No todos los caminos conducen a Roma

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Si centras tu objetivo en marcar gol no lo marcarás. Si juegas como debes, marcarás.

Dice un futbolista: "En décimas de segundo paro el juego y analizo la situación, veo dónde están situados mis compañeros, cuáles son las posibilidades de mis rivales, cuáles son mis opciones y elijo la mejor. Generalmente, cuando hago esto, la jugada acaba en gol”.

En esta vuelta de vacaciones es momento de establecer objetivos. Pero no te obsesiones con las metas a alcanzar. Fíjate en el camino a seguir, en tus limitaciones y las dificultades a superar; en tus fortalezas y las oportunidades a aprovechar. Analiza y valora las distintas opciones y elige la mejor.

Pero, ¿qué es lo mejor? ¿Cómo medirlo? ¿Cómo saberlo?

Los resultados no se consiguen sólo buscando resultados. Hay que hacer el camino; hay que currárselo.

¿Cómo debe ser ese camino? Largo, duro y tedioso unos días; alegre, reconfortante y placentero otros. Pero, en cualquier caso, tan importante es saber donde queremos ir como el camino por donde transitar.

No te creas eso de que todos los caminos conducen a Roma. Hay caminos y caminos.

Hay caminantes que con tal de llegar a su objetivo arrasan con todo lo que se les pone por delante; porque para ellos todo vale con tal de lograr su objetivo.

Hay caminantes que tienen en cuenta el posible impacto de sus decisiones; que saben que no todo vale.

A elegir el mejor camino ayuda el actuar con criterios éticos. Por supuesto que respetando la legalidad. Pero, también, yendo más allá de la ley, porque hay actuaciones que aun siendo legales son inmorales.

Mi regla para ver el camino y para discriminar consiste en prestar atención a aquello que rechina en la conciencia. Y esa es la regla de Lucia e Irene: al final del día, de cada día, poder decirles a mis hijas lo que he hecho (sin ocultarles nada) y sentirme orgulloso de todo lo hecho.

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