El arzobispo de Madrid bendice los santos óleos el Martes Santo en la catedral de La Almudena Cardenal Osoro en la misa crismal: "Vivamos nuestra pequeñez de sacerdotes ungidos en Cristo por la alegría"

Cardenal Osorocelebra la misa crismal
Cardenal Osorocelebra la misa crismal

La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido en la mañana de este Martes Santo, 4 de abril, la Misa crismal, que ha estado presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro

"Un año más hacemos memoria del día feliz de la institución del sacerdocio y de nuestra propia ordenación sacerdotal"

Los sacerdotes, ha recordado el arzobispo de Madrid, "somos personas muy pequeñas", y por eso los ha animado a mirar a María y a "vivir alegres en nuestra pequeñez"

El cardenal ha señaldo los 'tres rasgos significativos de la misión sacerdotal' que no se deben olvidar: "la alegría 'que nos unge y que no nos vuelve presuntuosos'; la alegría que 'nos hace ser hombres para todos' y no 'discípulos de círculos cerrados'; y una alegría misionera, que 'es para todos y atrae a todos siempre'"

(Archimadrid).- La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido en la mañana de este Martes Santo, 4 de abril, la misa crismal, que ha estado presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. En la ceremonia han concelebrado varios centenares de sacerdotes de la diócesis de Madrid, que han renovado sus promesas sacerdotales y han manifestado su comunión con su obispo.

Junto al presbiterio de Madrid, el purpurado ha estado acompañado también por el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, los obispos auxiliares de Madrid monseñor José Cobo y monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, el obispo emérito de Almería, monseñor Adolfo González Montes, el obispo emérito de Carora (Venezuela), Luis Tineo, y el obispo emérito de Callao (Perú), José Luis del Palacio. Asimismo han estado presentes el vicario general de la diócesis, Avelino Revilla, el dean de la catedral, Jorge Ávila, miembros del cabildo catedralicio y vicarios episcopales.

«Un año más hacemos memoria del día feliz de la institución del sacerdocio y de nuestra propia ordenación sacerdotal», ha comenzado el purpurado en su homilía. Sacerdotes, ha afirmado, ungidos «en Cristo con óleo de alegría», que otorga un «inmenso regalo: la alegría y el gozo sacerdotal». Un bien que no solo es para los sacerdotes, también «para todo el pueblo santo de Dios».

Esta fuente de la alegria sacerdotal, ha dicho, está «en el amor del Padre». Los sacerdotes, ha continuado el arzobispo de Madrid, «somos personas muy pequeñas», y por eso los ha animado a mirar a María y a «vivir alegres en nuestra pequeñez».

Alegria que unge

Tres rasgos, ha detallado el cardenal Osoro, «han de ser significativos en nuestra misión»: la alegría «que nos unge y que no nos vuelve presuntuosos»; la alegría que «nos hace ser hombres para todos» y no «discípulos de círculos cerrados»; y una alegría misionera, que «es para todos y atrae a todos siempre».

A su vez, esta alegría del sacerdote tiene tres hermanas. La primera, la pobreza. «La identidad de los sacerdotes no se encuentra solo en su interior, sino saliendo de uno mismo», y esto supone despojo de uno mismo. Si esto no es así, ha remarcado el purpurado, «la unción se vuelve poco fecunda». La segunda hermana es la fidelidad, y la tercera, la obediciencia: a la Iglesia, al obispo, a la comunidad, a la tarea parroquial... En definitiva, «a esa dispinibilidad con todos y para todos».

El purpurado ha concluido recordando que «hemos sido ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría».

"Tres rasgos 'han de ser significativos en nuestra misión': la alegría 'que nos unge y que no nos vuelve presuntuosos'; la alegría que 'nos hace ser hombres para todos' y no 'discípulos de círculos cerrados'; y una alegría misionera, que 'es para todos y atrae a todos siempre'"

Bendición de los santos óleos

Tras la homilía, los presbíteros presentes en el templo han renovado sus promesas sacerdotales, para dar paso a las preces, en las que la asamblea ha orado por los sacerdotes, «para que sean ministros fieles de Cristo sumo sacerdote».Una oración especialmente intensa ya que la catedral ha acogido a un importante número de fieles, que han completado el aforo.

En este punto de la celebración, el cardenal Osoro ha procedido a la bendición de los santos óleos. En primer lugar, el óleo de los enfermos, por el que estos «reciben alivio» y puedan soportar los males «con fortaleza».

Después ha bendecido el óleo de los catecúmenos, de aquellos que se disponen a recibir el sacramento del Bautismo. En el rito se pide al Señor que les conceda también «fortaleza» para que «vivan más hondamente el Evangelio de Cristo».

Por último, ha consagrado el óleo para el santo crisma, con el que se ungen los nuevos bautizados, los confirmandos, las manos de los nuevos presbíteros, la cabeza de los nuevos obispos y los altares de las iglesias en su dedicación. Es un aceite mezclado con perfume de nardo sobre el que el arzobispo de Madrid ha soplado –signo de la presencia del Espíritu Santo, insuflando su aliento–. Así, el ungido con el santo crisma es signo del buen olor de Cristo y de la nueva vida en el Espíritu.

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