Para ser libres nos libertó Cristo No temáis, vencer el miedo

Los evangelios de pascua nos invitan continuamente a la paz y a la alegría. La condición para vivir en esa bondad del aleluya es no temer, vencer al miedo. ¿Quién ha vencido al miedo? TEngo la suerte de conocer a Patricia Walinga, de la amazonia en Puyo (Ecuador), siempre que escucho textos evangélicos sobre el temor y el miedo, la recuerdo. Nos dió un testimonio que no olvido, este mujer sencilla y valiente, que ya no tiene miedo a la muerte que le puedan infligir porque ella defiende la vida, la verdad, el sentido de lo que tiene y le ha sido regalado en la creación, en su pueblo, en su fe.
| José Moreno Losada
Ciclo del cuidado: la casa común
Hoy en mi parroquia de barrio en Badajoz, seguimos con la formación de la comunidad que este curso está centrada en el tema del cuidado de uno mismo, de lo demas, de la casa común. Hoy la temática es sobre la ecología integral, el cuidado de la casa común, con la clave de que todo está interrelacionado e interconectado para lo bueno y para lo malo.

Tras sopesar mi intervención, creo que lo mejor es tomar la voz de una profeta de hoy. Una mujer de la selva amazónica que en la construcción de la pesrona, en medio de su pueblo y de su comunidad, desde su ser indígena, es altavoz especial del grito de la naturaleza y de la humanidad hoy. Estuvo con nosotros en Madrid, de paso a Alemania, y nos dejó un testimonio de fe encarnada seductor. Su modo de interpretar la Palabra de Dios en comunión con el pueblo y la naturaleza es magisterial. No me extraña que el Papa la llamara para que hablara y participara en el Sínodo de la Amazonia. Nos dió varias claves pero una de ellas hoy me parece bueno traerla aquí:
Patricia Walinga: "Vencer el miedo"
Ante la pregunta sobre lo que tenemos que hacer en occidente para vivir de verdad en las claves que nos decía de una ecología integral, ella respondió sin dilación y con fuerza: perder el miedo. Necesitamos el Espíritu de pentecostés. Ella ha perdido el miedo, amenazada de muerte, ya no la para nada ni nadie. Su vida tiene valor y por eso no puede perderla entregando su autenticidad y verdad. Ella tiene una verdad y un sentido, no puede entregarlo, perderlo, eso sí sería perder la vida, mucho más que el que se la quitaran con violencia.
No podemos dar nuestra vida al miedo. Occidente está preso de su miedo, el miedo a perder lo que tiene, sus comodidades, sus seguridades, no se arriesga a vivir de verdad, a compartir la vida, a entregarse a lo verdadero, se esconde tras el mercado, el consumo. Pero ella tiene esperanza y le pone dos nombres: la mujer y los jóvenes. Lo está notando, la mujer en el mundo tiene un papel imprescindible para transformar la realidad, cuando pierden el miedo avanzan con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. Los movimientos de jóvenes del mundo comienzan a moverse y se les nota que están dispuestos a vivir sin miedo, en libertad, por eso ella cree en la esperanza y sigue caminando por todos los países del mundo gritando su verdad, y volviendo siempre a su tierra, a su pueblo, a su Dios y sus hermanos.