Tú eres mi hijo amado y nosotros en Él Nadie "desgraciado": todos hijos en el hijo (Última píldora del tiempo de Navidad)

No somos llamados al futuro de lo desconocido, sino a la plenitud de un presente que ya actúa en medio del mundo y de la historia. El cielo ya está abierto y con su espíritu de plenitud va cristificando todos los momentos y vericuetos de la historia. No hay vuelta atrás, el Espíritu de su amor deambula por todas las calles de lo humano y toca en todas la puertas del nosotros en cada una de nuestras personas. Ojalá nuestro espíritu esté sumergido en medio de las aguas de lo humano para que, cuando el espíritu baje desde lo alto, nos encuentre abiertos y empapados de todo lo cotidiano.

Bautizados en Cristo para la vida.

Bautismo de Jesús

 Hoy vuelven las figuras del belén a sus cajas y a nosotros nos toca salir de nuestros encajonamientos para ser bautizados en la humanidad de Jesús,  encarnados en la calle y en el mundo. Todo un reto de humanidad actualizado. Nos toca pasar del bautismo del juicio al bautismo de la gracia. De Juan bautista a Jesús de Nazaret y sus expectativas respecto al reino de Dios que ya está aquí entre nosotros. Jesús ha dado la clave de comprensión del horizonte del quehacer de Juan el bautista, todo conduce a la apertura del cielo que permite el abrazo directo de Dios con los hombres en el Espíritu de la bondad.

La humanidad del nazareno, oculto y anónimo en el corazón de la historia de lo diario, abre ese cielo y con su paso benefactor y sanante, el espíritu que baja sobre él nos abre un horizonte en el que la humanidad se siente hija única del Padre, mimada por él. Ya no hay muro que separe lo humano y lo divino, ahora en la historia se revela y se manifiesta el Espíritu de Dios que sana y salva, que anuncia la salvación para todos y la buena noticia para los que más sufren. Dios se mete con el espíritu en las filas de lo humano para que todo sea tocado con su gracia y se llene de luz y de vida.

Nosotros

El bautismo de Cristo en el Jordán, la acción del Espíritu en su corazón proclamándole Hijo querido, quedará sellado en la cruz y hecho definitivo en la resurrección. Ahí está el poder de amar y construir un pueblo de hermanos, en la sangre del redentor. La tarea de los que hemos sido bautizados en Cristo no puede ser otra que hacer este mundo según Dios, pasando del juicio y del temor a la experiencia de la Gracia. Trabajar con empeño para que nadie en este mundo sea ni se sienta desgraciado, porque hay un Padre que ha entregado a su Hijo por él. ¿Entendemos por qué la Iglesia no puede dejar de ser compasiva y misericordiosa? Ella está llamada a realizar este bautismo de comunión de lo humano y lo divino, no puede ser otra cosa que sacramento de la unidad de los hombres con Dios y de todos entre sí, nadie solo ni desgraciado. La llamada hoy es urgente a proclamar que somos todos “Fratelli tutti” y que esta “casa común” lo es por el Padre que nos une y nos sostiene. Todo por el amor del Padre en el Hijo a través del Espíritu, por eso hemos sido bautizados en su nombre, en su persona, en su amor. Bautizados en medio del mundo, en el corazón de la historia para recrear la humanidad amada y fraterna.

Niños

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