Nadie me ama como tú... La verdad de un sacramento cristiano: el matrimonio

La verdad de un sacramento está en la vida, en el signo que se celebra como acción de Dios en la vida de lo humano, en el corazón de dos jóvenes que creen en un amor verdadero y se prometen fidelidad de por vida. Cada historia personal, cada encuentro de pareja se convierte en lugar de la revelación del amor de Dios. Expresarlo, celebrarlo, pedirlo, bendecirlo, es lo propio de los creyentes y de la Iglesia.

 Hoy no ha de estar nuestra preocupación en cuántos se casan por la Iglesia, sino por la verdadera experiencia creyente de los que lo hacen, de poder ver la mano de Dios en sus vidas desde sus propias historias y sus procesos personales y de pareja. Bea y Pablo así lo celebraron y lo manifestaron ante la comunidad este sábado.

Declaración de vida y de amor

A lo largo de nuestros siete años de pareja nos hemos conocido y hemos descubierto la riqueza de nuestro amor y entrega. Sentimos que podemos ser nosotros mismos el uno ante el otro, que nos completamos y nos ayudamos a crecer y a vivir sabiendo compartir la vida y superando las dificultades que se nos presentan. Por eso hemos decidido optar por la vida de matrimonio cristiano. Creemos en el amor y en la fidelidad, deseamos compartir la vida y acrecentar nuestro amor desde la riqueza del vivir juntos y compartirlo todo.

Queremos emprender una vida juntos, no estar solos, compartir vivencias con nuestra familia y amigos. Formar una familia verdadera en la que no falte la comprensión y el amor, donde todos cuidemos de todos. Soñamos con una familia feliz, deseamos ser padres y que nuestra descendencia pueda recibir en nuestro hogar la fe y la tradición del amor cristiano que Jesús nos enseña en su vida y en sus palabras. Lo queremos hacer con la fuerza y la bendición de Dios que recibiremos en este sacramento.

Pablo:

Bea, desde que nos conocimos comenzó una amistad de amor puro y verdadero, me enamoré de ti después de quererte como amiga y compartir momentos vitales importantes. Junto a ti me siento mejor persona, muy acompañado, creo más en mí mismo, me ayudas a crecer y a valorar todo lo que me rodea.

Me enamora tu ilusión de querer compartir nuestras vidas juntos y tu modo de mostrarme todos los días el amor que me profesas, por todo ello te quiero como esposa y me entrego a ti, quiero ayudarte a completar todos tus proyectos personales y profesionales, apoyarte en tus decisiones, compartir éxitos y fracasos. Ante Dios y esta comunidad, confieso que quiero vivir unido a ti en matrimonio y compartir la fe y el sueño de nuestras vidas.

Beatriz:

Pablo Javier, Me siento querida de mil maneras por ti y puedo ser yo misma ante ti. Tú has sido mi compañero de camino en esta etapa última de vida, junto a ti he crecido y me he consolidado como persona. He sentido tu amor y me has enamorado.

Hoy, ante este altar de Dios, confieso que quiero darte todo lo que soy, compartir mi vida contigo, ser bálsamo en tu inquietud y descanso en tu agobio, deseo ser alegría en tu vida y construir una verdadera familia. Haré todo lo que esté en mi mano para que siempre te sientas acompañado y querido. Por eso me comprometo ante Dios y ante esta asamblea de amigos y familiares a amarte para siempre y pido su bendición para nuestro hogar cristiano.

boda

Volver arriba