In memoriam a Don Manuel Tirado Tobalo Nada hubiera sido igual

Manuel Tirado Tobalo
Manuel Tirado Tobalo

"Acaban de comunicarme que ha muerto don Manuel Tirado Tobalo, sacerdote de nuestra diócesis de Mérida-Badajoz"

"Al recibir la noticia, siento dolor y tristeza por la pérdida de este ser para mí querido, pero también una paz y un agradecimiento grande ante Dios por su persona y sus sentimientos"

"En mi vida nada hubiera sido igual si no me hubiera encontrado con él. Tengo anécdotas entrañables de él conmigo y con mi familia. Sin ser yo nada especial, yo creo que él era así"

"Quiero dar gracias a Dios Padre, por don Manuel y por el bien que me hizo en mi vida. Nunca olvidaré ese semblante sacerdotal que percibí en mi infancia a través de él y que siempre lo he recordado como referente"

"Seguro que ya estás glorioso en el cielo para siempre. Allí nos encontraremos y seguiremos recordando aquellos comienzos de mi ser cristiano y mi deseo de ser sacerdote, por los referentes que tuve"

Acaban de comunicarme que ha muerto don Manuel Tirado Tobalo, sacerdote de nuestra diócesis de Mérida-Badajoz. Yudis, religiosa contemplativa de Talavera, ayer le despidió en el hospital diciéndole: “Abuelo, usted ya ha trabajo bastante por el reino de Dios, ya pude irse en paz…” y lo besó con el mayor cariño del mundo.

Él, obediente, ha cerrado sus ojos y se ha marchado, amando la vida más que a la muerte. Los últimos años de jubilación los pasó en Talavera, hasta hace unos meses que ingresó en el asilo de Badajoz. Al recibir la noticia, siento dolor y tristeza por la pérdida de este ser para mí querido, pero también una paz y un agradecimiento grande ante Dios por su persona y sus sentimientos. En mi vida nada hubiera sido igual si no me hubiera encontrado con él.

Yo, pequeño con nueve años, en un pueblo lejano de Badajoz, Granja de Torrehermosa. Allí llegó él como sacerdote, coadjutor de Don Arcadio. Un hombre con ideas sencillas y evangélicas, cercano a la gente, sin pretensiones, culto y preparado.

Nos impartía lengua en el aquel colegio libre adoptado, promovía la cultura entre los jóvenes, el teatro, le gustaba la pintura, y era uno más del pueblo. Yo niño lo miraba y lo contemplaba gigante, mi relación se daba por ser monaguillo, la figura del sacerdote nos daba respeto. Pero este gigante se peleaba conmigo, me daba bromas, se reía de mis cosas, me enseñaba a pintar y me daba dinero para que me pudiera bañar en la alberca del pueblo en verano. Este sacerdote me quería y me trataba con mucho respeto. Tengo anécdotas entrañables de él conmigo y con mi familia. Sin ser yo nada especial, yo creo que él era así.

Vivía con su madre, viuda de hacía mucho tiempo, una buena y sencilla mujer. En ese ambiente surgió en mí el deseo de ser un sacerdote como don Manuel, aunque eso me parecía imposible. Pero él, junto a Manuel Seco otra sacerdote de mi pueblo, me facilitaron el camino para poder ingresar en el seminario.

Cuando volvía en vacaciones las primeras veces me acuerdo que me decía que porqué volvía tan serio y tan formal, que qué me habían dado en el seminario, no quería que perdiera la frescura que me caracterizaba. Se preocupó hasta mi economía ese primer año sabiendo la sencillez y austeridad de mi familia, para que no fuese gravoso a mis padres. Un sentido de paternidad y cuidado admirable. Por eso hoy, siento un agradecimiento especial y lo traigo a mi oración.

Vocación

Quiero dar gracias a Dios Padre, por don Manuel y por el bien que me hizo en mi vida. Nunca olvidaré ese semblante sacerdotal que percibí en mi infancia a través de él y que siempre lo he recordado como referente.

Actualmente en mi parroquia trato de estar lo más cercano posible a la gente y en especial a todos los niños y niñas, y siento emociones de agradecimiento profundo al Padre por tener esta riqueza de pastoral catequética con infantes. Yo creo que lo hago por aquellos sentimientos tan buenos que guardo de mi infancia, en los que tanto tuvo que ver este sacerdote sencillo de nuestro presbiterio. Imagino que él sentiría en su cercanía la misma alegría que yo siento ahora cuando me acerco a los chavales en nuestra parroquia. Seguro que ya estás glorioso en el cielo para siempre. Allí nos encontraremos y seguiremos recordando aquellos comienzos de mi ser cristiano y mi deseo de ser sacerdote, por los referentes que tuve.

Un pequeño detalle de sus cuidados es una fotografía que él se encargó de realizar con el grupo de primero de bachiller en el colegio. Fotografía que guardamos con mucho cariño y que fue motivo de un reencuentro entre nosotros casi cincuenta años después. Detalles de luz insignificante que acaban alumbrando a todo los de casa.

In memorian
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