Mujer ahí tienes a tu hijo... Se están matando nuestros hijos

La realidad cruda en una ciudad tranquila en la que se vive bien. Las redes son envolventes y destruyen a diestro y siniestro, los hace víctimas y victimarios al mismo tiempo. El dolor y el sufrimiento, cuando no la muerte, se adentra en las familias y las rompe en un calvario que no tiene horizonte. La Iglesia no puede ausentarse de estos calvarios, es ahí donde la presencia ha de ser firme y fuerte para ser verdadera. 

Mandíbulas y prestamistas

cocaina

Ayer volvió a ser noticia entre los pobres y sufrientes. Hoy una madre me hacía llegar su voz herida y envuelta en llanto. Está con su hijo en el hospital, espera que le intervengan, tiene la mandíbula rota, fue anoche en una barriada conflictiva. Una paliza a mano de cinco jóvenes, posiblemente casi todos de la misma edad, ajusticiándose, porque él no haya hecho el pago de algún préstamo, al que habrá acudido tras destruir un sueldo ganado con sudor a lo largo de un mes en los áridos terrenos de los frutales alrededor de Badajoz. Acaba de llegar a la edad de la juventud y ya está roto, destruido por una adicción brutal que comenzaría con el juego de un simple placer. Los mismos que venden la cocaína posiblemente sean los prestamistas, o gente cercana. Toda una mafia envolvente que se impone entre las oscuridades de la noche y de lo humano pervertido. Me pregunto en esta mañana: ¿Qué puede llevar a un joven a entrar en estas adicciones, qué vacío no le habitará? ¿Qué mueve a los que se lucran sabiendo que destrozan vidas con la droga que venden? ¿Qué sentimientos tan deshumanizados habitan a los que toman la justicia por su cuenta y rompen mandíbulas a diestro y siniestro, cuando no siegan vidas? Me muevo entre jóvenes, en el espacio universitario y en los espacios eclesiales, los veo felices, animados…esta misma mañana en la puerta de la facultad, hace unos días en una actividad en las alisedas de la Codosera, y pienso en este joven, en su madre, en el dolor lacerante y profundo, de la madre junto a la cruz y del vacío de un joven de diecinueve años que no es capaz de poder salir del pozo en el que se ha adentrado.  Sigo encontrando mil razones para seguir apostando por una educación integral y por una iglesia que no abandone a los jóvenes destrozados, sino que los busque de corazón. Y ruego a la sociedad y a la ciudad que hagamos frente común frente a este mercado de muerte y dolor, de drogas y de préstamos mortales. Están muriendo y matándose nuestros hijos.

José Moreno Losada.

https://blogs.hoy.es/de-lo-divino-y-lo-humano/2019/07/26/en-badajoz-la-cocaina-como-el-pan-nuestro/

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