Venid y veréis... ejercicios espirituales Jesús , yo quiero ser como tú... muchos años después

Iesús , yo quiero ser como tú... muchos años después
Iesús , yo quiero ser como tú... muchos años después

Volvemos a encontrarnos con Cristo en estos días especiales de ejercicios espirituales. La propuesta de hoy me recuerda vivencias de hace ya casi cincuenta años, en esta misma casa y ante la misma imagen del crucificado en el altar de la capilla. Un proceso de atracción y seducción de Jesús y su evangelio sobre mi vida. 

“Encuentro a solas con Cristo”   Casi 50 años depués

xose xulio
xose xulio Jose Moreno Losada

Hoy en la tarde Xose Xulio, en el primer día de ejercicios espirituales, nos invita a leer y contemplar nuestro primer movimiento en el seguimiento de Jesús. Esto ocurre en el mismo lugar en el que, en plena juventud, junto a este mismo crucificado que preside la capilla, Antonio Fuentes en aquellos ejercicios de un curso de espiritualidad, nos proponía orar ante Cristo, ese alguien que con su vida enamora. Se trataba de expresar aquellos sentimientos que el Evangelio de Jesús provocaba en nosotros, lo recuerdo perfectamente: “Jesús, yo quiero ser como tú…” era la imprecación litánica llena de emoción y juventud.

Ahora ya, casi cincuenta años después, me vuelvo a poner a la tarea –que ha sido continuada en muchas ocasiones- y siguiendo los textos evangélicos del guion me dejo llevar:

Frente al mal

“Jesús, me seduce tu fuerza frente al mal que extorsiona el corazón de lo humano llevándole al sufrimiento y a la exclusión, impidiendo el amor y la paz. Vencer el mal con la fuerza de tu cercanía y tu ternura, manifestada hasta con el contacto físico de tu abrazo, tu caricia, tu saliva… todo lo que sea para sanar, sin límites. El saber ponerte del lado del que está afectado por el dolor del mal para sanarle con el bien y ganarlo para la vida y la misión de cada día en lo ordinario. Cómo he sentido ese poder del Padre que te da la fuerza para vencer el mal, lo he sentido en mi sanación y tu perdón constante, y he gozado de recibirlo como seguidor tuyo, aun en mi pecado, para poder yo aliviar y sanar en tu nombre a otros heridos. Tú nos has permitidos hacer las mismas obra tuyas y aún mayores.

Ante el sufrimiento

He admirado y siempre me ha sobrecogido tu corazón y tu sentir ante la gente que se angustia y sufre las dificultades duras de la vida. Me sobrecoge cómo les permitías que se echaran encima y se arrojaran a tus pies abrazándolos. Me duele tanto sufrimiento no compadecido ni tocado en el mundo en el que vivimos, las personas que nos buscan para sentir tu compasión y tu cercanía. Cómo no te iban a seguir y buscar si de ti salía una fuerza que sanaba a todos, la que tú querías dar a tus apóstoles y a la Iglesia en la misión.

Tu interpelación

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Me siento atraído y también interpelado por Ti. Me asombro y no puedo dejar de glorificar a Dios por las huellas de tus dedos en todo lo creado y en la historia. Lo hago con verdadero temor amoroso al contemplar con mis propios ojos tantas cosas increíbles y llenas de amor que llegan a mi vida y a la comunidad de tus seguidores. No puedo callarme y no propagarlo, necesito testimoniarlo porque me quema en mi interior seducido, es impresionante todo lo que tú sigues haciendo por nosotros. La comunidad ha de seguir gritando con firmeza que todo lo haces bien.

Tu enseñanza y autoridad

Me convence seductoramente la autoridad de tu enseñanza, la que te reconocían los más sencillos que descubrían como tu sabiduría era más grande que la de los que habían estudiado. Ese saber vivir y saber morir que hace de la profundidad del amor divino y humano que hay en tu corazón, en esa escuela del sentir del Padre de todos. Siento dolor personal por las veces que he dudado de que tu sencillez y humildad fueran tu dogma y no he sabido ver que en lo pequeño de tu ser estaba lo más grande de Dios.

Tu contradicción

Siento que permanece el rechazo de tu pensar, tu sentir y actuar en medio del mundo de la comodidad y conveniencias. Tu postura lanza a la toma de postura y a la radicalidad del amor gratuito y esa lógica no la entendemos todavía, aunque de ella vivimos. Pero quiero ser como tú, también en esta tarde deseo adentrarme sin miedo en Ti, quiero abrazarme de nuevo y hacerlo de la mano de aquellos que se encontraron contigo en una relación de amistad ganada y atractiva.

Tus discípulos ganados…

Con Zaqueo quiero sentirme hijo de Abrahán y hermano tuyo, con derecho a salvación, y libre de corazón sin ataduras que me impidan avanzar contigo en tu reino.

Con la pecadora arrepentida quiero arrojarme a tus pies y contemplar en tus ojos la mirada limpia con la que siempre me perdonas y me invitas a perdonar en tu nombre. A entrar en ese amor del que nadie nunca nos podrá separar jamás.

Con el centurión deseo sentir cómo me refuerzas en mi pobre fe y me animas a seguir creyendo en el deseo de curar a los que sufren a mi lado y a contar contigo para ello.

Con el ciego de Jericó sueño seguirte aún sin ver, a tientas, porque solo tú puedes ser la luz de mi vida, aun en la oscuridad más cerrada de mis noches. Tú me darás la luz para caminar junto a otros que también te buscan.

Junto a Nicodemo voy a ser cómplice de tu nocturnidad, sentir tu palabra desnuda del amigo que tiene vida eterna y dejarme seducir por la confianza que das incluso a los que tienen miedo de reconocerte a la luz del día. Aun siendo viejo, ya lo voy siendo, ahora quiero nacer de nuevo, sentirme más atraído por ti que nunca y más rendido a tu querer, como Pedro. Quiero tener cerca y alimentarme con tu Palabra, porque a dónde voy a ir si no.

En esta tarde me mueve el verte y aspiro volver al amor primero con los beneficios que ya he recibido en esta vida, sentir tu abrazo resucitado en los últimos cuartos de mi vivir y mi ministerio. Lo quiero como hacer como tus apóstoles cuando te confesaban convictos que habiendo estado contigo ya no podían estar sin ti, aunque todo pudiera parecer fracaso, porque nadie era tan auténtico como tú, ni tan lleno de vida.

Necesito seguir siendo impulsivo, directo, como Mateo y levantarme al instante cuando tu pases por mi lado y yo intuya que me llamas desde la vida.

Que ninguna crisis ni cansancio me rinda en la apertura a tu abrazo y tu presencia en mí.

Me muero por poder decir con Pablo que tú eres mi vida y una ganancia el morir.

Yo espero y deseo, con pasión, encontrarme definitivamente contigo para siempre, aunque sinceramente he decirte  una vez más que aparte de mí que soy un pecador.

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