"Que sean uno como tú y yo somos uno... universales, nosotros, fraternidad " “Trinidad divina y África en danza”

“El corazón de  Trino de Dios debe ser grande como áfrica y latir con el ritmo de sus tambores y sus danzas", así lo sentí yo con el baile de Fínibus en medio ese grupo de danza africana, una mujer de Dios en el corazón de lo humano y de lo universal.

El misterio divino y su economía

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En el misterio de la historia y de la economía de la salvación hemos ido descubriendo la personalidad de nuestro Dios, Padre, Hijo y Espíritu, y en ellos hemos descubierto el horizonte absoluto de la naturaleza divina, en su unidad trinitaria amorosa. Un horizonte de vida y de esperanza en el que se resuelve el enigma de lo humano y la cuestión de nuestro sentido. Hemos sido creados a imagen de Dios, no somos individuos, somos personas que sólo se entienden en la comunidad de lo humano y en la relación con lo divino. Dios no ha creados individuos, ha creado la humanidad y todo su mundo, a toda ella ama y se dirige desde su corazón. El hombre en la soledad se destruye, ella es signo del pecado, Dios no ha creado un hombre solitario, sino llamado a ser imagen de Dios en su ser comunidad, sólo puede realizarse en la relación amorosa que lo completa y lo engrandece. Por eso no es bueno que nadie esté solo. Los cristianos para ser imagen de nuestro Dios estamos llamados a vivir en el horizonte de “nadie en soledad”, nos dirigimos hacia “un nosotros cada vez más grande”. Nos divinizamos cuando construimos lazos de comunión en cualquiera de los ambientes que nos movemos: matrimonio, familia, trabajo, calle, política… y la Parroquia que, como Iglesia, está llamada ser sacramento de la unidad de los hombres entre sí y de éstos con Dios. En mi parroquia hay una mujer participativa, Fínibus, y su figura me ayuda hoy a comprender y compartir con vosotros mi reflexión sobre esta trinidad y la fraternidad universal como horizonte de los creyentes.

África en danza

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No es un juego de palabras entre ellas, Fínibus y África. Mi amiga tiene su nombre por la virgen de Almendral, que alguna referencia hace al fin de la tierra, y África a ese continente que nos suena a lejanía, estando tan cerca, y a pobreza, pero que está lleno de colores y riqueza, de música y ritmo, de gritos y tambores de alegría y esperanza, y que desea la paz y la justicia para salir de lo que le hace sufrir.  Pero los traigo aquí porque el otro día fue espectador agraciado en el festival “África en danza”. El teatro López de Ayala completamente lleno –conseguí entrada para una última fila un rato antes del comienzo- muchas familias y amigos de los que bailaban, algunos también conocidos por mí. Yo fui por Fínibus, porque me unen a ella procesos de vida, de alegría, de dolor, de vida y de muerte, también de fe y de participación en nuestra comunidad parroquial, para mí es referente de un nosotros universal sin fronteras, como la Trinidad divina, la veo imagen de ella.

Hace tiempo, antes de la pandemia, ella tenía programado viajar a África  con un grupo de los de danza, con el deseo de conocer y acercarse a aquella realidad que le seduce y le atrae hace mucho tiempo. Este deseo lo expresa en esta aproximación a la danza africana, pero también en su concienciación personal de ciudadana, en su participación en Cáritas, en el comercio justo, hasta en el acompañamiento a los chavales preadolescentes de nuestra parroquia donde van descubriendo las claves de la fraternidad del evangelio pegados a la tierra y a la gente de todos los continentes, analizando causas y consecuencias de la desigualdad, de la pobreza y de la riqueza en el mundo, así como los grandes valores de las distintas culturas. Ahora mismo estamos implicados en un proyecto para Madagascar, en lugar de extrema pobreza y hacemos protagonistas a los chavales – nuestra tropa solidaria- en conexión con aquella realidad.

 El estar en el teatro y verla danzar, en esa comunidad de color, alegría y ritmo, acompañada por sus compañeras y aquellos músicos excelentes, me hizo sentir que el corazón de Dios es tan grande como África y late con los mismos latidos que aquellos tambores y demás instrumentos. Todos seguíamos con palmas y movimientos sus bailes, no podíamos no hacerlo. Pero lo que me movía por dentro me lo hizo sentir esa persona, que se siente limitada e imperfecta, pero que sabe de compasión en el dolor y de deseo de caminar en fraternidad junto a otros para hacer un mundo mejor. Le impidió realizar aquel viaje programado la pandemia que se presentó, y que además a ella le dio más duro que a casi todos nosotros, porque tuvo que vivir la experiencia de perder a José Miguel, su esposo, con quien compartía proyecto de vida, junto a sus dos hijos Miguel y Carmen.

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Pero el viaje interior, de su proceso personal y de la necesidad de reproyectar su existencia en el dolor, ha seguido con fuerza y con los latidos de la rabia que se convierte en amor y abrazo con los otros, especialmente con los débiles. En una reunión con padres que han vivido la muerte de los hijos, me comunicaba una madre su sentir tras años de duelo y afirmaba que en el proceso había ido experimentando que a más amor menos dolor. La danza de Fínibus, junto a todas sus compañeras, me transportaba a esa verdad cristiana, de responder al dolor con amor. No puedo menos de felicitar a Cristina Rosa, la directora de estas escuelas de danzas africanas, un modo de presentar el calor y el color de un pueblo lleno de vida y de esperanza que se expresa con alegría en el baile y en el ritmo.

Entendí que lo de esta amiga mía seguro que era afín a toda esa muchedumbre de mujeres –también un joven bailarín-  y músicos que no sólo bailan juntos, sino que comparten y se enriquecen con estos valores y esta cultura africana. Los textos que se proclamaron y se expresaron en la danza hablaban de los valores más profundos de lo humano y del cuidado para sembrar la esperanza de una fraternidad universal sin exclusión y sin juicios, amén de injusticias y desigualdades ambiciosas. Salí renovado interiormente de vuestra actuación, se me movió el corazón y me temblaron dulcemente las entrañas, os sentí comunidad y abracé a África con todos vuestros cuerpos y con toda vuestra alegría. Os felicito a todas vosotras y me felicito a mí por saber de este tesoro tan plural y diverso como humano y comprometido. Vuestros cuerpos bailaron en la igualdad de la fraternidad humana y predicaron que otro modo de vivir es posible. Hoy lo traigo a colación porque en aquel evento vi el rostro amoroso de Dios en su Trinidad, allí estaba el corazón del Padre, la verdad del hijo  y el ritmo del Espíritu. Gracias.

https://www.canalextremadura.es/video/el-xvi-festival-africa-en-danza-regresa-a-badajoz-con-retornos

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José Moreno Losada.

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