Extraido de "Trazos de evangelio, trozos de vida" (PPC) Serán primeros... el conocer de Dios. XXI Domingo.

Quiénes serán los que se salven... pocos o muchos. No lo sabemos, pero el criterio con el que responde Jesús da claridad del camino de la salvación, nos habla de los que son conocidos por el Señor. El conoce a aquellos que se han abierto a su presencia en medio de los avatares de la historia, en especial aquellos que en momento de cruz han buscado con inquietud respuestas y luz en el propio Jesús de Nazaret. No hay nada en nuestra vida que sea ajeno a ese Cristo, por eso nada más importante que conocerlo a él.
| Jose Moreno Losada
DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

Lucas 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?». Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; y él os replicará: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os replicará: “No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados”. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos».
Conocer a Cristo lo es todo
Conocer es amar. Los profetas hablan de que en la plenitud de la promesa estarán todos los montes llenos del conocimiento de Dios, de su amor verdadero. Conocer a Cristo, lo es todo decía A. Chevrier al hilo del apóstol Pablo que todo lo estimaba pérdida y basura comparado con el conocimiento de nuestro señor Jesucristo. Llegar al conocimiento del amor de Dios en la historia y el cuidado de cada ser personal es el gran misterio de la fe. El camino es la Palabra; la mayor desgracia es haber estado toda la vida con el nombre de lo divino en los labios, en los atrios de su casa y no haber entrado en su corazón, no habernos dejado conocer por él en una relación profunda y viva.
La imagen de Dios y el amor: conocerlo
Una madre llega a mí a través de una profesional de la medicina, son compañeras de estudios, las dos médicas integradas en nuestro sistema de salud. Es madre de una niña de dos años que sufre una discapacidad fuerte por una enfermedad rara. Tras el nacimiento y detección de los síntomas, cuando ya se da el diagnóstico entra en una crisis emocional fuerte y tiene que reconstruirse tanto físicamente, como psicológicamente y ahora quiere hacerlo también espiritualmente.
Mujer de fe firme, muy exigente consigo misma. Luchadora por todo lo que es la justicia y la dignidad humana. Apoyándose en Dios en su caminar. Tuvo que luchar mucho para ser madre, porque tenía dificultades biológicas, al final pudo lograr un embarazo que fue difícil, pero acabó en parto normal sin ningún signo de problema en ella o en la niña nacida. Durante el proceso de espera su oración fue siempre dirigida a Dios implorando que fuera una criatura feliz y que naciera “sanita”. Aparentemente así fue al llegar a la vida, pero después fue notando signos de que algo no funcionaba bien en la niña y comenzó la lucha hasta el diagnóstico, para responder rápidamente a la enfermedad y comenzar a luchar con ella.
En la situación que vivía se le vino abajo su fe en Dios, o más bien, su fe se transformó en enfado radical con ese Dios que no había sido favorable, y no ya por ella, sino por su niña, pequeña e inocente. Sólo le quedaba algo de referencia a María, la madre de Jesús que sabe de dolores y sufrimientos.
Nos encontramos y conversamos, ella habla y yo escucho. Me abre su corazón quebrantado y humillado, su dolor y llanto, su rebeldía y lejanía de Dios, como algo que se le impone interiormente. Analiza de dónde le viene su rechazo y yo le invito a analizar de dónde le viene su búsqueda, porque ella está ante mí porque quiere adentrarse en el misterio de este dolor y ver cómo debe transformar su relación con Dios, aunque no lo entiende. No entra en su conocimiento esta relación de Dios con ella y su hija.
Al final nos acercamos desde la palabra a la imagen de Dios en Cristo y analizamos la visión desde un Dios poderoso frente a la mirada del Dios compasivo. Pasamos por la encarnación, pobreza, vida oculta, pasión y muerte de Jesús y su relación con el Padre. Todo de un modo sencillo y contemplativo. La necesidad de purificar la fe y llegar al verdadero conocimiento de Dios y la lectura creyente de la situación de su hija. Su marido, creyente también, le dice que lo mejor que ha podido hacer Dios con la niña es darle unos padres como ellos, que la van a querer y atender como nadie. Es otro modo de verlo.
El reto es poder llegar a conocer más a Dios y a Cristo desde esta hija en su enfermedad y en el dolor de padres. ¿Cómo está Dios presente y vivo entre ellos en estas circunstancias? No como el poderoso que envía males o bienes a través de la naturaleza, sino como el Padre que nos acompaña y nos ama en su Hijo querido, el que nació en Belén en la mayor pobreza y murió en el calvario en la mayor desnudez y limitación.
Al terminar, quedamos para poder seguir conversando, ella afirmaba: “necesito llegar a la verdadera imagen de Dios y relacionarme con él desde otra posición”. Por de pronto está llevando a su niña a natación y como no sabe nadar está aprendiendo para meterse con ella y poder nadar juntas, para hacer el mismo camino, así es el amor de Dios, así es Él. Conocer a Cristo lo es todo. Nada es comparable con ese conocimiento de amor y compasión sin límites. Aprender a nadar en medio de la tempestad, hasta que se calme.
Nadie conoce al Padre sino el Hijo
Jesús se ha descubierto como hijo querido del Padre y siente deseo de amar y caminar en esa dirección desde la pobreza de Belén, lo oculto de Nazaret y la proclamación de las bienaventuranzas en Galilea y en Jerusalén. Es su modo de proclamarse Hijo de Dios.
La realidad rechaza esa actitud religiosa, ese modo de ser de Dios y de presentarse como hijo. Prefieren el Dios poderoso al de la misericordia y la compasión. La tensión culmina en la confrontación brutal entre la entrada humilde en un pollino, el lavatorio de los pies y la entrega voluntaria de su vida a favor de los últimos, contra el poder político, religioso, sus negocios, articulaciones, abusos y falsedades. La tensión de la construcción de una realidad de templo humano y divino, que Jesús declara en ruinas, porque le falta el espíritu y la verdad. El templo convertido por unos y otros en cueva de ladrones.
La contradicción acaba en manos de los poderosos que lo llevan hasta el calvario y lo clavan en la cruz para darle muerte. Allí lo hacen desaparecer demostrando que no tiene poder, ni riqueza, ni sabiduría, ni puede hacer milagros serios. Ellos quieren dar muerte a esta imagen de lo divino que ha querido encarnar Jesús de Nazaret, para mantener el poder del César y del Templo con sus leyes.
Aparentemente lo han matado y, con recomendación, los suyos han podido también enterrarlo. Pero hay algo que no han podido matar, ultimar, ni hacer desaparecer: EL AMOR. Jesús ha sido vivo y ha muerto amando, su muerte ha sido el mayor acto de amor en la historia, ha muerto sediento del reino, perdonando, abrazando al otro crucificado, aceptando la desnudez y el abandono aparente de su fundamento, entregando su espíritu... Nadie ha podido matar su amor, el que le venía del Padre, aquel con el que él había vivido y proclamado en la historia de lo humano como el buen samaritano. Este es el gran misterio de Dios; llegar a conocerlo, quererlo, dejarse hacer por él, lo es todo.
Eso nos da esperanza, nada ni nadie nos podrá quitar el amor de Dios, ni nos podrá separar de él. Somos afortunados, hemos resucitado con él y tenemos su mismo sentir. Que nunca nos falte el amor, que no muramos a lo esencial de la vida, que no deje de habitarnos este Cristo Resucitado que nos da su Espíritu para que podamos ser y sentir como Él.
Notas hilvanadas:Un pasito más que sí se puede”
(Manuel Carrasco- Mujer de mil batallas)