Cuaderno de vida El último "te quiero"

La vida continua siendo escenario de revelación, la historia sigue siendo de salvación, los ojos de la fe nos ayudan a descubrir la fuerza del espíritu en muchas rendijas de cada día y de cada vida. La fe es la que abre los ojos para ver que lo que dice el evangelio se cumple hoy.

El último “te quiero”

Misa

Pudo ser el mismo día y casi a la misma hora, no lo sé, pero puedo imaginarlo y me traslada a un tabor de lo humano y de lo divino, antes de llegar a la expiración última de Juan Manuel y de Alejandro.

Juan Manuel, esposo y padre de una familia muy consolidada hacia dentro y hacia fuera, una vida plena y realizada. Creyente con cierta profundidad, alimentado dominicalmente con la eucaristía, cercano a nuestra parroquia e inquieto espiritualmente. Con calidad de vida se ve afectado recientemente por la COVID y tiene que ingresar en el hospital, las cosas se complican y al final muere. Los últimos días una de sus hijas pudo estar con él todo el tiempo y acompañarle en su paso al Padre. Me comenta su esposa cómo sus últimas palabras han quedado grabadas en sus corazones. Tras expresarles que se sentía morir, le miró con profundidad y les dijo, con toda el alma, que sepáis que “os quiero”. Las últimas palabras de amor definitivo, selladas con la muerte y fijadas para la vida. Somo hijos del amor y lo necesitamos para vivir y para morir, no hay duda.

Alejandro, es otra historia. Desde pequeño su vida ha sido dificultosa, algo le impedía aprender y saber, leer y escribir, nunca pudo. Vivía con límites, en una familia de etnia gitana. Eso hizo que en el caminar de su vida se encontrara solo, muy solo, sin hogar. La debilidad le hizo buscar su consuelo en el alcohol, lo que le hizo deambular sin rumbo. Al final encontró lugar, consuelo, casa, relaciones en el centro hermano de Cáritas en Badajoz. Llevaba ya un tiempo largo, pero su enfermedad avanzó y al final hubo que ingresarlo en el hospital. Recientemente ha fallecido en él. Isabel, hermanita de Foucauld, que visita mucho el centro y comparte vida con ellos, me decía que pidiera por él en la eucaristía, porque había vivido solo e iba a morir solo. Ella iba a visitarlo al hospital y él le pidió que le dijera a otro residente, Alberto, que viniera a verlo, que le gustaría. Este es joven y está en el centro porque sufre de adicción, aunque ya está bastante liberado en unos meses, pero no puede salir del centro sin compañía. Al final puede ir una tarde a visitar a Alejandro, acompañado de Isabel, se abrazan y al salir de la habitación el joven Alberto le dice repetidamente al enfermo: “Alejandro, te quiero, te quiero, siempre te voy a querer, gitano mío”. Lleno de lágrimas, las últimas palabras que escucho este enfermo fueron de amor limpio de otra persona en debilidad como él. A los pocos días nos reunimos en el centro y celebramos una eucaristía en su memoria, no la olvidaré nunca. Una celebración de vida, consuelo, paz, amor entre los usuarios del centro, los trabajadores y los voluntarios. Todos daban testimonio vivo de que Alejandro era alguien muy suyo, lo querían y lo celebraban por su humor, su amor, su sencillez, su verdad, su aceptación… Alberto confesó que nadie le había mirado como él, le había hecho sentirse nuevo y le había dado motivos para luchar en las dificultades de su lucha con la adicción.

cruz

En los dos casos, la última palabra de la vida fue “te quiero”, “os quiero”. Morir queridos y queriendo no hay mayor plenitud para una vida, haya sido como haya sido. Mi oración se hizo agradecimiento en estos dos casos. Qué importante es poder vivir amando, estemos en la situación que estemos. No son las condiciones externas de seguridad, bienestar, o éxito, las que nos dan las claves del vivir, hay una dinámica interna del espíritu que es la que da sentido a la profundidad de la vida y que todo necesitamos, es el amor, el saber querer y sentirse querido. No hay mayor vocación ni servicio. Ojalá yo pueda llegar a mi final diciendo “os quiero con radicalidad” y sintiéndome amado con sencillez por los pobres y los débiles. Casi siempre me levanto con el deseo de querer cada día, ahora desde ellos, mucho más.

José Moreno Losada. Sacerdote.

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