dios de misión

 Muchas veces hablamos de Iglesia misionera y nombramos misioneros a los que son enviados para una labor evangelizadora y apostólica, pero hemos de buscar la raíz de esta perspectiva en el propio Dios. Los teólogos nos dicen que conocemos a Dios Trino en su inmanencia, desde su existencia y hacer. Hablan con palabras más raras de la Trinidad inmanente y la Trinidad económica. La primera sería más metafísica, filosófica, esencialista; la segunda más histórica, existencial. Ellos no lo ven como algo separado, sino que afirman que llegamos al conocimiento de Dios desde la historia de la salvación, Él nos ha mostrado lo que es saliendo –existiendo- actuando y dándose, como creador y como señor de la historia, padre del pueblo, enviando a su Hijo, dándonos su Espíritu. En este sentido podemos afirmar que nuestro Dios, el de Jesucristo, es misionero, con un proyecto de salvación para toda la humanidad y toda la creación. Nosotros lo conocemos desde su ser creador y su actuación en la historia buscando nuestra salvación y la plenitud para la que nos creó en el amor. Los que lo descubren en este misterio se sienten impulsados a salir de sí mismos y anunciar su salvación por todo el mundo, se implican en la misión de Dios.

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jec-1 Jose Moreno Losada

Raquel, una de los setenta y dos

Cuando tengo entre manos este texto para comentarlo es el sábado, víspera de Pentecostés. Mañana iré con la comitiva de los equipos de los movimientos de la Acción Católica a la eucaristía que con tal motivo se celebra en Valladolid. Nos hemos organizado los grupos de Acción Católica Especializada para ir juntos, también asistirán los liberados de la Acción Católica general. Durante este año he podido sentir y compartir con ellos, los equipos de los movimientos especializados, vivencias de su ministerio apostólico militante por las distintas diócesis de España. Solemos desayunar juntos en el espacio habilitado para comedor en la sede y allí es un lujo tomar productos que traen de sus visitas a los distintos puntos de España, pero sobre todo las experiencias de fe y misión que comparten cuando llegan.

Hoy le he pedido a Raquel Mena, del equipo de JEC (Juventud Estudiante Católica), que nos narre su experiencia de apóstol de los jóvenes estudiantes, esos caminos compartidos buscando sentido y deseando evangelizar el ambiente estudiantil.

“Cuando comencé en la JEC a los 14 años nunca imaginé que iba a formar parte del Equipo Permanente, personas que aparcan una parte de su vida durante unos años para dedicársela al movimiento. A la hora de realizar mi discernimiento me ayudó mucho recordar a las personas que habían sido luz para mí, y me habían ayudado no sólo a encontrar el sentido de mi estudio, si no mi forma de mirar a la sociedad. 

 Mi liberación en la JEC me ha permitido ir a muchos lugares donde he conocido a personas maravillosas. Mis viajes favoritos han sido las visitas diocesanas, que me han dado la oportunidad de conocer a militantes que están descubriendo su camino, y qué sin darse cuenta son realmente inspiradoras. Son la brújula que orienta el camino de nuestro movimiento. Es asombroso cómo pasar tiempo con ellas, te renueva la energía, y te ayuda a darte cuenta que el equipo permanente está aquí por y para ellas. También ha sido muy enriquecedor compartir espacio en la Sede con movimientos como la JOC y la HOAC.  Esa fuerza tan reivindicativa que tienen, como luchan por lo que consideran que es justo y la forma tan coherente entre su discurso y su forma de vivir. Gracias a estas personas he abierto la mirada: la JEC forma parte de algo más grande, y aunque cada una en nuestro ambiente, todas luchamos por el bien común y un mundo lleno de amor. En definitiva, para mí la sede ha sido un espacio donde nos fortalecemos mutuamente y donde nuestras experiencias vitales se convierten en alimento para el alma.”

Equipo apostólico y lugar comunitario

Jesús cuida de sus discípulos y especialmente cuando vienen de la misión. Lo hace buscando espacios tranquilos donde compartir y así descansar. El descanso del apóstol es fundamental, su lugar preferente ha de ser en la comunidad junto al maestro. Cada uno tendrá sus propios espacios y momentos de silencio, contemplación, soledad, descanso, pero el equipo ha de buscar momentos sanadores y evangélicos donde la contemplación de la misión se haga tranquilidad y descanso. Hasta el sitio ha de reunir condiciones favorables de sencillez y paz, pero sin dejar de mirar la multitud que anda sin pastor y busca nuestra luz y nuestro amor. Aunque los misioneros sean muchos la misión es única.

Nuestro Dios no es el poderoso que impone rapidación y tensión en la misión. Más bien lo contrario. La propia creación va con la cadencia de lo ordenado en la paz y en la luz, cada mañana, cada tarde, cada noche, la acción va concatenada con la paciencia que requiere el nacimiento de lo real y lo auténtico. Nada forzado, todo a través de la palabra suave que tiene como única fortaleza que se cumple con sencillez y naturalidad.

Jesús se muestra fiel al Padre en la invitación a darle a cada día su afán a saber, vivirlos sin perder la calma y el calor de lo sereno, como los lirios del campo y los pajarillos que saben hacer y ser de cada momento, sin agobiarse continuamente por el mañana. Él sabe estar con los amigos, sentarse a la mesa, pasear por el campo, respirar a fondo en la madrugada y gustar el silencio de la noche en la soledad del que contempla lo vivido.

Por eso cuando llama a sus discípulos y apóstoles no olvida esta dimensión, sino que más bien la cuida y la propone continuamente. Siempre que hay una acción y que tiene algún carácter extraordinario, ya sea antes de realizarla o una vez hecha, busca el tiempo, el espacio, el modo para profundizar en lo vivido.

Dios se hace presente en el proceso del camino compartido, en el dejarse hacer para la labor dando todo el protagonismo a Jesús y su Evangelio; en aquello que se contempla con fe y con profundidad como el grano de mostaza y la pequeña levadura en la masa.

 Notas hilvanadas:

Así que manda una señal, algo que sirva como luz”

Algo que sirva como luz

(Supersubmarina- Algo que sirva como luz)

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