Están lavando sus mantos en la sangre del cordero... Voluntarios a imagen de Dios

Hoy día del voluntariado estamos llamados los creyentes a saber mirar desde el Padre la marea inmensa de compasión entrañable que se derrama sobre el mundo, con los sentimientos de Cristo y con la fuerza del Espíritu. Esa iglesia es la verdadera señal de la cruz, del pan partido, del padre bueno.

“A imagen de Dios”, Voluntarios de la Trinidad

Trinidad compasiva

Me encanta cuando en teología se descubre que el concepto persona nació en el contexto de la Trinidad. Personas con identidad propia pero que se descubren y se muestran en la relación entre ellas, las divinas procesiones. Hoy en el día del voluntariado, disfruto pensando en esa muchedumbre inmensa que cantan en la plenitud de la historia y que cuando se pregunta el apocalipsis quiénes son y de dónde vienen, se dice que estos son los que vienen de la gran tribulación que han lavado sus mantos en la sangre del cordero. Sí , hay millones de personas que están lavando sus mantos en la sangre del cordero, en las heridas y en el dolor de una humanidad sufriente. Ahora en este tiempo de pandemia se vuelve a hacer evidente la tribulación y los que con sus mantos blancos son ternura y sanación, consuelo y ánimo, en el valle de las lágrimas.

El cristianismo si algo aporta en la historia de la humanidad es la clave de un amor con fundamento absoluto que dota de sentido toda la historia y toda la creación. Desde el amor también señala el dolor y el sufrimiento que busca la compasión, la que sale de las entrañas auténticas de lo más humano que nos hace próximos de los más sufrientes y caídos al borde del camino. La Iglesia sabe que su identidad se la juega en la verdad de este amor que no puede quedarse en ortodoxia y requiere su ortopraxis, su realización histórica y concreta en todos los momentos por los que atraviesa la humanidad en el camino de la historia.

Una iglesia compasiva, que se hace entrañas de misericordia en el campo del mundo.  Por eso hoy miro a los voluntarios que se mueven con la fe y que configuran una iglesia samaritana, unida a todos los hombres de buena voluntad que caminan en el mismo deseo del amor comprometido. Y en estos voluntarios cristianos siento la presencia inagotable de la Trinidad.

Son voluntarios en el nombre del Padre:

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Contemplo los que me rodean en mi parroquia, en los movimientos, en las obras de nuestra ciudad y región, en otros ámbitos internacionales y descubro sus sentimientos de hijos de Dios. La experiencia de un Dios que les hace sentirse hijos queridos marca la vivencia de una confianza ilimitada que les hace arriesgar sin miedo a favor de los otros. Su concepción de la fraternidad se me hace evidente y cálida, y la siento cuando me acerco a ellos y veo su trabajo y su discurso. No puedo no creer en el Padre cuando los siento tan hermanos de los que sufren. Vosotros sois imagen de Dios Padre.

Son voluntarios en el nombre del Hijo:

Los sentimientos con los que se mueven y con los que oran y celebran su vivencia del encuentro con los que lo necesitan me reavivan los sentimientos de Cristo, aquellos que decía el apóstol san Pablo que habían de ser los determinantes en los seguidores de Jesús. Veo vuestra ternura, paciencia, acogida, alegría, cercanía, dedicación, generosidad… y cómo no creer que Cristo haya resucitado, que el crucificado ha vencido la oscuridad y sabe del amor que es más fuerte que la muerte. Vosotros sois imagen del Hijo muerto y resucitado.

Son voluntarios en el Espíritu Santo:

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¿De dónde viene vuestra motivación y fuerza? ¿Por qué no os quemáis ni os cansáis, aunque no tenéis éxito a los ojos del mundo? ¿por qué seguís creyendo que gente pequeña en sitios pequeños haciendo pequeñas cosas sois el motor de la esperanza y de la verdadera transformación de la realidad? No hay duda que os sostiene el espíritu divino, que habéis recibido del Padre por el Hijo. Me encanta saber que detrás de vuestra acción está la contemplación, la eucaristía, una espiritualidad de lo sencillo y lo profundo, un saber que es el Padre quien por su Espíritu os sigue haciendo imágenes vivas de Jesús de Nazaret. Y que lo hace de modo insospechado, en lugares no conocidos, en gritos muy silenciados, en gestos de una evidencia trascendente, en ojos y corazones que rebosan luz y alegría, aunque a veces se mezclan con la ira y la pena, que también son motores de cambio y de fuerza del mismo espíritu.

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Son señal de la cruz

Voluntarios sois para la iglesia de hoy la mejor confesión de fe, el credo más vivo, seguid haciendo con vuestras vidas el signo de la cruz en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque sólo esa cruz vivida es nuestra fuerza y nuestro poder.

José Moreno Losada

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