Bienaventurados... ¿Eres feliz? El eco de una homilía

En alguna ocasión he comentado cómo suelo seguir las homilías de mi compañero Paco Maya, de alguna manera me ayuda a escuchar junto a los fieles de la parroquia para dejarme tocar por esa iluminación de otro hermano. En este último domingo no pude estar y la leí cuando llegué a celebrar por la tarde, él suele escribirla y la deja en el ambón. No resistí la tentación de citarlo y leer literalmente una parte de ella a la asamblea. Incluso difundí ese trozo. Al hacerlo más de una persona me pidió si podía darle toda la reflexión. Hace unos días visité aun feligrés que deseaba hacer una confesión general de su vida, tras llevar ya doce años con la enfermedad de párkinson, en la búsqueda de una espiritualidad más profunda. En su relato de examen de conciencia me habló de que había podido estar en la eucaristía y que le había marcado la homilía sobre las bienaventuranzas de Paco, había sido clave en su examen de conciencia y en su determinación de querer ser profundamente generoso en este estadio de su vida.  Es de esas homilías que provocan eco en el pueblo de Dios y no duró más de ocho minutos. Aunque hay quien comenta que por alabarlo yo no lo han hecho obispo. Vaya por Dios... tampoco esta vez.

paco
A la luz de la proclamación de las Bienaventuranzas, podríamos comenzar preguntándonos: ¿eres feliz?, ¿cómo?, ¿cuándo has experimentado intensamente que disfrutabas de la vida y eras feliz?, ¿qué te ayuda a ser feliz y qué te quita la felicidad?

Con humildad deberíamos pedirle al Espíritu que nos dé sabiduría para saber discernir cuál es la felicidad que hemos de vivir según el evangelio.

Hay una manera concreta de buscar la felicidad que nos presentan los medios y las redes sociales:

  • - Tienes que saber que tu felicidad depende de lo exterior, de la imagen. Procura siempre ser joven, estar en forma, con aspecto agradable y despertando la admiración de los que te rodean.
  • - Ten dinero y serás feliz. Serás feliz si tienes dinero para gastar lo que puedas. Si no tienes dinero, pide un adelanto, o un crédito, o te retrasamos el pago...
  • - Triunfa en la vida. Consigue un buen puesto de trabajo…, bien remunerado. Triunfa y para ello estudia una buena carrera (los que pueden permitírselo, claro). Y ¡serás feliz!
  • - No te preocupes del mañana. Vive al día: “A vivir que son dos días” Pásatelo bien: compra, viaja, diviértete, no te prives de nada. 

Nos dicen, por tanto, que podremos ser felices cuando complazcamos nuestros íntimos deseos: de placer, de consideración social, de dinero, de triunfo personal, de salud, de poder… y que mientras no tengamos todas esas cosas no seremos felices.

Y todos, de alguna manera, buscamos aquello que nos están diciendo para ser felices. La cuestión es que siempre mantenemos un cierta insatisfacción, que nos impide gozar plenamente de la vida, vivir con una alegría interior profunda.

cambiemos

Jesús conoce bien a las personas, y sabiendo sus deseos y aspiraciones, no duda en decir con su programa evangélico que hay otra manera de ser felices, es el programa que él nos presenta en las Bienaventuranzas.

Pero este mensaje de las Bienaventuranzas es quizás la página más desconcertante, provocativa y desafiante de la Buena Noticia, del Evangelio de Jesucristo; es justamente el corazón del mismo Evangelio. Los ricos, los soberbios, los poderosos se sienten autosatisfechos: tienen lo que quieren. Pero se encuentran peligrosamente encerrados en sí mismos y en todo lo que tienen, viven al margen de los demás; su felicidad, en muchos momentos, es a costa de la felicidad de los otros.

Por eso, Cristo a través de las Bienaventuranzas viene a decirnos: “está atento y discierne con que sabiduría te mueves en la vida, sé humilde y examina si posees un corazón egoísta y posesivo”. Jesús nos invita a vivir en la clave del amor, de la bondad, de la solidaridad, de la verdad, de la sencillez, de la confianza, de la aceptación de la vulnerabilidad. Te juegas la felicidad, sólo hay una vida para elegir y conviene acertar.

De ahí, que, en nuestra comunidad parroquial, los mensajes que venimos lanzando, domingo tras domingo, son mensajes emanados de la Palabra de Dios para invitarnos a profundizar en nosotros mismos, salir de nuestras corazas, compartir lo que somos y tenemos, cuidarnos y cuidar a otros, confiar en Dios sabiendo que estamos en buenas manos, dejarnos acompañar en la vida, caminar en fraternidad siendo discípulos unos de otros, vivir dignamente saboreando lo pequeño de cada día.

cuidado

Con la edad vamos aprendiendo que la felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro. Muchas cosas de las que nos acontecen las viviremos según la fe que poseamos, los valores las motivaciones que tengamos el sentido que le demos a cuanto acaece.

Tengamos claro que Jesús con este programa de las Bienaventuranzas no quiere un mundo lleno de pobres, de llorosos, de perseguidos… para que puedan ser bienaventurados. Las bienaventuranzas nos proponen:

  • - Ser pobres. Vivir con libertad ante toda atadura. Es preferible ser pobre, que ser rico opresor, llorar a hacer llorar a otros. Consuela a los que lloran.
  • - Somos dichosos cuando nos ponemos al servicio de los otros, arrimando el hombro y siendo solidarios.
  • - Es preferible pasar hambre a ser la causa de que otros mueran de hambre.
  • - Somos dichosos cuando visitamos y acompañamos a los enfermos y dediquemos tiempo a los que sufren, aunque tengamos que privarnos de ciertas comodidades y tener menos tiempos de televisión.
  • - Seremos más felices cuanto menos violento seamos, sembremos la paz, y no estemos siempre fastidiando. Seremos felices si tendemos siempre puentes de encuentro.
  • - Seremos más felices si no necesitamos tantas cosas y elegimos vivir más austeramente, más sencillamente.
  • - Seremos más felices si vamos aprendiendo a aceptar nuestra vulnerabilidad y el sufrimiento que de ella pueda desprenderse.
  • - Seremos felices si anteponemos el bien común a nuestros intereses particulares.
  • - Seremos felices si provocamos la risa en los ojos tristes y el calor de la esperanza y la alegría en los corazones endurecidos por el dolor y el sufrimiento.

Las bienaventuranzas nos presentan cómo ser felices al estilo de Jesús. Busquemos ese otro modo que tiene que ver con el amor y la misericordia. Bienaventurada nuestra comunidad parroquial si nos enseña y ayuda a ser felices según el evangelio. Ojalá, Jesús, pueda decirnos: “enhorabuena porque estáis en el camino de la felicidad”.

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