Cada día tiene su pequeño tabor de luz callada Poetas de la transfiguración y el sueño en lo bello y lo inclasificable

Las poetas de la transfiguración y el sueño en lo bello y lo inclasificable
Las poetas de la transfiguración y el sueño en lo bello y lo inclasificable Jose Moreno Losada

Ayer me volvió a pasar en la librería "La imprenta", barrio de Malasaña, al atardecer, un tabor de hoy en medio de la bestia del mercado y de la urbe confundida. Entrar en aquel espacio tan singular como alternativo, no es una tienda nos decía quien la dirige, Miguel Angel,  es lugar de encuentro gratuito para la belleza y para la verdad, buscando el bien, es proyecto de lo humano. Se sirve lo bello y a lo auténtico, en el caso de ayer la presentación de un bello libro de poemas de María Belén, joven escritora argentina. Nos presentó su obra y  nos leyó algunos de sus poemas todos tocados por la transversalidad -transfiguración- de los sueños. Despertarse en la emoción de lo mas inocente y bello, de lo mas trangresor por verdadero y sencillo es lo propio de la transfiguración, Me reafirmo que su lenguaje no puede ser otro que el de la poesís llena de luz y emoción profunda. Allí leí este hecho de vida  con la poeta Efi Cubero y su obra "Solo inclasificable"

Los pequeños tabores de luz y esperanza

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IMG-20230914-WA0012 Jose Moreno Losada

Saber descubrir los modos, lugares, momentos, personas, vivencias que nos ayudan a sentir luz en el camino duro que, a veces se dirige al calvario y a la muerte, es lo propio del hombre creyente, siempre en parcialidad y como señal, tras las cuales hay que seguir caminando. Todos los días hay pequeños resplandores, rendijas de luz, en la historia cercana que descubren los que están cerca de Jesús y caminan con él, tanto en el llano de la vida como en la subidas y dificultades ante la montaña. Se nos invita en esta cuaresma a saber gustar y contemplar con paz esos momentos de paz, serenidad, ánimo que vienen en medio del desierto o en la subida.

Evangelio: Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Qué querría decir aquello…

Acaban de vivir una experiencia de bienestar interno y místico deslumbrante, les hubiera apetecido quedarse en ese sentir iluminado para siempre sin preocuparse de nada más, pero una vez más la realidad les sobrepasaba y volvían a la humanidad sola y limpia de ese Jesús, tan encarnado y comprometido, ese Hijo amado a quien merece la pena escucharlo. Él les deja en medio del misterio invitándoles a esperar para poder ponerle palabra a la lo experimentado, es necesario aguardar la resurrección de los muertos. Primero han de pasar por el Calvario.

También nosotros que vamos viviendo nuestras pequeñas iluminaciones transfiguradoras de nuestra historia, habremos de aguardar ese momento definitivo para entender y poder proclamar con palabras justas la verdad de lo esperado. A veces será desde nuestro calvario en soledad que ha de arribar a la luz total deseada.

Sólo inclasificable

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eficuberohomenaje2 Jose Moreno Losada

Una mañana veraniega de agosto, tomaba café con un compañero, relajado a la sombra de la torre majestuosa de mi pueblo Granja de Torrehermosa. Pasó Efi Cubero, paisana singular, poeta de altos trazos, universal, siendo muy de los suyos. Nos saludamos desde el paisanaje y la felicité por su última obra poética denominada “Sólo inclasificable”, admirando su opción por afincarse en este ámbito rural desde  el que enlaza con los rincones de todo el mundo a través de su obra. Allí mismo, con una lanzada de improvisación amada, me pidió que le acompañara en la presentación de su libro en el próximo octubre. Acepté aclarando que yo no era poeta ni hijo de poeta, como diría el profeta. Lo acepté por alianza de paisanaje en esa plaza de infancias queridas.

Ella venía de su ritual amoroso permanente, de visitar la tumba de Alfonso y llevarle flores nuevas y frescas porque ese amor no tiene fin. El encargo me hizo adentrarme más en su vida y en la lectura de su camino existencial, arribé como neófito al océano de su producción literaria. Niña extremeña que va con su familia a Cataluña, que se hace a sí misma, en la universidad de Barcelona, trabajando y descubriendo la sabiduría que te enlaza a la verdad, a la bondad y la belleza. Enamorada de Alfonso, con el que construye una familia amorosa con sus dos hijas y nietas. Cuidadora de sus padres hasta la muerte. Poeta universal hecha a sí misma en la mayor originalidad cuidada.

Ha articulado en su vida humanismo y poesía en un grado máximo, tierra, noche y cielo. Al descubrir su obra, especialmente la última, nacida en el tiempo de duelo me desveló la mirada transfiguradora de su propio existir y su verdadero amor comprometido en el matrimonio. Ella poéticamente ha vivido en un tabor metafísico la esencia del ser en el amor. Su lenguaje, en sus versos, ha dicho lo que hay que callar porque es inefable, aunque está grabado a fuego, siendo tan divino como humano. Nunca había pensado yo en la poesía y su belleza como lenguaje de la transfiguración, ahora me parece inevitable. En el Tabor el lenguaje fue poema de luz y de amor.

La historia, camino de búsqueda y sentido

El pueblo de Israel tuvo que hacer un largo camino para abrirse a la clave de la resurrección como retribución y sentido de la vida. Comenzaron desde un sentido muy encarnado a entender que la existencia era el marco de sentido y en ella se daba todo lo que es necesario para vivir y lograr la realización. Si el pueblo era fiel tendría la bendición de Dios, se prolongaría en los hijos, obtendrían bueno beneficios de la tierra, vivirían en paz. Después los avatares del pueblo le llevaron a una consideración más individual de la justicia y ahí la dureza de la realidad cantada por Job y Eclesiastés, donde a los buenos les iba mal y a los malos les iba bien en muchas ocasiones, le hizo entrar en una crisis existencial de sentido grave y profunda, aunque nunca dudaron de Dios. Siglos después los salmistas comenzaron a sentir e intuir que su Dios no abandona al hombre en la injusticia ni en la muerte, amparándose en los propios hechos de su historia vivida, desde su surgimiento hasta su presente.

Tras la vivencia del martirio, en la radicalidad del amor y la fidelidad a Yahvé, surgió la idea de la resurrección, no podía ser otra la respuesta de ese Dios creador y amoroso a todos aquellos que habían confiado en El y se habían arriesgado hasta dar la vida. Casi diez siglos de camino para entrar en esa esperanza que se explicita de un modo radical en Jesús de Nazaret.

Él es el Hombre, que, en su fidelidad al Padre, pasó haciendo el bien y curando a todos, que fue condenado en su inocencia pura por la injusticia de la mentira y ceguera del sinsentido. En Él, el Padre responde a la fidelidad del Hijo con la mayor fuerza de que es capaz con el amor de la resurrección para la vida eterna. Pero lo que se alumbra en la experiencia de encuentro con el Resucitado, venía adelantada en la experiencia amorosa, cercana, terrena de esa humanidad que Jesús había manifestado.

El modo de situarse y actuar en la vida de Nazaret y en su vida pública mostraba una luz, un sentido en la perspectiva del Reino de Dios que habían proclamado los profetas: los ciegos ven, los cojos andan, a los pobres se les anuncia la buena noticia. Hay un modo de ser humano que transparenta lo que esperamos, compromisos con las pequeñas esperas de cada día que se convierten en señales y casi primicia de la esperanza última que justifica a toda la historia. Los pequeños tabores de nuestras propias historias que nos insinúan la esperanza última, aunque no sabemos expresarla ni tematizarla.

 La mirada cuidada y contemplativa, en el silencio interior, en la acogida de los hechos vitales, en la profundidad de las emociones, en el diálogo con nuestro Maestro, en los ratos de encuentro gratuitos a los que él nos llama y nos invita. No nos quedemos pasivamente sentados cuando somos invitados a peregrinar por nuestra propia existencia en la búsqueda del sentido y de la luz, avancemos y escalemos en el cuidado de nuestra interioridad que nos ayuda a ver con claridad la presencia transfiguradora de tu luz en lo diario.

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