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Los Padres de la Iglesia han encontrado casa en nuestra América Latina y el Caribe
Gracias a la Universidad Pontificia Bolivariana, en asocio con la Fundación Universitaria Unicervantes y la Pontificia Universidad Javeriana, se ha llevado a cabo en Medellín, del 27 al 29 de septiembre, el Congreso Latinoamericano y del Caribe de Estudios Patrísticos. Un acontecimiento de ciencia y de gracia que iluminó el presente de nuestro Continente desde las fuentes del cristianismo.
El Congreso contó con la presencia de expertos, profesores y profesoras, que han dedicado sus esfuerzos y su inteligencia a sacar lo viejo siempre nuevo del tesoro de los Padres de la Iglesia; estaban presentes Samuel Fernández de Chile, Jesús María Aguiñaga de México, Alejandro Nicola y Francisco Bastitta de Argentina, Orlando Solano Pinzón, Ana Cristina Villa, Andrés Mauricio Quevedo, Gabriel Jaramillo de Colombia y muchos otros cuyos nombres que a mí, apenas un iniciado en estos asuntos, se me escapan. Al lado de ellos estaban muchos jóvenes estudiantes, hombres y mujeres, que nos dieron el buen saber y sabor de sus investigaciones. Los participantes venían de República Dominicana, Perú, Guatemala, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Italia; también había un buen número de personas de otros países que estuvieron de modo virtual.
El Congreso fue una visita a la Iglesia de los primeros siglos, a las comunidades que recibieron el Evangelio y la Tradición Apostólica, a las preocupaciones de sus pastores, a los contextos en que vivían los fieles, a la literatura y la teología de ese tiempo, a los desafíos del momento y a las respuestas de los cristianos antiguos. Qué bien nos hizo esa visita, viajando en los textos antiguos y guiados por los investigadores, recogiendo luz y discernimiento para los desafíos de hoy.
Experimentamos que la Iglesia es un sínodo, que estamos en comunión y caminamos juntos no sólo con los cristianos de hoy (modo sincrónico), sino con los de todos los tiempos (modo diacrónico); que en la caminada del pueblo de Dios, todos y todas tenemos algo para decir y que hay que escuchar todas las voces: las de los madres y padres sinodales que en este mes se reunen en Roma y las de los cristianos de todas las épocas, y muy especialmente los que en los primeros siglos heredaron de los mismos apóstoles el tesoro de la fe, la esperanza y la caridad.
Las jornadas en el campus de la Pontificia Bolivariana de Medellín se caracterizaron por la filocalía y esto porque, como una nube, nos envolvió la belleza con la que hablaron, hicieron teología y escribieron los Padres y Madres de la Iglesia (puede sonar raro lo de Madres pero allí se mencionaron a Macrina, Julita, Perpetua y Felicidad, Eustoquio y otras). Sí, se sintió la poesía y los que disertaron nos condujeron como verdaderos mistagogos, nos entusiasmaron, nos pusieron ante el misterio, nos llenaron de Espíritu.
Este primer Congreso de Patrística en nuestro Continente deja muchas certezas, menciono sólo algunas de ellas:
Queda pues una inmensa gratitud a la Providencia y a los organizadores, que nos permitieron volver a nuestras raíces cristianas; seguro que vendrán los frutos.
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