Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC
Palabra hecha carne: la vida
Bienaventurados...
A la luz de la proclamación de las Bienaventuranzas, podríamos comenzar preguntándonos: ¿eres feliz?, ¿cómo?, ¿cuándo has experimentado intensamente que disfrutabas de la vida y eras feliz?, ¿qué te ayuda a ser feliz y qué te quita la felicidad?
Con humildad deberíamos pedirle al Espíritu que nos dé sabiduría para saber discernir cuál es la felicidad que hemos de vivir según el evangelio.
Hay una manera concreta de buscar la felicidad que nos presentan los medios y las redes sociales:
Nos dicen, por tanto, que podremos ser felices cuando complazcamos nuestros íntimos deseos: de placer, de consideración social, de dinero, de triunfo personal, de salud, de poder… y que mientras no tengamos todas esas cosas no seremos felices.
Y todos, de alguna manera, buscamos aquello que nos están diciendo para ser felices. La cuestión es que siempre mantenemos un cierta insatisfacción, que nos impide gozar plenamente de la vida, vivir con una alegría interior profunda.
Jesús conoce bien a las personas, y sabiendo sus deseos y aspiraciones, no duda en decir con su programa evangélico que hay otra manera de ser felices, es el programa que él nos presenta en las Bienaventuranzas.
Pero este mensaje de las Bienaventuranzas es quizás la página más desconcertante, provocativa y desafiante de la Buena Noticia, del Evangelio de Jesucristo; es justamente el corazón del mismo Evangelio. Los ricos, los soberbios, los poderosos se sienten autosatisfechos: tienen lo que quieren. Pero se encuentran peligrosamente encerrados en sí mismos y en todo lo que tienen, viven al margen de los demás; su felicidad, en muchos momentos, es a costa de la felicidad de los otros.
Por eso, Cristo a través de las Bienaventuranzas viene a decirnos: “está atento y discierne con que sabiduría te mueves en la vida, sé humilde y examina si posees un corazón egoísta y posesivo”. Jesús nos invita a vivir en la clave del amor, de la bondad, de la solidaridad, de la verdad, de la sencillez, de la confianza, de la aceptación de la vulnerabilidad. Te juegas la felicidad, sólo hay una vida para elegir y conviene acertar.
De ahí, que, en nuestra comunidad parroquial, los mensajes que venimos lanzando, domingo tras domingo, son mensajes emanados de la Palabra de Dios para invitarnos a profundizar en nosotros mismos, salir de nuestras corazas, compartir lo que somos y tenemos, cuidarnos y cuidar a otros, confiar en Dios sabiendo que estamos en buenas manos, dejarnos acompañar en la vida, caminar en fraternidad siendo discípulos unos de otros, vivir dignamente saboreando lo pequeño de cada día.
Con la edad vamos aprendiendo que la felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro. Muchas cosas de las que nos acontecen las viviremos según la fe que poseamos, los valores las motivaciones que tengamos el sentido que le demos a cuanto acaece.
Tengamos claro que Jesús con este programa de las Bienaventuranzas no quiere un mundo lleno de pobres, de llorosos, de perseguidos… para que puedan ser bienaventurados. Las bienaventuranzas nos proponen:
Las bienaventuranzas nos presentan cómo ser felices al estilo de Jesús. Busquemos ese otro modo que tiene que ver con el amor y la misericordia. Bienaventurada nuestra comunidad parroquial si nos enseña y ayuda a ser felices según el evangelio. Ojalá, Jesús, pueda decirnos: “enhorabuena porque estáis en el camino de la felicidad”.
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