Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" (Ed. PPC) Evangelio sin componendas... Las seguridades no son del Reino

La iglesia está llamada a la verdad del evangelio y la disponibilidad de una libertad que no esté comprada con nada de este mundo, aunque le ofrezca éxito y seguridad.
La mayor tentación para la iglesia y el cristiano es asentarse en un cristianismo burgués. Pretender la conciliación de lo religioso con las seguridades humanas. Revestir nuestros modos y costumbres llamándoles necesidades y autocuidados no es de creyentes. Engatusar la radicalidad con el buenismo es un ataque a la verdad del evangelio; presentar el cristianismo en la comodidad de emociones cálidas sin compromiso es entrar en la dinámica que Jesús llamó del demonio cuando Pedro no quiso aceptar su mensaje de compromiso y entrega, aconsejando que cambiara su discurso evangélico, por otro más asequible.
| José Moreno Losada
DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío...Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío». Cfr., Lucas 14,25-33
El misterio de la cruz y el seguimiento
Sólo desde la entrega radical se puede vivir el "enseñar, anunciar y curar" propio de Jesús. En el despojamiento experimentamos la verdadera paternidad del Padre, la que genera libertad auténtica y confianza sin límites. La mirada al horizonte, en el sentir comunitario, nos invita a no dejarnos acaparar ni por la seguridad, ni el reconocimiento del éxito, ni por el poder; a la Iglesia de hoy el Espíritu le pide caminar por la pobreza, la humildad y la debilidad para hacerse creíble.
Saltando las verjas: comunidad en libertad

Ayer, festividad de la Santísima Trinidad, me llegaban fotos vivas y cálidas, de un grupo de presos, familiares y sacerdotes que habían viajado a Roma para encontrarse con el Papa Francisco que tenía interés en estar con ellos. Son algunos de los que en cuaresma en el domingo de la Transfiguración convivimos en un encuentro singular de un calado de novedad y entrega sin límites en los salones de la parroquia de Ntra. Sra. de la Guía. Os traigo un extracto del relato del capellán Javier Sánchez, que junto a Jorge Donpablo, ha acompañado al grupo a Roma. El coste de querer ser auténtico se manifiesta.
“Hemos llegado a la parroquia de Nuestra Señora de La Guía hacia las once de la mañana, después de recoger a voluntarios, familiares y chavales tanto en Fuenlabrada, como en la cárcel. Y en la parroquia nos estaban ya esperando voluntarios y feligreses de la parroquia, con el café preparado, bollos y pastas, para darnos la bienvenida y comenzar el día. Nos hemos ido saludando y colocando. Y hacia las doce ha comenzado María Yela, Marichu como la conocemos cariñosamente, actual delegada episcopal de pastoral penitenciaria de la diócesis de Madrid, psicóloga de formación, y hasta hace cuatro años trabajando en diferentes cárceles del país. Una mujer que no solo ha trabajado en la cárcel, sino que vive la experiencia de la cárcel y los presos desde una especial experiencia de Dios. Nos ha transmitido su experiencia en la cárcel y como siempre nos ha ayudado en la reflexión personal y en el cómo hacer para entre todos poder ayudarnos. No ha sido una charla, ha sido un testimonio vivo de lo vivido en más de cuarenta años y ahora en su trabajo como voluntaria. Después hemos tenido un rato de preguntas y compartir juntos con ella.
Hacia las dos nos hemos levantado para comer, y ha sido francamente “de evangelio”. Han aparecido los chavales africanos que viven con Jorge con una paella espectacular, tanto que no ha cabido por la puerta del local y ha habido que ponerla en una de las mesas del parque. Ha sido maravilloso cómo en poco tiempo estaba toda la paella servida, para cerca de cien personas. Jorge se ha puesto a servir los platos y todos hemos hecho una gran cadena para ir llevándola a las mesas. Francamente, tengo aún en la retina el espectáculo de servicio que entre todos hemos llevado a cabo, casi parece mentira. Además, la paella estaba suculenta. También han traído las familias más cosas para compartir, lasañas, empanadas, tortillas, y luego un sinfín de dulces para el postre, de flanes, de torrijas… no ha sido necesario acudir al milagro de la multiplicación de los panes y los peces, porque “ya venía todo multiplicado”. Hemos compartido la comida al más puro estilo del evangelio, donde todo era de todos, donde todos hablamos, nos comunicamos y reímos juntos. Y la sonrisa de Dios delante de cada uno de nosotros, disfrutando del momento.
Después teníamos previsto ver una película sobre el tema de la justicia restaurativa, pero nos ha parecido más importante tener diálogo y la sobremesa en común. Ha comenzado Jorge, el párroco, (que comparte vida y casa desde hace veinte años con chavales primero toxicómanos y ahora africanos que llegan en patera), contándonos cómo vivían la vida de su parroquia y qué hacían juntos. Nos ha comenzado diciendo que al principio en esta “mini parroquia” casi todo era como en otras, el rito y la misa simplemente y que con el paso del tiempo han ido viendo que la parroquia tiene que ser otra cosa, que es necesario poder compartir juntos la vida como cristianos a otro nivel. Y para eso, basándose en el texto de Mt 25, acerca de la exigencia del cristiano, han hecho diferentes grupos de ayuda y de reconocimiento de Jesús en el rostro de los otros, como apunta el texto de Mateo. Han hecho un grupo de “tuve hambre”, con la recogida de alimentos para la casa de acogida de los africanos donde vive el mismo Jorge; un grupo de “tuve sed” con la sensibilización hacia el medio ambiente; un grupo “estuve en la cárcel”, participando en nuestra cárcel de Navalcarnero; un grupo de “estuve enfermo”, visitando a enfermos del barrio y llevando la comunión o compañía; y celebrando todo eso en las eucaristías de los sábados y los domingos, haciendo de las celebraciones auténtica vida y evangelio. Nos ha manifestado por eso desde esa experiencia de comunidad que estaban contentos del día que estábamos viviendo juntos. Un gran aplauso ha seguido a la intervención de Jorge, y luego han seguido intervenciones de chavales de la cárcel, de gente de la parroquia… todos coincidían en que ese era el auténtico rostro de Iglesia que todos necesitábamos. Ha habido también intervenciones apelando al respeto de todos, diciendo que probablemente no todos entienden así el seguimiento de Jesús pero que es necesario respetar todos los estilos; alusiones a nuestra querida parroquia Sagrada Familia de Fuenlabrada, defenestrada hace años, simplemente por no cumplir los cánones que desde arriba querían algunos. Pero hemos coincidido en que ahí estaba la Iglesia de Jesús, tal y como nosotros entendíamos el evangelio. Ojalá que los de arriba, aunque a veces no compartan este estilo, nos dejen vivirlo así.”
El Papa lo ha entendido y los ha querido conocer a fondo, uno a uno, según cuentan el encuentro ha sido de una iglesia llena de vida y novedad, rompiendo marcos agotados y abriendo ventanas al dolor y el sufrimiento de los más vulnerables. Algo nuevo está naciendo.
La radicalidad de la libertad evangélica

El evangelio de Jesús al que seguimos reclama de nosotros andar por estos caminos que nos demandan dejar el acomodo institucional y "salir" desde el corazón del Padre para todo el mundo, especialmente a las periferias; hoy necesitamos conversión pastoral y misionera. El gozo del Evangelio sólo nos llegará por el camino del riesgo en la misericordia y la compasión. El Papa, día a día, gesto a gesto y palabra a palabra, nos está señalando esta dirección.
Nos interpela la vida de muchos laicos y sacerdotes que viven con pasión y radicalidad su entrega y compromiso, los que rompen sendas trilladas y abren caminos nuevos, los que no se dejan vencer por las estructuras caducas y son creativos, los que no aguantan la injusticia y se enfrentan a ella, los que traspasan fronteras y establecen puentes con las periferias y ponen a los últimos en el centro de la vida y de la comunidad. Nos anima su testimonio y pedimos al Padre que nos de su Espíritu, el que conduce al desierto y da fuerzas suficientes para vencer al tentador de este mundo y de este siglo. Estructuras, comodidades e inercias que se resisten al evangelio de la verdad, la justicia y la fraternidad; estructuras caducas que se resisten al evangelio que genera vida y alegría auténtica, que se esconden ante la novedad de un nuevo mundo y una Iglesia nueva, la que renace en el crucificado que ha resucitado y vive para siempre.
No podemos menos que preguntarnos, ante esta invitación de Jesús a enfrentarnos a la tentación de la seguridad, por qué nos cuesta tanto hacer lo que hacen, con tanta facilidad, los jardineros: podar las estructuras caducas y salir de los acomodos institucionales que impiden la evangelización hoy.
El Evangelio nos enseña la libertad para encontrar siempre la novedad del Evangelio en nosotros, en nuestras vidas y también en las estructuras. El Papa reiteró la importancia de la "libertad de elegir odres nuevos para esta novedad". Y agregó que el cristiano es un hombre libre "con esa libertad" que nos da Jesús: "no es esclavo de hábitos, de estructuras” lo lleva adelante el Espíritu Santo".
Notas hilvanadas
“Que el poder no está en mandar, sino en servir”
(33 el musical- respuestas acto I)