Hay más alegría en dar que en recibir, clave de catequistas El gozo en las primeras comuniones. El credo de los niños

El gozo en las primeras comuniones. El credo de los niños
El gozo en las primeras comuniones. El credo de los niños Jose Moreno Losada

Hoy sábado, una vez más en nuestra comunidad parroquial, celebraremos primeras comuniones. En este caso son los grupos de Sara y Leti, dos de las catequistas que les han acompañado durante tres años. Una de ellas madre que se ha incorporado a esta tarea y piensa permanecer en ella, la otra maestra de educación infantil que ha estado viniendo desde un pueblo cercano, semanalmente para acompañarles en este inicio de fe, y lleva haciéndolo seis años. Todo un misterio de entrega y vivencia eclesial, que lo mires por donde lo mires, me llama al gozo de la fe y de la comunidad. Hoy quiero reflexionar sobre este quehacer ministerial teniendo presente el equipo de catequistas de mi parroquia, un tesoro digno de alabanza.

Gozar en las comuniones: Su credo

(Sentir de un sacerdote diocesano)

A veces en las conversaciones entre los sacerdotes oímos quejas de las celebraciones de las primeras comuniones, por todo lo que pueden tener de espectáculo y perversión en el aparataje que puede tragarse el sentido más auténtico de la iniciación al sacramento de la eucaristía. También nos dolemos con respecto a las catequesis y la dificultad de encontrar y preparar catequistas en la comunidad.  No niego las dificultades y a veces me duelen algunas cosas dentro de las celebraciones, pero la verdad que, si valoro la globalidad de lo vivido en torno a las catequesis infantiles y sus celebraciones, he de confesar que he gozado y gozo con estos procesos y estas celebraciones.

Tengo un recuerdo inolvidable de los primeros años sacerdotales en un pueblo pequeño como Cheles, tengo grabado a fuego aquellas celebraciones y a los pequeños que se formaron y recibieron el sacramento, no puedo olvidarlos. Creo que ellos tampoco. Y ayer mismo celebré en mi comunidad parroquial de Guadalupe en Badajoz, después de cuarenta y dos años sacerdotales, y gocé, me emocioné.

Recuerdo con gozo cuando yo hice mi primera comunión en 1964, tengo marcado el sentimiento de fondo tan infantil y tan auténtico que aún conservo, y me conmueve en la eucaristía. Se renueva en mí cada vez que me acerco a un niño y pongo en sus manos la hostia consagrada, Jesucristo resucitado en trocito de pan, y su corazón de niño recibiéndolo, sin saber apenas lo que hace.

Vienen al despertar religioso con seis o siete años y están en grupos semanales tres cursos. Hago lo posible por pasar por todos los grupos todas las sesiones, para alegrarme con ellos, cantar canciones simbólicas, contarle alguna parábola al hilo del tema, o simplemente para rezar con ellos. Eso hace que ellos me reconozcan como alguien que les pertenezco, me buscan, me abrazan, me cantan, me esperan, me cuentan, me regalan, me dibujan… y yo me renuevo. Por eso cuando llega el día me siento tan tocado como ellos y me descubro siendo de ellos, sin juzgarlos y queriéndolos, con sus nombres, sus características propias, mirando sus ojos brillantes y nerviosos. Por eso gozo y si sufro es por aquello que les puede impedir sentir y vivir ese momento como ellos se merecen.

El gozo es compartido con todos los catequistas que participan en estos procesos catecumenales infantiles, más de veinte. Lo hacen con una vitalidad, creatividad, fidelidad, compromiso, entrega, que me llevan en volandas y los hacen sentir la alegría y la bondad del evangelio en medio de la comunidad parroquial. Creo que este es un gran tesoro de nuestra parroquia y por el que debemos dar todo; sin ellos no podríamos sembrar en estas criaturas el amor y el gozo de Jesús. Disfruto cada vez que los padres me manifiestan las ganas con las que vienen cada semana a las sesiones catequéticas. Me hacían reír algunos que decían que les condicionaban con no dejarles venir si no hacían las tareas.

En la celebración hay un momento que es especial, cuando ellos en torno al cirio pascual como gesto bautismal comparten con todos nosotros el credo que han ido elaborando con sus propias palabras al final de proceso educativo, ayudados por sus animadores. Lo hacen con una claridad y soltura admirable para todos. Por eso comparto con vosotros su testimonio de fe, un credo infantil que está ll2amado a seguir creciendo en ellos en medio de esta comunidad:

leti

“CREEMOS EN DIOS, que ha creado con Amor el mundo que nos rodea: el agua y la tierra, las plantas, los animales, el sol que nos alumbra cada día y las estrellas que iluminan nuestra noche. Él es un Padre generoso que nos ha regalado la vida. Él nos quiere y nos cuida desde el cielo con un amor inmenso.

CREEMOS EN JESÚS, Hijo de Dios, que murió por nosotros en la Cruz y resucitó para estar siempre a nuestro lado. Él está en nuestro corazón y nos enseña a perdonar y amar a los demás con un cariño infinito. Él nos enseña con su Palabra a ser felices y buenas personas.

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO, que vive en nosotros y nos ayuda, nos da fuerza y hace más grande nuestra fe cada día. Él siempre nos ayuda ser generosos y amables, y a cuidar a los demás con cariño.

CREEMOS EN LA IGLESIA, porque es mi otra familia, la que me acompaña y me hace crecer como amigo de Jesús. En la comunidad nosotros rezamos, escuchamos la Palabra de Dios y aprendemos a amarnos y cuidarnos como hermanos.

CREEMOS EN EL CIELO, en el que está nuestro Padre Dios, Jesús, la Virgen María y todas las personas queridas que ya fallecieron, que nos protegen y nos cuidan siempre. Allí nunca habrá guerras. Solamente habrá sonrisas, alegría, paz y tranquilidad y mucha felicidad.

Amén.”

Decidme si es o no es para gozar desde ellos y con ellos.

José Moreno Losada

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