La creación gime con dolores de parto ante la nueva creación Fraternidad /Universidad: Diálogo interreligioso

Creo en el diálogo interreligioso y lo animo más porque me empuja la vida que porque me lo pida la institución. La realidad de lo humano se impone cuando camina con la verdad, con el encuentro, con el respeto, con el deseo de lo mejor. La religiones se encuentran en el bien interno fundamental del proyecto de la creación y del horizonte del sentido de los humanos. Desde la universidad de Extremadura pido esta reflexión sencilla a una pareja que viven su fe con una sencillez tremenda y se adentran en el diálogo interreligioso con un libertad pasmante. Yo aprendo de ellos.

Fraternidad universal y diálogo interreligioso

(Desde la universidad de Extremadura)

Nos pide José Moreno, como delegado de Diálogo interreligioso en el obispado que compartamos nuestra experiencia de convivencia y amistad  interreligiosa.

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Por nuestro trabajo en la UEx, hemos tenido la Gran Suerte de conocer y hacer amistades con personas de distintas nacionalidades, razas, culturas y religiones (anglicanos, metodistas, baptistas, ortodoxos, musulmanes, hinduistas, etc). De todos ellos, hemos aprendido mucho y la experiencia siempre ha sido enriquecedora. Ha sido un buen legado también para nuestros hijos con la mente abierta al conocimiento de que buenas y malas personas las hay en todos sitios, que nadie está en la posesión de la verdad absoluta y que no se puede generalizar ni juzgar lo que se desconoce. Cuando eran pequeños, mi hijo observaba y mi hija, mucho más extrovertida (como yo), cada vez que venía alguien extranjero al departamento y a casa me preguntaba: qué idioma?, qué color?, qué come? en quién cree?... y en alguna ocasión me preguntó que de todas las religiones cuál era la verdadera y la mejor. Yo le respondí que todas eran buenas y cada uno según donde nació y sus tradiciones tenía una distinta pero que todas llegaban al mismo sitio; a un ser bueno ejemplo a seguir que nos decía como debíamos hacer el bien y la paz para todos. Eso la tranquilizaba.

Centrándonos en nuestra convivencia con musulmanes (de Turquía fundamentalmente, pero también de Marruecos, Túnez, Argelia etc), aprendimos lo que es “tomarse en serio sus creencias”. Rigurosos con sus rezos (con horarios estrictos y sus lavados etc…) y costumbres, muy respetuosos con los mayores y la familia, y con un objetivo claro de hacer feliz al que le rodeaba. Los musulmanes practicantes a los que acompañábamos a la mezquita aquí en Badajoz, y a los que les ayudábamos a orientarse hacia la Meca en sus rezos tanto en casa como en el trabajo, nos daban ejemplo de cómo cumplían con rigurosidad lo que sus enseñanzas religiosas les habían transmitido. Lo mismo cuando nosotros íbamos a su país, todo se organizaba (visitas, viajes, trabajo etc ) teniendo como prioridad integrado en su vida sus obligaciones religiosas; hacer el bien y hacernos sentir agasajados y felices era su prioridad por encima de todo. Son gente fantástica, con muchísimos valores buenos. Aquí nosotros les respetábamos sus cosas, yo por ejemplo compraba carne halal (muy buena por cierto) para poder comerla todos y tenía mucho cuidado de no incluir ningún elemento que ellos no tuvieran permitido.

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Alguna vez un amigo de Turquía, catedrático y jefe del departamento con el que trabajábamos y que nos enviaba a la UEx a gente de su grupo, nos preguntó un tanto preocupado: nos veis buena gente? No os importa que seamos musulmanes? Es que con esto de muchos nos relacionan con grupos radicales terroristas, en algunos sitios no nos quieren y ni nos miran. Yo rápidamente le contesté que tranquilo, que en mi país también estaba ETA y eso no significaba que no hubiera mucha gente buena. En todos los países y religiones hay de todo incluidos fanáticos y radicales, pero que  la gente buena se busca, se encuentra y se relaciona y nosotros seriamos buenos amigos siempre. Él que por sus costumbres no toca ni besan a mujeres salvo a las de su familia o esposa, me abrazó dándome las gracias por mi respuesta (me sorprendió su emoción y a mi marido también). Y siguió abrazándome en nuestras bienvenidas y despedidas, incluso una vez (que creo que no se dio cuenta…jaja…) delante de su mujer cuando una vez coincidimos en un hotel en Marrakech en un congreso; su mujer después el abrazo y tres besos reglamentarios. Creo que nos consideraban de familia.

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Para finalizar, algo a destacar que enseñaban con su ejemplo, era su actitud de respeto y cariño hacia los mayores (como trataban a mis padres! Incluso me acompañaban a visitarlos en el final de su enfermedad con muchísimo cariño y atenciones hacia los que sufríamos con ese dolor. Y por acabar con una sonrisa, nos acompañaban los doctorando que venían al súper los viernes pues los findes los invitábamos a casa. Éramos la envidia de Carrefour, ellos con el carro y mi marido y yo llenándolos. Nos llenaban bolsas, nos ayudaban a llevar todo al coche y a vaciar en casa. Lo consideraban obligación. Mis hijos los miraban sorprendidos ( no se dieron por aludidos… jaja…). Compañeros de la UEx que nos veían nos preguntaban si no teníamos algún chico/a de esos que trabajaban con nosotros para que les acompañara a ellos (jaja…).

En resumen, una experiencia fantástica y enriquecedora, como cuando fuimos padrinos de boda (yo con mantilla y peineta) de “nuestro Cihangir”. Inolvidable!

Ana Beatriz Rodríguez Moratinos/José Antonio Pariente Llanos (Catedráticos de Fisiología)

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