Yo Ángel , te quiero a tí, Sara, para siempre... El matrimonio cristiano: ¿Algo contracultural?
¿Para siempre...? Vengo desde Madrid para acompañar a Sara y Ángel en su celebración del matrimonio, me llamaron hace más de un año para ir preparandose para este sacramento y para esta celebración. Hoy ha llegado el día y yo no podía menos, que coger el tren -que llegó con algo de retraso- y hacerme presente como sacerdote en su ritual. Lo hago con gusto y con sentido. Me sineto agradecido y agraciado de haber compartido este trayecto con ellos.
| José Moreno Losada
Algo contracultural: El matrimonio cristiano
Si alguna vez se dijo que el matrimonio entre los cristianos era para la clase de tropa, hoy tenemos que reconocer que no lo es, ni mucho menos. Hace unos días escuchaba al obispo Joseba hablando del cambio cultural que ha venido para quedarse y uno de los datos que daba era que de cada diez uniones sólo una se celebraba hoy por la Iglesia. Son minoría los que deciden celebrar sacramentalmente su unión, celebrar un matrimonio cristiano.
Yo he venido desde Madrid para estar presentes en la unión matrimonial de Sara y Ángel. Hace casi dos años recibía un correo electrónico en la dirección de la universidad. La remitente era Sara, ella estaba como investigadora realizando a la tesis doctoral por nuestra facultad, a la vez que trabajaba, se dirigía a mí, y me explicaba que no era por razones académicas sino porque estaba pensando celebrar la unión con su pareja, quería hacerlo eclesiásticamente, y deseaba que yo les acompañara en la celebración en la preparación para ella. El motivo era porque yo había estado con su familia cuando falleció una hermana suya, que había estado incapacitada físicamente toda su vida, y el modo de celebración que hicimos le quedó marca y desde entonces pensó que si algún día decidía celebrar el matrimonio me buscaría para prepararlos juntos. Así ha sido casi durante un año en el que hemos ido, junto a otras parejas y unos guías de mi parroquia, haciendo un proceso de parejas y de apertura a la realidad del amor y de la vida compartida. Ellos ya llevaban siete años juntos, pero siempre es bonito hacer relectura y pensar junto a otros. Ahora en la última etapa ya hemos estado viéndonos los tres para personalizar la celebración del sacramento.
Y ciertamente hoy mi homilía comenzará con esta aseveración episcopal que afirma que hay cambio cultural y que lo que estamos haciendo para la sociedad es un acto contracultura. Las razones son muy sencillas, vienen de la vida misma.
Primera razón: no es un acto social, ni por razones prácticas ni legales, sino por una opción radical por la otra persona y reconociendo que, en todo este proceso de amor, Dios es protagonista y que ha mostrado su generosidad con este don recibido por ellos. Por eso nos dirán:
“Querida familia y amistades, os hemos invitado de corazón a este acontecimiento tan bonito de nuestras vidas: a nuestra celebración matrimonial. Estamos aquí, para dar un paso más en nuestro compromiso de familia y amor.
Siempre quisimos llegar a este momento, no por un acto social, ni por razones prácticas y legales, sino porque Ángel quisiera casarse conmigo y yo con él. Hoy tenemos muchos motivos para estar felices, tenemos ilusión y esperanza, tenemos sentimientos y espíritu… y os tenemos a todos vosotros…
Venimos a dar gracias a Dios y pedirle que nos guíe en esta vida juntos, que ya empezamos hace tiempo y que seguiremos en sus pasos.
Gracias por estar aquí, sois para nosotros lo mejor que tenemos en nuestras vidas, sois las personas que estáis siempre a nuestro lado, cuidándonos, apoyándonos y dándonos alegría y amor.
Es contracultural porque no se considera un trato a “plazos, sino un proyecto de vida que se fundamenta en lo que ya se ha descubierto y todo lo que queda por descubrir, porque además se cree que, cuidando esta relación, está llamada a durar para siempre:
“Tras conocernos decidimos libremente por la vida en común aprendiendo a convivir. En el día a día hemos ido descubriéndonos como personas, tanto en la posibilidades y virtudes como en nuestros límites y debilidades. Hemos ido desarrollando una comprensión infinita hacia el otro, basada en un amor verdadero y libre que hemos ido trabajando para empatizar con el otro. Confiados podemos decir que venimos en libertad y movidos por un amor sincero.”
Eterno y abierto a la fecundidad. Se dice que los hijos son una bendición, por los que se va a dar la vida y que desean darles una educación abierta a la trascendencia en la que puedan descubrir el verdadero sentido de la vida que está más allá del tener, del poder y del atesorar:
“Juntos, hemos tejido sueños e ilusiones, desde los más simples como construir nuestro hogar, hasta integrarnos de lleno en nuestras familias, como un miembro más. Hemos vivido instantes inolvidables, aprendiendo a valorarnos, respetarnos y amarnos incondicionalmente en cada paso del camino. Hoy, nos presentamos ante Dios y ante vosotros para consagrar este amor mediante el sacramento del matrimonio, con el anhelo de que sea eterno. Asimismo, abrimos nuestros corazones a la bendición de los hijos, comprometiéndonos a educarlos con un amor y dedicación total, inculcándoles los valores humanos y cristianos que, a lo largo de nuestra vida, hemos atesorado y descubierto.”
Será a contracorriente porque Ángel se va a comprometer a hacer feliz a Sara sin cuenta de haber y debe, sabiendo que la medida sólo va a ser la libertad amada y comprometida en la realización del otro como motivo de la propia alegría
“Sara, en el camino recorrido hasta aquí, te he descubierto como una persona de bondad, siento que eres fiel, cariñosa, familiar, cercana, espontánea, sincera y transparente. Comparto contigo muchas ilusiones incluso aficiones y deseo que seas siempre compañera de vida y mi gran amor. Yo quiero estar a tu lado en lo bueno y en lo malo, velar por nuestro bienestar emocional y compartir cada instante de nuestra vida juntos. Por eso hoy, en la presencia de Dios y ante esta comunidad, de familia, amigos, prometo amarte y entregarme a ti durante toda mi vida, en la salud y en la enfermedad, en el fracaso y en el éxito, compartiéndolo todo, hasta que la muerte nos separe.”
Y Sara, de un modo desnudo, se va a comprometer para que este encuentro y este enamoramiento sea tan vivo que con su vida le sepa motivar en la experiencia de sentirse amado de un modo único y total:
Ángel, en el tiempo que hemos compartido, te he descubierto como persona educada y atenta, con una forma de ser que transmite inocencia y con una mirada transparente, sincera, cariñosa y leal. Me encanta compartir contigo valores importantes y una visión de la vida y familia parecidas. Ha sido una suerte encontrarnos y enamorarnos. Deseo ser para ti amor, comprensión, confianza, sinceridad y honestidad, caminar contigo en momentos de luz y de dificultad para disfrutar juntos de la vida.
Por eso hoy, en la presencia de Dios y ante nuestra familia y amistades, prometo amarte y entregarme a ti durante toda mi vida, en la salud y en la enfermedad, en el fracaso y en el éxito, en lo bueno y en lo malo, compartiéndolo todo, hasta que la muerte nos separe. “
Será singular porque los celebrarán en el marco de la Eucaristía y juntos recibirán en comunión el pan de la vida que es el propio Dios, el AMOR, con mayúsculas. Por eso no tienen reparo en confesar delante de la asamblea que quieren compartirlo todo entre los dos y con los demás:
“Señor, que en nuestra vida de pareja no haya mío ni tuyo, sino que todo sea nuestro. Que todo lo que recibamos de Tu bondad sepamos compartirlo entre nosotros y con los demás.”
Yo como no puede ser de otra manera, hoy seré testigo de este signo sacramental, y les daré la bendición del padre Dios, en Cristo, para que nunca les falte el Espíritu del amor, y alabaré a Dios por las cosas grandes que hace por nosotros y en nosotros, en medio de esta sociedad secularizada donde parece que el sacramento matrimonial comienza a ser contracultural. No por ello deja de ser un signo verdadero.