El amor de Cristo , la rencociliación y la unidad XI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI)

No debe pasar desapercibido en nuestra Iglesia la próxima asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Alemania. En este momento de social, político, económico, ecológico, así como de revisión de las iglesias en su ser y hacer, cuando estamos hablando de sinodalidad, no es baladí lo que va a ocurrir en esta asamblea. Nos ha de afectar y hemos de vivirlo como algo propio de hermanos con los que queremos unirnos de corazón en el espíritu de Cristo y su Iglesia de unidad y verdad.

Por la XI asamblea del Consejo Mundial de Iglesias Video XIasamblea

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Del 31 de agosto al 8 de septiembre se va a realizar la 11ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Es un encuentro que tiene como lema: “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y a la unidad”. Se va a celebrar en alemana en Karlsruhe, tras la petición de las iglesias de Alemania.  La asamblea es el órgano rector supremo del Consejo Mundial de Iglesias y normalmente se reúne cada ocho años. Se trata de un momento especial al reunirse en un solo lugar las Iglesias miembros del consejo, así como otras asociadas ecuménicas y otras iglesias. Se esperan más de cuatro mil participantes, siendo así un lugar especial para el compromiso con la señal de la unidad visible y de testimonio común. La Asamblea del CMI es así la reunión cristiana más diversa del mundo.

Es significativa que sea en Europa, donde no se celebraba desde 1968. Después de la Segunda Guerra Mundial y con los cambios en la situación geopolítica que trajo consigo la descolonización, se desarrolló una nueva realidad de una entidad europea eminentemente occidental. Paralelamente, el enfrentamiento entre la Unión Soviética y las potencias occidentales provocó la división del continente en Este y Oeste, que duraría hasta la caída del muro de Berlín, en 1989. Las iglesias europeas del movimiento ecuménico y el CMI siempre se han esforzado por mantener y alimentar el sentimiento de unidad, a pesar de la división de la Guerra Fría. Esa fue además una de las principales funciones de la organización ecuménica regional creada por las iglesias europeas, en 1959: la Conferencia de Iglesias Europeas.

La propagación geográfica de la región de Europa en el CMI y en el movimiento ecuménico coincide, en su mayor parte, con la noción política de una Europa que se extendía desde los Urales hasta el Atlántico. En su flanco meridional, se incluyen los países del Cáucaso, a excepción de Chipre, que forma parte de Oriente Medio. Las afinidades subregionales son bastante fuertes: la región nórdica (los países escandinavos, más Finlandia y los países bálticos), Europa Central, Europa del este, los Balcanes y el sur de Europa.

Las iglesias protestantes de la Europa occidental y meridional han formado una conferencia subregional. Hasta cierto punto, existe también un patrón confesional subregional: las grandes iglesias de la Reforma (la Iglesia Protestante y la Iglesia Anglicana) se encuentran principalmente en el oeste y en el norte, mientras que la Iglesia Católica es mayoritaria en el sur (y en Polonia); las iglesias ortodoxas, por su parte, son mayoritarias en las regiones centrales y orientales de Europa. Las iglesias de la Reforma Protestante (Luterana, Reformada y Metodista) se encuentran en plena comunión, en virtud del Acuerdo de Leuenberg, y han formado la Comunidad de Iglesias Protestantes en Europa. Las iglesias Anglicana y Luterana (episcopal) en Gran Bretaña y en los países nórdicos (a excepción de Dinamarca) también firmaron un acuerdo de plena comunión (Porvoo). El CMI cuenta con ochenta y una iglesias miembros.

Será un momento de celebración, oración y de búsqueda de caminos conjuntos para avanzar en el encuentro para la unidad en Cristo y en su Iglesia, desde nuestro ser iglesias cristianas. Ni que decir tiene que también tenemos una llamada especial en el contexto actual para responder a las cuestiones de tipo antropológico, social, ecológico que están planteadas, así como de orden político y económico que acaban teniendo consecuencias de orden, guerra y paz entre nosotros. Debemos darle importancia a esta asamblea estar muy atentos y sobre todo unirnos con nuestra oración compartida y ecuménica. Debemos seguir también toda la preparación y desarrollo de la misma en orden al camino del ecumenismo que ya tenemos emprendido.

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Las delegaciones diocesanas de ecumenismo hemos de ser portavoces de estos espacios y encuentro para el pueblo de Dios. No es accidental lo que está ocurriendo y se vive en el deseo de un camino común y verdadero en el seguimiento de Jesús y en la construcción de la Iglesia. El tema de eclesiología que ha sido central en el último encuentro en la conferencia episcopal española organizado por la subcomisión de relaciones interconfesionales estará muy vivo en esta asamblea y nosotros recogeremos sin duda frutos de la misma. Por ahora comencemos a orar juntos por este evento eclesial y creyente, signo del deseo de unidad que nos mueve a los cristianos, por inspiración del Espíritu.

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