"De qué te sirve ganar el mundo si pierdes la vida" Otra joven universitaria que salta al vacío... su muerte,grito que interpela

Otra joven que salta al vacío en el campus y su muerte nos interpea
Otra joven que salta al vacío en el campus y su muerte nos interpea Jose Moreno Losada

"Más que buscar culpables apresuradamente, quizá es momento de dejarnos interpelar con profundidad por este problema crónico de nuestros días: la salud mental. Yo me cuestiono cuántas veces respondo con prisas a las demandas de quienes se dirigen a mí, contaminado por la vorágine de un ritmo de vida y de trabajo a menudo autoimpuesto que deja poco margen para la mirada atenta hacia las necesidades de nuestro alrededor. «Amar es estar atento», decía la filósofa Simone Weil, y nuestro universal poeta Miguel Hernández declaraba «No perdono a la vida desatenta».

Palabras de un joven universitario de la complutense (Álvaro)

Una joven que salta en el vacío y nos deja un grito interpelador

jec grupo

La noticia no es nueva. Una joven ha saltado al vacío en la facultad de geografía e historia de la complutense en el día de ayer, a las nueve y media de la mañana. El aula quedó sin aliento, el profesor y los compañeros sintieron el vacío y el golpe seco de esta compañera que decidía así el fin de su existencia, quizá porque le faltaba la vida.

Las autoridades académicas buscando lo mejor, suprimieron las clases para esa aula, pero decidieron continuar con la labor académica normal del día, para que funcionara la normalidad, buscando lo que psicológicamente podría ser lo mejor. Los alumnos en las redes se volcaron con fuertes críticas, entendiendo que no podía seguir con normalidad el quehacer universitario cuando un miembro de esa comunidad, había saltado al vacío gritando su angustia, proclamando la necesidad de una salud mental que no tenía. Manifestaban que no se puede silenciar, ni ocultar, una realidad que es fuerte y diaria. Nuestra sociedad está enferma, las mentes humanas no están satisfechas, ni viven felicitantes, es urgente acoger el grito de los suicidios diarios, en una mayoría importante de jóvenes. Hablan los datos insistentemente que la mayor causa de mortalidad en los jóvenes, más que los accidentes de tráficos, es la salud mental, los suicidios diarios.

Me acaba de llegar una nota publicada por los compañeros de esta joven universitaria que falleció ayer sobre el suelo frío del campus universitario de la complutense:

“El suicidio de nuestra compañera ayer en la Facultad de Geografía e Historia, durante el momento más concurrido de la jornada lectiva, es una tragedia que nos conmociona y nos llena de preguntas. Como comunidad educativa y como sociedad habitamos un entorno hiperconectado gracias a las redes. Sin embargo, a menudo vivimos sordos, ciegos y mudos ante el drama silencioso que atraviesa la persona con la que compartimos pupitre, aula o despacho. Más que buscar culpables apresuradamente, quizá es momento de dejarnos interpelar con profundidad por este problema crónico de nuestros días: la salud mental. Yo me cuestiono cuántas veces respondo con prisas a las demandas de quienes se dirigen a mí, contaminado por la vorágine de un ritmo de vida y de trabajo a menudo autoimpuesto que deja poco margen para la mirada atenta hacia las necesidades de nuestro alrededor. «Amar es estar atento», decía la filósofa Simone Weil, y nuestro universal poeta Miguel Hernández declaraba «No perdono a la vida desatenta». Más allá del importante camino que debemos hacer cada cual desde nuestra posición, es momento de reclamar y de potenciar aquellas políticas institucionales, protocolos y mecanismos públicos (como el @PsiCall, servicio gratuito de atención psicológica a estudiantes de la UCM) que facilitan procesos de atención, cuidado, escucha y acompañamiento de todas las personas y colectivos en situación de vulnerabilidad.” (Álvaro)

Una nota escueta pero directa y clara sale del fondo de esa comunidad universitaria y yo la acojo mientras viajo en un tren de media distancia dirección a Palencia donde hoy presentaremos simbólicamente el libro “Profesionales y ecología integral: reto y pasión” (Edit PPC) donde desde el movimiento de profesionales cristianos planteamos cuestiones de ecología que están atravesadas por la dimensión de lo humano y del sentido de la vida y de toda la realidad. Voy repasando sus páginas y valoro todo lo que en sus capítulos se va desgranando y me fijo atento al último de ellos que está escrito por jóvenes profesionales que hacen una reflexión seria sobre el ser profesional, la sociedad en la que vivimos la necesidad de dar respuesta a lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, atendiendo a este desvivir que afecta a gran parte de la población y especialmente en el área juvenil. Uno de estos jóvenes, Maitane, estará en la mesa aportando su visión, ni que decir tiene que el hecho de vida-muerte de esta joven universitaria estará presente. Curiosamente mañana, sábado, tendremos una jornada de reflexión oración sobre un tema directo como es “claves para una espiritualidad del cuidado”. Vamos a estar todo un trienio profundizando en la revolución de la ternura y del cuidado a la que estamos llamados como ciudadanos y cristianos, también desde la perspectiva profesional. Está siendo un tema muy interpelador. Nuestra sociedad que ha caminado con urgencia y rapidez por los caminos del laboratorio, del progreso, de lo tecnológico, por la sala de máquinas, ha ido olvidando el espíritu de lo natural, de lo humano, de la ternura y del cuidado. Ahora en la vorágine de unas prisas sin dirección y de unas expectativas sin trascendencia ni comunión, tiene que pararse y reconciliarse consigo misma, ha de convertirse a su condición de criatura, de debilidad y vulnerabilidad, pero no desde la perspectiva de un fracaso, sino desde la envoltura de la comunión, del amor, de la fraternidad, de lo verdadero. No hemos venido a tener éxito, sino a vivir en profundidad, nuestra felicidad no está en ser los mejores, sino en ser buenos y disfrutar de la bondad de lo que nos rodea. Los jóvenes buscan la verdad y no están satisfechos con esta vida falseada y contradictoria.

Ayer los alumnos se rebelaban, porque la sala de máquinas de la universidad no paraba ante la muerte de una sus vidas, la razón era salvar la normalidad, pero se estaba entregando el grito y la bondad, de un cuerpo que sufre y muere cuando un miembro de él entra en el mayor dolor de un grito de falta de vida. El que se suicida no es que no quiera vivir, es que no puede mantenerse en una existencia sin vida. Es incapaz de vivir muerto, la nada se le impone sobre el deseo de vivir frustrado en el mayor sufrimiento. Esta chica es un grito de humanidad, una interpelación universal y universitaria, pongámosla en el centro y reflexionemos desde ella para que su muerte no sea inútil y pueda salvar vidas. La salud mental no es algo accesoria en el ser humano, ni colateral.

No puedo menos de enlazar este hecho de vida y universidad y su llamada, con el fin de semana anterior en el que participé en un encuentro de jóvenes estudiantes católicos de distintas diócesis, que presentaban sus campañas y lo hacían en el marco de un horizonte general: “la eco-sociedad”. Les felicito porque son jóvenes que toman la vida en sus manos y se plantean cuestiones que son suyas y lo hacen con profundidad. No hay más que atender a las campañas que tienen abiertas, para los de institutos van a estar trabajando dos años sobre las expectativas y sus vidas, qué esperan de ellos y que esperan ellos de sí mismos, y todo lo que eso tiene que ver con ellos, causas y consecuencias. Los de universidad andad por la implicación y participación en el ser y hacer de la universidad, lo que es la necesidad del bien común y la participación de todos ellos en esa empresa, los graduados ya a punto de ejercer se centran en lo que ha de ser la filosofía del cuidado en la construcción de sus vidas y sus trabajos, para ellos y para todos a los que van a servir con su quehacer. Los felicito porque son esa parte de la Iglesia, que en minoría, pero con protagonismo verdadero, se adentran en sus propias cuestiones y buscan luz, desde claves de evangelio y de vida. Qué pena que la comunidad eclesial no los valore en su medida y los tome como referencia para su pastoral juvenil en medio de esta sociedad que grita en el vacío y pierde a sus jóvenes, que a veces caen de sus propias ventanas universitarias y lejos de nuestros campanarios y nuestros cantos.

José Moreno Losada.

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