La hermosura te ofrece de vez en cuando, generosa, alguno de sus semblantes Econtronazos con la belleza

Cae la tarde en Indiana
Cae la tarde en Indiana César Caro

Nunca puedes estar preparado para esas dosis colmadas de gracia. Cada vez que he escrito belleza podía haber usado mayúsculas: Belleza, Hermosura, Bien, Gracia, Realidad... Es Ella, que en cada instante se acerca a nosotros y, cuando estamos atentos, se desvela y entrega espléndida.

De pronto ocurre. Volteas la cabeza y ahí está. Repentina e irrefutable, exhibiéndose y al mismo tiempo guardando ese recato propio de la naturalidad. Insinuándose sin rebozo. La hermosura te ofrece de vez en cuando, generosa, alguno de sus semblantes.

Sucede a menudo durante un distraído paseo, sin previo aviso, aunque nunca puedes estar preparado para esas dosis colmadas de gracia. Un atardecer como éste de Indiana, por ejemplo, aunque el sol esté finamente omitido; o una sonrisa de un niño que se cruza contigo, premio tan sencillo como esplendoroso.

Puede aparecer sin que salgas de tu cuarto, de repente un verso te aborda y se detiene el tiempo, el perfume de la delicadeza resuena en el silencio. Como el otro día leyendo a Miguel Hernández, que le escribe a su esposa desde la cárcel:

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano

Hay personas preciosas; por dentro, en ocasiones por fuera también. Cuando estoy con ellas (o ellos) tiembla un pájaro en mi pecho* en lenguaje de Sabina; esa conexión energética con la hermosura, la bondad y el bien me nutre y acicala mi espíritu. Me siento pleno, humildemente orgulloso y me amo más a mí mismo… No acierto bien a expresarlo, las palabras me estorban un poco.

Quizás esta escena de “American beauty”, obra maestra del cine, me auxilie. Recuerdo que ya solamente la música me estremeció. No es más que una bolsa que el viento mece caprichosamente, pero el muchacho se experimenta desbordado: “A veces hay tantísima belleza en el mundo que siento que no lo aguanto; y que mi corazón se está derrumbando”.

Algo así. Son como resquicios en los que la realidad muestra la gloria. Y entonces agradezco lo bonita que es la vida y lamento que sea tan corta, pues tarde o temprano terminará…

Esto es lo que me sale hoy. Me doy cuenta de que cada vez que he escrito belleza podía haber usado mayúsculas: Belleza, Hermosura, Bien, Gracia, Realidad... Hubiera cuadrado perfectamente; es Ella, que en cada instante se acerca a nosotros y, cuando estamos atentos, se desvela y entrega espléndida.

* En la canción “Tratado de impaciencia número 10”.

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