Dame de beber...dame el agua viva Orar con la samaritana

La humanidad está junto al pozo de la vida, llena de misterio y de inquietud. Bebe y se agota, su inquietud permanece porque el agua de la vida no brota en su interior. Bebe en fuentes que le ahogan y no permiten su fecundidad. Pero hay un agua, una humanidad que porta la plenitud, que sacia la sed, y que viene de la fuente de la encarnación, de lo oculto, del pobre, de la entrega y del amor. Sólo está al alcance de los que aman. Conjugar ese verbo solo puede hacer la humanidad compasiva.

III DOMINGO DE CUARESMA

Orando con la  samaritana...

15 de Marzo
Un hombre: Jesús de Nazaret.
Una mujer: la samaritana.

 La humanidad y Cristo: "Una relación de sed y de amor auténtico, de dignidad y plenitud."

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Realmente es un misterio, pero Dios se presenta sediento ante mí, me pide que le de agua de mi vida pobre y pecadora, marginal y cansada, dispersa y rapidada. Lo hace porque quiere abrir dentro de mí un manantial de agua viva que salte hasta la vida eterna y en el que  sacie mi sed y puedan beber muchos hermanos.

El caso es que no hay duda de que yo, que parezco beber todos los días, tengo una sed interior insatisfecha, estas aguas no me llenan, no me quitan esa sed tan profunda e interior de lo humano en su mayor desnudez. Cuánto deseo beber en esa fuente inagotable, en esa humanidad tan limpia, en ese amor tan profundo, en ese perdón tan sincero, en ese equilibrio sereno y lleno de paz.

Quiero tu humanidad Jesús de Nazaret, quiero beber en tus entrañas, entrar en tu conversación y dejarme alumbrar por lo que tú me quieres dar en la experiencia de mi propia vida, leída con tu amor.

Sólo tú podrás darme el agua que me limpie de lo que me ata y me cansa, de lo que me margina y me empobrece, de lo que me agota.

Tú eres el agua de la vida y yo tengo sed de ti.

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