mujeres del pueblo, mujeres de Dios Loli Bella, mujer rural y llena de vida

A las mujeres fuertes, cuyas alabanzas canta la sagrada escritura, las que siguen llenando de vida y de amor las casas y las calles de los pueblos, las parroquias y comunidades cristianas, desde lugares muy sencillos haciendo cosas sencillas, toda su vida, entregándose y siendo luz y sal.

Oración de ultimidad y agradecimiento

Ayer la despidió el pueblo entero, se enterró Loli Bella. La consternación fue generalizada ante su muerte, aunque su enfermedad ha sido larga y dura. Hoy mi sobrino, enfermero en el hospital, la recordaba con cariño y me hablaba de sus conversaciones con ella sobre el pueblo, nuestra familia y en especial sobre mi madre. Detalles de lo más sencillo que se hace cercano por la vía de lo afectivo y de lo familiar. También he leído notas de jóvenes maduros, profesionales ya, que hablan de su buen hacer y sembrar en los niños del pueblo en el ámbito de la fe y la vida cristiana, de su participación en ámbitos ciudadanos y creyentes. Yo las últimas veces ha sido en celebraciones del Cristo, cuidado de la parroquia y marcha contra el cáncer, donde la he visto activa y participativa. Pero hoy me vuelvo a la infancia y dejo que me envuelvan estampas y momentos, que hoy son muy significativos pero que entonces estuvieron llenos de normalidad y sencillez. Una niña situada en una familia conocida, en su barrio, con muchos tíos, primos… sus padres muy sencillos, su hermano menor. Una niña rodeada de amigas, algunas del valle, MariaElia, Valen… listas y estudiosas en el instituto. Discreta y muy educada, cercana e inquieta. Después juvenil, pareja cuidada con Pedro, matrimonio auténtico vivido en el silencio de lo cotidiano, construido sobre roca, esposa y madre de familia, su hijo coincidió con mi sobrina Sara en la residencia universitaria en Badajoz, buen estudiante como su madre. Y todo ello vivido desde la riqueza de lo rural en el pueblo, de las personas que no han necesitado salir de su ámbito para ser cultas, inquietas y participativas. Sumando sin notoriedad, con trabajo y presencia, con generosidad y compromiso, sin darse importancia e intentando que todos los demás fueran importantes para ella. 

Yo me he sentido siempre cercano a su persona y así me lo hacía sentir. Ha estado cerca de mis celebraciones, cuando me ordené sacerdote, en mi primera misa. Cada vez que he estado en el pueblo la he sentido cómplice y cercana a las eucaristías, las homilías, esa sonrisa al comulgar de sentirte como propio, sin muchas palabras más. Tengo una imagen muy sencilla de un jueves santo, en la madrugada ya, caminando con mi madre para la Iglesia para velar ante el santísimo en el monumento, pasando por la farmacia de arriba, ella también con su madre, ir juntos, reírnos, comentar cosas sencillas de la vida, y adentrarnos juntos en la Iglesia, en el silencio de esa noche santa, para estar delante del Señor en oración. Después ellos vivieron su Getsemaní, su calvario, con la muerte en la inocencia de su hermano Carmelo, víctima de terrorismo a sus 18 años. Aquello que rompió a su madre, padre… a ella le dolió, pero se mantuvo en pie y fue el apoyo el sustento verdadero de sus padres, todo un ejemplo de cuidado y atención a sus mayores en el dolor y en la debilidad. Siempre la he tenido como referente de la elaboración de un verdadero duelo, donde se hace del dolor amor, y principio de entrega a los demás. Nunca le oí nada de condena, de deseo de venganza, ni dejó de desear vivir y proyectar su existencia. Por eso en el día de su partida, mirando a la luz del día, pensé que ya tendría la luz de la vida, ya se habrá encontrado con el Señor crucificado que ha resucitado, el que velamos aquel jueves santo, siendo muy jóvenes, juntos a nuestras madres, ya se habrá abrazado a los suyos y allí también estarían recibiéndolos los nuestros. Eso me consuela y me anima el pensar que algún día, ya no muy lejano, también nos reencontraremos y podremos gozar eternamente de una amistad y un paisanaje lleno de sencillez , complicidad y de vida. Gracias Loli por lo sencillo y profundo de tu vida, tu aportación al pueblo y a la  parroquia. Necesitamos personas así, que no será perfectas, pero que han amado la vida. Deseo que los suyos encuentren el consuelo en la fe que ella no perdió en ningún momento, por duro que fuera.

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