‘Sigilo sacramental’ y una cara indiscreción Jaime I ordenó cortar la lengua del obispo de Gerona por revelar un secreto de confesión

Jaime I de Aragón
Jaime I de Aragón

El dominico Berenguer de Castellbisbal perdió la lengua porque de forma inesperada para el monarca, reveló al papa Inocencio IV algunas de las confesiones que éste le había hecho bajo sigilo sacramental

En el Código de Derecho Canónico se estipula el sigilo sacramental es inviolable, siendo castigado dicha violación sacramental con la excomunión y posterior expulsión de la comunidad religiosa a la que el confesor pertenecía

El haber ordenado cortar la lengua a Berenguer de Castellbisbal le costó a Jaime I el enfado y la enemistad del papa Inocencio IV y la excomunión, que fue revocada cuatro años después

Se conoce como ‘sigilo sacramental’ a la confesión realizada a un religioso la cual debe guardarse en secreto y no puede ser revelada bajo ningún pretexto.

Actualmente, en Código de Derecho Canónico, se estipula en el canon 983,1 que […] El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo […], siendo castigado dicha violación sacramental con la excomunión y posterior expulsión de la comunidad religiosa a la que el confesor pertenecía.

El rey Jaime I ordenó cortar la lengua del obispo de Gerona por haber revelado un secreto de confesión.
Esta es una norma que lleva aplicándose hace infinidad de siglos, pero en la Historia podemos encontrar algunos curiosos casos sobre cómo se resolvió la revelación del secreto de confesión.

Uno de ellos nos lleva hasta el siglo XIII, cuando fue el propio confesor de Jaime I (rey de Aragón, Mallorca, Valencia, conde de Barcelona y señor de Montpellier) el dominico Berenguer de Castellbisbal, quien de forma inesperada para el monarca, reveló al papa Inocencio IV algunas de las confesiones que éste le había hecho bajo sigilo sacramental.

Varias son las versiones que los diferentes historiadores han dado sobre el motivo por el cual Berenguer de Castellbisbal, en aquellos momentos obispo de Gerona, decidió traicionar la confianza del rey de quien, hasta entonces, había sido una de las personas de mayor confianza de éste y que, además, el monarca lo había designado poco tiempo antes como su albacea testamentario.

En boca cerrada...

La mayoría de expertos señalan que dicha deslealtad por parte del religioso se produjo por ganarse los favores papales, en un momento en el que el pontífice Inocencio IV y Jaime I mantenían cierta rivalidad y con la confesión facilitaba una información valiosísima al papa.

Donde surge más controversia entre los diferentes historiadores es sobre de qué trataba en concreto el secreto de confesión desvelado, dando lugar a numerosas hipótesis.

Por una parte hay quien sostiene que la confesión que Jaime I le realizó a Berenguer de Castellbisbal tenía que ver con el reparto de los reinos entre sus hijos. Otros opinan que dicho secreto tenía que ver con alguna confesión de infidelidad conyugal hacia su esposa Violante de Hungría.

Incluso hay quien ha llegado a señalar que la confidencia realizada por el monarca tenía relación con una promesa de matrimonio que realizó a, la noble navarra de origen valenciano, Teresa Gil de Vidaure, algo que incumplió para desposarse con la mencionada Violante de Hungria en 1235.

Pero esta hipótesis, por muy repetida que esté a través de publicaciones en las redes sociales, carece de cualquier credibilidad. Principalmente porque en el año 1235 Teresa Gil de Vidaure hubiese tenido tan solo cinco años de edad.

El haber ordenado cortar la lengua a Berenguer de Castellbisbal le costó a Jaime I el enfado y enemistad del papa Inocencio IV, quien decidió excomulgar al monarca. El rey, de profundas convicciones religiosas, pidió perdón tanto al pontífice como al obispo de Gerona, por su afrenta y prometió subsanarlo donando una importante cantidad de dinero para la construcción de un templo religioso y mantener al obispo de Gerona en su cargo. Finalmente, en 1245, cuatro años después de los hechos, el papa revocó la excomunión de Jaime I.

Inocencio IV

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