“Casi una de cada cuatro personas de nuestra archidiócesis se encuentra en situación de exclusión social” Contundente denuncia del cardenal Omella: “Hoy, en cuatro de cada cien hogares de Barcelona se ha pasado o se pasa hambre"

Juan José Omella
Juan José Omella

“Acceder o mantener una vivienda digna no es posible para cerca de un millón de personas de nuestra archidiócesis. Familias enteras malviven en habitaciones realquiladas con la incertidumbre que las puedan echar de un día para el otro"

"¿Por qué cuesta tanto que nuestros políticos y gobernantes aborden esta problemática tan grave? ¿No estamos todos de acuerdo en que se trata de un derecho reconocido por la Constitución y por la Declaración Universal de los Derechos Humanos?”

"Trescientas cincuenta y dos mil personas no pueden seguir tratamientos médicos o comprar medicinas por problemas económicos”

“La luz de Cristo nos invita a salir de nuestra zona de confort, a sacarnos las gafas de la indiferencia”, escribe en su carta pastoral del próximo domingo, fiesta de la Presentación o de las Candelas, el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.Esas candelas que nos ayudan, a su juicio, “a ver los espacios más oscuros de la realidad de nuestro entorno: personas que sufren, personas que malviven en una soledad no deseada”. Por eso, denuncia, con contundencia que, en Barcelona, hay gente que pasa hambre, que no puede comprar medicinas y que está sometida a los "desahucios invisibles".

El cardenal Omella asegura que esta realidad escondida se desvela gracias a los informes anuales de la Fundación Foessa de Cáritas. Por ejemplo, que hoy “casi una de cada cuatro personas de nuestra archidiócesis se encuentra en situación de exclusión social”.

Y esa exclusión social provoca, según el cardenal catalán, “aislamiento social, falta de participación política, un bajo nivel de estudios, precariedad laboral, exclusión residencial y problemas de salud”.

Más aún, “los datos nos dicen que quince de cada cien personas de nuestra archidiócesis se encuentran en situación de aislamiento social por motivos muy diversos como, por ejemplo, las familias que no pueden pagar el alquiler de su casa porque el padre o la madre han perdido el empleo y se encuentran en el paro”.

Sintecho, en Barcelona

Y del problema de la vivienda, al de los desahucios invisibles. “Acceder o mantener una vivienda digna no es posible para cerca de un millón de personas de nuestra archidiócesis. Familias enteras malviven en habitaciones realquiladas con la incertidumbre que las puedan echar de un día para el otro. Son los desahucios invisibles que no aparecen en las estadísticas. Me pregunto una y otra vez: ¿Por qué cuesta tanto que nuestros políticos y gobernantes aborden esta problemática tan grave? ¿No estamos todos de acuerdo en que se trata de un derecho reconocido por la Constitución y por la Declaración Universal de los Derechos Humanos?”

Y lo que es todavía más grave: el hambre y la falta de medicinas. Según el cardenal Omella, “hoy, en cuatro de cada cien hogares de nuestra archidiócesis se ha pasado o se pasa hambre. Y todavía otro dato, trescientas cincuenta y dos mil personas no pueden seguir tratamientos médicos o comprar medicinas por problemas económicos”.

Comedor de Santa Anna de Barcelona

Estremecido por estos datos y después de llamar a los políticos a una mayor implicación social, Omella invita a “decir basta al drama de la exclusión social. Tenemos que trabajar todos para que nadie más caiga en esta espiral desintegradora de las personas. Debemos poner todo nuestro esfuerzo e ingenio para que las personas que han quedado excluidas puedan salir de esa situación”

Y por último hace un doble llamamiento a la ciudadanía y a los fieles. Por un lado pide colaboración, para “crear espacios de abrigo, espacios que den calor, donde las personas se sientan reconocidas y acompañadas”. Por el otro, una invitación al cambio estructural: “Necesitamos también trabajar para recuperar un modelo socioeconómico que sitúe la persona en el centro y donde nadie se quede atrás”.

El Papa y el sintecho

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