Antes fuimos emigrantes

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Imagínate cómo deben vivir en su país de origen esas personas que montan en una patera que les lleve a Europa, sabiendo que, antes que ellos, miles de personas lo han intentado y han perdido la vida en el mar o los han detenido y devuelto a su país.

 ¡Pues sí! Muchos se juegan la vida intentando llegar a Europa. De hecho, en los últimos años, Europa se ha convertido en el refugio de miles de personas que llegan procedentes de países asolados por la pobreza. Es la peor crisis de refugiadosdesde la II Guerra Mundial.

 Esa llegada de inmigrantes está haciendo aumentar la xenofobia y el racismo. Y estando todavía vivo el recuerdo del muro de Berlín reclaman nuevos muros, aislamiento y deportaciones.

Una mirada al mundo nos permite predecir que las condiciones que llevan a la gente a huir de su tierra natal van a persistir. Porque muchos de los miembros de la Unión Europea (UE) tienen los mejores sistemas de bienestar social del mundo. Eso ejerce un gran poder de atracciónsobre personas de países sacudidos por la guerra, la tiranía, la pobreza y la desigualdad. Lo triste es que esas gentes sufren grandes penalidades para salir de sus países de origen, con la esperanza de llegar al mundo de los ricos, y lo que se encuentran es desprecio y miseria.

 Éticamente es reprobable. Europa no quiere recordar que siglos de su historia están plagados de guerras y pobreza; que millones de europeos se vieron obligados a emigrar; que hace 70 años 50 millones de europeos se exiliaron voluntaria o forzosamente. La parálisis con la que la UE afronta esta situación pone al descubierto sus vergüenzas, incapaz de gestionar los desafíos planteados por la migración.

 “En el actual contexto socio-político, antes incluso que el derecho a emigrar, hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra, porque es un derecho primario del hombre vivir en su propia patria”. Lo dijo el Papa Benedicto XVI. Y es una solución muy acertada, porque la solución eficaz está en actuar en sus lugares de origen para que allí puedan tener una vida digna. Y mientras eso no ocurra habrá que acogerlos y ayudarles a salir adelante.

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