Aunque no hubiera cielo te quisiera... Esposa y buena samaritana: proximidad y cuidado

Celebrar en la residencia de mayores y de personas que necesitan de muchos cuidados tiene un sentido especial. Así lo vivo yo cada domingo y me dejo sorprender por lo que Dios me va revelando cariñosamente a través de ellos y sus vidas abiertas y compartidas.

Hoy María Rosa me ha sorprendido en la eucaristía…
Acababamos de proclamar la bella página del evangelio con el relato del buen samaritano ante la pregunta interesada sobre quién es el prójimo a quién tenemos que querer como a nosotros mismos. Estuvimos reflexionando sobre las claves teológicas fundamentales marcadas por Jesús en el relato al poner en primer nivel la "proximidad" y el "cuidado". Me había atrevido a poner ejemplos concretos dentro de nuestra pequeña y pobre comunidad de la residencia de mayores de la granadilla que estábamos allí celebrando la eucaristía. Hice alusión a Marina y su hermana María de los Ángeles, a residentes que se había hecho amigos de verdad en esta etapa vital aunque antes eran totalmente indiferentes en la calle uno del otro en el mismo barrio, a matrimonios de toda la vida que están allí y a otros que se han iniciado como pareja en este contexto. También me inspiré en Maria Rosa, la conozco hace unos años, cuando ingresó José como dependiente total en nuestra residencia, matrimonio muy joven  para la media de los residentes. Siempre han venido a la celebración de la Misa y me encanta cómo participan, él desde su limitación fuerte y ella con la frescura y el cariño de una ternura y una compasión incomparable. Hacía tiempo que no venían por motivos de pandemia, ahora han vuelto hace unos meses. Y hoy, cuando habían recibido con mucha unción la sagrada comunión, ella que había proclamado la segunda lectura, al faltar Gloria, se acercó con un papel en la mano y me dijo:"tengo esta oración poema que me gustaría mucho que se leyera para todos porque a mí me ha ayudado mucho en mi vida y en la enfermedad de mi marido..."  Abrí el folio enrollado y al ver el poema místico de que se trataba le pedí que lo leyera ella en alto para la asamblea como signo de lo que vive junto a José, su esposo, en esta etapa de su matrimonio y en esta dedicación total a él. Me pareció una bella imagen plástica de la parabola viva en el día de hoy, en nuestra asamblea pobre de la comunidad de mayores de esta residencia pública. Todos nos emocionamos al escuchar sabiendo de quien se trataba y de lo que significaba para ellos. Su esposo que no puede apenas moverse, apretaba sus manos como signo de aplauso y la miraba fijamente con la ternura y la misericordia del Dios samaritano. Entre ellos no hay otra cosa que proximidad y cuidado, evangelio puro...escuchadlo.
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