El sexo light

sexo y amor
La banalización de la sexualidad tiene que ver con interpretar la relación entre dos seres humanos como una actividad desconectada de la donación afectiva entre dos personas que se quieren.

El sexo sin amor, dijo Erich Fromm, solo alivia el abismo que existe entre dos seres humanos de forma momentánea.

A esa banalización han contribuido algunos medios de comunicación, presentando, a quien hace ostentación de esos valores, como “trasnochado” y “mojigato”. Y su modelo alternativo es el “todo vale”, el sexo light, el sexo sin amor, que se ha convertido en cultura dominante en determinados ambientes.

Para Octavio Paz la moral permisiva ante el sexo “ha degradado a Eros, ha corrompido a la imaginación humana, ha resecado las sensibilidades y ha hecho de la libertad sexual la máscara de la esclavitud de los cuerpos”.

En esas circunstancias la principal damnificada es la familia. Hijos que, al no haber tenido una familia estable, encuentran dificultades añadidas para construir su mundo afectivo. Dice el psiquiatra Enrique Rojas: “la primera epidemia mundial que existe en la actualidad no son las drogas, ni el sida, ni las depresiones, ni el estrés sino las rupturas conyugales”.

ALTERNATIVA ÉTICA

Hay que asumir la necesidad de relativizar la importancia que tradicionalmente se le ha dado a la moral sexual, destacando, como ha dicho el Papa Francisco, que la Iglesia tiene que centrarse en lo esencial, que no es la doctrina moral sino el anuncio del Cristo que salva.

Desde esa óptica sí hay que decir alto y claro que para dar sentido a la vida de la gente, el sexo sin amor no enriquece la vida ni refuerza la relación de la pareja, más allá del acto perentorio y fugaz del amor físico.

Hay que proponer vivir la sexualidad en un clima ético seriamente amoroso. Hay que apostar por unos valores morales que unan la sexualidad al afecto.

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