"El obispo tenía tres obsesiones: el demonio, la homosexualidad y el dinero" Eduard Ribera, cura de Solsona: “Novell ha hecho mucho daño, pero hay que tenerle mucha lástima”

Eduard Ribera, cura de Solsona, en el centro
Eduard Ribera, cura de Solsona, en el centro

"Se empeñó en hacerle obispo el anterior prelado, Jaume Traserra, y le apadrinó el cardenal Rouco, y no pudimos parar su nombramiento. Ya entonces sabíamos que no valía para obispo, por sus cambios constantes de 180 grados y por su forma de ser visionaria”

Una vez en posesión de la mitra “se creyó el único amo y señor, lo controlaba absolutamente todo y nos hizo sufrir mucho a la mayoría de los curas, porque siempre tuvo en contra al 90% del clero y sólo contó con el 10% restante"

"Decía que iba a hacer en Solsona lo que no se hizo en la historia, olvidando que ésta es una diócesis que tiene cinco siglos de historia y que por aquí pasaron obispos con tanto carisma y personalidad, como el cardenal Tarancón, monseñor Deig y tantos otros”

"Siempre presumió de tener todas las mujeres que quería, hasta 20 novias decía que había tenido”

"“Para él, la Iglesia de Francisco es una madre que se ha vuelto madrastra. Yo mismo le pregunté alguna vez qué opinaba del Papa y me dijo: 'Habla mucho de los pobres, pero yo haré lo que me dé la gana'”

“Su marcha me ha sorprendido y alegrado. Novell ha hecho mucho daño, pero hay que tenerle mucha lástima, porque todos sabíamos que estaba sonado, como decimos por aquí”. El que así habla es Eduard Ribera i Jovell, un sacerdote de 85 años, pero que sigue en activo, atendiendo nada menos que 20 parroquias de la comarca de la Segarra (diócesis de Solsona y provincia de Lleida).

Ribera es un cura de pueblo de toda la vida. De los de antes. De los que conoce a fondo el alma rural. De los que, a su edad, sigue con la mano en el arado, acompañando a su gente, como hizo toda la vida. “Porque, si no lo hago yo, se quedan sin cura y sin misa: no hay relevo”. Además, “me gusta servir, pero no es virtud; lo que no me gusta es mandar”, dice como si tal cosa.

Con Novell (“nuestros apellidos solo se diferencia en una letra”) tuvo sus 'agarradas' desde antes de que fuese obispo, porque, ya entonces, lo tenía calado. “Cuando él decía blanco, yo decía negro”. De hecho, el entonces obispo de Solsona hasta llegó a echarlo de arcipreste de la Segarra por verter opiniones críticas con la jerarquía eclesiástica en su hoja parroquial. “Me echó de mala manera e injustamente, pero también me quitó un peso de encima, porque no me gusta mandar”, dice el cura rememorando aquel episodio y restándole importancia.

Eduard Ribera
Eduard Ribera

El obispo Novell no sólo no le gustaba a él, sino a otros muchos curas, que escribieron a Nunciatura para pedir que no lo nombrasen. “Pero se empeñó el anterior obispo, Jaume Traserra, y le apadrinó el cardenal Rouco, y no pudimos parar su nombramiento. Ya entonces sabíamos que no valía para obispo, por sus cambios constantes de 180 grados y por su forma de ser visionaria”.

Y no se equivocaban, porque una vez en posesión de la mitra “se creyó el único amo y señor, lo controlaba absolutamente todo y nos hizo sufrir mucho a la mayoría de los curas, porque siempre tuvo en contra al 90% del clero y sólo contó con el 10% restante, los curas más jóvenes a los que les dio los mejores cargos y puestos”. ¿Y con los fieles? “Le pasó otro tanto”, contesta Ribera.

Y es que, desde el momento que tomó posesión del obispado, quiso hacer tábula rasa de todo lo anterior y comenzar de cero con lo que llamaba “la Visión”. Es decir, un plan pastoral, con el que iba a hacer milagros, atraer de nuevo a toda la gente a la Iglesia y convertirse en modelo para las demás diócesis. “Decía que iba a hacer en Solsona lo que no se hizo en la historia, olvidando que ésta es una diócesis que tiene cinco siglos de historia y que por aquí pasaron obispos con tanto carisma y personalidad, como el cardenal Tarancón, monseñor Deig y tantos otros”.

Catedral de Solsona

Su “visión” o plan pastoral estaba organizado por quinquenios (“como en la antigua URSS”) y consistió sustituir los clásicos arciprestazgos por 12 unidades pastorales y en probar todo tipo de experimentos pastorales foráneos. “Una vez trajo un cura canadiense, para dar cursillos a los curas, y nos decía que el demonio está en todo, incluso en las enfermedades, y que sólo se va con los exorcismos”.

Como buen visionario, Novell estaba convencido de que, en 10 años, triplicaría el número de fieles con un sistema de “curas itinerantes”, que fuesen a una parroquia, la revolucionasen, la dejasen en manos de laicos y siguiesen a la siguiente. “Pero, en 10 años, no consiguió nada en absoluto. Sólo hizo un cura itinerante, un chaval joven con buenas cualidades, pero que terminó afincándose en una parroquia”.

Según mosén Ribera, "el obispo Novell tenía tres obsesiones: el demonio, la homosexualidad y el dinero". Para lucha contra el demonio, traía exorcistas de fuera y él mismo asumió el cargo de exorcista de la diócesis, aunque nadie le llamaba para ejercer ese oficio.

Curia de Solsona

Respecto a los gays, “cree que la homosexualidad es un vicio y una enfermedad” y, por eso promovió las terapias de conversión sexual, a las que él mismo se sometió. Y, al parecer, con éxito, porque dice haberse enamorado de una mujer. Aunque “siempre presumió de tener todas las mujeres que quería, hasta 20 novias decía que había tenido”, explica Ribera.

De hecho, en la Curia diocesana sólo trabajan mujeres. “El único hombre era él y lo que hizo fue cerrar la Curia que, antes, era nuestra casa, y blindarla, en una diócesis pequeña, donde los sacerdotes nos conocemos y nos queremos todos. Por eso, los curas ya no íbamos a la Curia”.

Y, en cuanto al dinero, “andaba detrás de él descaradamente”, dice Ribera. Y añade: “De hecho, durante un tiempo, los empleados de la Curia tenían que trabajar ocho horas, pero sólo cobraban por cuatro. Hasta que alguien le dijo que estaba jugando con fuego y dejó este sistema”.

El Papa y Novell

¿Qué hicieron los curas ante esta situación de un obispo sin norte? “Hicimos lo que pudimos. Al ver que se convertía cada vez más en un obispo inestable, sin memoria, y que, además, hacía daño a personas concretas, comenzamos a escribir cartas a Roma. Yo mismo mandé tres y no me contestaron a ninguna”.

La radicalización de Novell se agudizó a partir de 2013 con la elección del Papa Francisco. “Para él, la Iglesia de Francisco es una madre que se ha vuelto madrastra. Yo mismo le pregunté alguna vez qué opinaba del Papa y me dijo: 'Habla mucho de los pobres, pero yo haré lo que me dé la gana'”.

Con sus compañeros obispos apenas mantenía contacto. “Entre los obispos, sólo tenía un amigo, el de Vic, monseñor Casanova, que quizás sea igual de conservador, pero es mucho más sencillo y tiene sentido común, como un cura de pueblo”.

¿Su futuro? Al parecer, económicamente no tendrá problemas. “Su familia tiene una casa grande y fincas. Y creo que, si puede, buscará trabajo de perito agrícola, pero fuera de Solsona, porque aquí nadie le quiere”.

En cualquier caso y a pesar de los pesares y “de los diez años juntos en los que tanto nos hizo sufrir”, mosén Ribera le desea buena suerte. Eso sí, le duele que se haya ido “sin decir adiós y sin despedirse, pasando de controlarlo todo y de estar metido hasta en la sopa, a desaparecer”.

Novell

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