lectura creyente Cuando el amor vence al dinero...

Ha sido en este semana... suelo tener de fondo el evangelio y la lectura creyente del mismo en el vivir de cada día y desde ahí recibo hechos de vida que me iluminan. Recibo un watsap de un joven que participa en el equipo de ecumenismo de nuestra diócesis. El pertenece a la Iglesia anabaptista, camina con jóvenes en Cáceres y en Mérida, pero trabaja en Badajoz, cuidando a personas mayores. Hace un mes ya le llego la regularización en nuestra sociedad, tras dos años de silencio y trabajo esperando. Conoce a un joven migrane que llego menor a España ya hace casi cuatro años y que ahora está necesitado y ni corto ni perezoso se pone en acción para cuidarle y facilitarle la vida... para dar lo que él ha recibido.
| Jose Moreno Losada

Así decía la nota de watsap:
Buen día Amigo.
Que ayer quería tu consejo sobre una desicion que tomé, con respecto a nuestro amigo.
El me comentó (o nos comentó) que fue a Madrid, y que en su trabajo allí. Al final no le pagaron lo que le prometieron.
El finde de semana el me escribió y me comentó que estaba buscando trabajo, que estaba muy necesitado (yo creo que no tiene nada de dinero).
Entonces lo que hice fue hablar por el en mi trabajo, y pedirle a mi jefa que le considere trabajar los fines de semana conmigo, es decir “intercalar los fines de semana” (un finde el, otro yo). Eso significa que se parte mi salario, etc.
El empezaría ya este fin de semana.
Era solo por comentarte
Despues estuvimos juntos y analizamos su proceso y desde donde y por qué tomaba esta decisión y yo me quedé absorto en la sencillez con la que entendía el evangelio...El no ha venido a Europa a enriquecerse sino a seguir viviendo en la fe, formarse y comprometerse en la transformación del mundo. No puede dejar que este espíritu capitalista le quite su espíritu. En su horizonte su formación humana y teológica, en su proyecto caminar según las claves del Reino de Jesús, para poder animar a transformar las realidades de las que han salido, a no olvidar a los que quedaron allá y donde ojalá se pueda volver con un espiritu de compromiso y de transformación. Para él la emigración no ha de ser un olvido de lo que se dejó allí, sino la preparación para su transformación, es otro modo de entenderlo.
A mí me interpeló y me ayudo a abrirme al evangelio de esta semana y a su aserto radical: O Dios o el dinero.
El deber y el haber
Estamos llamados evangélicamente a una ética de la ecología integral que pasa por modos de vivir nuevos y creativos. No se nos llama al sacrificio triste de la negación, sino al camino vivo de la alegría de haber que no es desde la deuda sino desde la gratuidad. Una ética de lo fraterno que genera paz y justicia. ese camino exige despojamiento para una libertad sin parangón y los que la experimentan no quieren abandonarla, porque sienten lo que es pasar del deber al haber en el amor y eso conduce por caminos que son de gozo y de comunión, nada comparables con las cosas del mundo, que comienzan incluso a ser consideradas más como cargas que como seguridad que libere. En este sentido me parece emblemático la propuesta de Laudato si, que invita a la sobriedad y austeridad gozosa y que está claramente en la línea de saber decrecer para crecer, entrar en una pobreza que enriquece y que somete las idolatrías. Entremos con paz en la contemplación y reflexión de esta invitación universal papal en su carta:
222.” La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo. Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que "menos es más".
La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal, detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que nos ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres.
223.- La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprendan a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el encuentro con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.
Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados.”
El reto de salir de inercia de nuestro mundo mercantilizado:Desde el becerro de oro
La inercia es permanente. Frente al absoluto y trascendente misterio de lo divino, buscamos lo caduco de unos bienes que nos entusiasman a la vez que nos consumen. Acabamos tragando nuestra adoración en fuego que nos devora y nos destruye sin compasión alguna. La tensión entre Dios y el dinero no tiene fin ni descanso. Jesús se muestra como la riqueza alternativa que conduce a la plenitud de la realización de la historia, nos invita a la libertad de la confianza en la filiación. Nosotros, por el contrario, seguimos bendiciendo los bancos y poniendo en ellos nuestra esperanza sin que nos hayan mostrado nunca ni bondad ni misericordia. Nos queda lejos la alternativa de la banca ética, aunque tenemos el discurso y los ritos que la avalan. No acabamos de discernir lo de jurar por el altar o por el oro que ponemos encima.