Que la fatiga pandémica no te paralice

La segunda fase de la pandemia nos ha sorprendido menos pero nos está impactando más. La “fatiga pandémica” está incidiendo en nuestra emociones. Especialmente, en la inseguridad, miedo, frustración, enfado, ira, soledad o tristeza. Están ahí por motivos justificados y afectan a muchas personas. Invito, pues, a parar para reparar.

 Propongo hacer un alto en nuestra vida cotidiana para aprender a gestionar esas emociones de la mejor manera posible. Y, por si a alguien le sirve, comparto las notas extraídas de la lectura de algunos estudios realizados sobre este asunto.

 Reconocer la existencia de las emociones mencionadas y expresarlas no es muestra de debilidad. Que ¿si estoy harto de la situación en la que nos encontramos? ¡Pues claro que sí!. Pero, si de momento no se puede cambiar, lo importante es sobreponerme a las circunstancias y tomarme en serio mi cuidado emocional; actuar convencido del efecto multiplicador que tiene la actitud que adopte; pensar en cosas positivas; fijarme en la botella medio llena.

 Huyamos del exceso de información y busquemos información veraz.

 Mantengamos hábitos saludables. Y el primero de ellos es tomar precauciones para no contagiar ni que me contagien. El miedo es malo si nos paraliza, pero es bueno si nos impulsa a la acción y nos hace sentirnos corresponsables de las medidas preventivas adoptadas.

 La soledad puede ser una pandemia añadida. Pero estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Aprende a relacionarte contigo mismo; a hacer lo que te importa y da sentido a tu existencia; aquello con lo que te identificas.

 Valora y procura estar en contacto con otros; especialmente con personas que no han pasado por tu vida sin pena ni gloria sino que han dejado huella en ella. Pon calor y amor en las relaciones con ellos. Cultiva el don de la gratitud. Da y recibirás.

 Sonríe, convencido de que la alegría y la fuerza interior alivian las preocupaciones y te ayudan a sobrellevar las circunstancias que te rodean. Abraza, aunque sea sin contacto físico y solo virtualmente.

 El covid nos ha obligado a reconocer que somos frágiles y vulnerables; que la muerte forma parte de la vida. Algunas personas la han visto de cerca, muy de cerca. Aprendamos a interiorizarla; a vivir el duelo; a acompañar en el duelo.  En esos momentos, en mi pueblo se dice “te acompaño en el sentimiento”. Es algo noble que llega al corazón del otro cuando ha salido del corazón de uno. Practiquémoslo.

 Hacer presente la vertiente espiritual es algo transversal a todo lo anterior. Cultívala y refuérzala.

 Déjame, por ultimo, regalarte un poema de Mario Benedetti

No te rindas, aun estas a tiempode alcanzar y comenzar de nuevo,aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,continuar el viaje,perseguir tus sueños,destrabar el tiempo,correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,aunque el frio queme,aunque el miedo muerda,aunque el sol se esconda y se calle el viento,aun hay fuego en tu alma,aun hay vida en tus sueños,porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,porque lo has querido y porque te quiero….

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