El Servicio diocesano de Pastoral Penitenciaria de salamanca organiza una jornada para dar visibilidad al mundo penitenciario Emiliano Tapia: "La cárcel no es más que el reflejo de lo que estamos viviendo y contemplando en nuestra propia sociedad"

Emiliano Tapia
Emiliano Tapia

Este sacerdote diocesano lleva al frente de la Pastoral Penitenciaria de Salamanca desde hace casi tres décadas, acompañando a personas dentro y fuera de la cárcel

La jornada organiza este sábado, 20 de mayo, está abierta a todos aquellos "que se sienten con la implicación de esta realidad tan difícil, desconocida y a veces tan dejada"

Tapia sostiene que actualmente "una de las realidades de mayor empobrecimiento en nuestra sociedad son las personas que están privadas de libertad"

(Diócesis de Salamanca).- El Servicio diocesano de Pastoral Penitenciaria organiza este sábado, 20 de mayo, una jornada diocesana en la Casa de la Iglesia en la que hablarán de una de las periferias existenciales de nuestro mundo: la cárcel, y la labor de acompañamiento que realizan desde este servicio con las personas privadas de libertad.

Emiliano Tapia es el director de este servicio diocesano y capellán del Centro Penitenciario de Topas. Una labor que viene desempeñando desde 1994 y que le ha permitido conocer de cerca el mundo de la prisión y su entorno, un espacio donde también se encarna el Evangelio de Jesús.  Este sacerdote reconoce que la realidad de la prisión se ve “muy lejana”, tanto por la “sociedad como en la propia Iglesia”.

“Es verdad que la realidad de la cárcel está a unos treinta kilómetros de la ciudad, pero también es cierto que hay muchas familias, barrios, parroquias y espacios que sabemos de personas que están relacionadas con el mundo de la prisión”, matiza.

Dar visibilidad al mundo penitenciario

“Acompañando personas privadas de libertad”, es el lema de la jornada que han propuesto para dar visibilidad al mundo penitenciario “desde la perspectiva que nos lleva a estar en la cárcel, desde la mirada evangélica que hacemos a las personas privadas de libertad”. Ese es objetivo del encuentro de este sábado como explica Emiliano Tapia.

Una jornada que está abierta a todos aquellos “que se sienten con la implicación de esta realidad tan difícil, desconocida y a veces tan dejada”. Personas que sienten que el acompañamiento a este colectivo lo hacen “en nombre del evangelio” o sienten la voluntad de aportar un momento de su vida, “confiesen o no su fe y que están preocupadas por conocer, por abrir los oídos y los ojos a esta realidad y poner las manos para acoger a estas personas y acompañarlas”.

Anunciar el evangelio

Las jornada dará comienzo a las 10:00 de la mañana y se estructura en tres momentos distintos como describe el responsable de la Pastoral Penitenciaria. El primero de ellos, “La persona y la vida de quien está privada de libertad”, será una mesa de experiencias que permitirán conocer de primera mano “que nuestra presencia en la cárcel no tiene objetivo más que anunciar la buena nueva del evangelio, y cómo desde esta buena nueva vemos en este momento la cárcel”. Varios voluntarios hablarán de cómo viven las personas privadas de libertad, qué sienten, cuál es la realidad concreta en el Centro penitenciario de Topas.

Con la mirada de Jesús de Nazaret

Tapia sostiene que actualmente “una de las realidades de mayor empobrecimiento en nuestra sociedad son las personas que están privadas de libertad”, por ello, en esta jornada “queremos mirar desde Jesús de Nazaret, cómo hacía, cómo contemplaba, cómo acompañaba y miraba a las personas que se encontró en los cruces de camino de Galilea” y que eran “sobre todo empobrecidas”. Sobre ello hablará el capellán de la cárcel de Navalcarnero, Francisco Javier Sánchez,  en un segundo momento.

Y finalmente, tras la comida, el equipo de la Pastoral Penitenciaria expondrá la labor que llevan a cabo “cómo cuidamos esta parcela tan importante en nombre del evangelio y en nombre de la Diócesis, cómo lo hacemos, qué preocupaciones tenemos, cómo podemos colaborar,…”, detalla Tapia.

Labor de la Pastoral Penitenciaria

En la actualidad ocho personas integran el equipo del Servicio diocesano de Pastoral Penitenciaria, entre el capellán y los voluntarios. Su misión no es sólo  acompañar a las personas privadas de libertad y a sus familias, su presencia continúa también después de la cárcel, como indica Emiliano Tapia.

El responsable del Servicio diocesano de Pastoral Penitenciaria concreta los objetivos fundamentales de su tarea, que son “acompañar en la dimensión religiosa, en la jurídica y en la social, que todo ser humano puede encontrar cuando vemos y cuando miramos la realidad de la cárcel”.

"La cárcel no es más que el reflejo de lo que estamos viviendo y contemplando en nuestra propia sociedad"

 Dentro de la cárcel se hace un proceso con cada persona. “Un acompañamiento que hacemos, en primer lugar, escuchando, porque es necesario ver y escuchar y lo que acontece dentro de cada una de esas personas y en el propio colectivo”.

En segundo lugar, este acompañamiento les lleva a que en distintos momentos existan grupos de reflexión dentro del propio centro penitenciario “donde compartimos, donde nos ayudamos en esas tres dimensiones (religiosa, jurídica y social), cómo la vivimos unos y otras, porque al final la cárcel no es más que el reflejo de lo que estamos viviendo y contemplando en nuestra propia sociedad”.

Una tercera acción es toda la dimensióncelebrativa de la fe, “con la celebración de la eucaristía los fines de semana, de algún sacramento si llegara el momento,… “, y que se realizan en pequeños grupos “con los que vamos celebrando y ofreciendo la posibilidad de vivir esa experiencia de fe”. Emiliano Tapia comenta que estos encuentros son abiertos a todos “algunos son cristianos, otros son islámicos, incluso gente que con buena voluntad que se acerca a celebrar la eucaristía”.

En cuarto lugar, el acompañamiento les lleva a apoyar también a personas que pueden disfrutar de un permiso “y que a lo mejor no tienen el apoyo de su familia ni de ningún colectivo”.

Y por último, en quinto lugar, el proceso que realizan con las personas que dejan atrás la cárcel y se enfrentan a una nueva realidad de cara a su reinserción en la sociedad. Es en la casa de acogida que tienen en el barrio de Buenos Aires junto a la parroquia de Santa María de Nazaret, donde les ofrecen nuevas posibilidades “porque solos no pueden ir a ninguna parte. Es necesario estas referencias comunitarias y en eso hacemos un esfuerzo importante, a través de la asociación que tenemos y desde donde trabajamos la Pastoral penitenciaria”, recuerda Tapia.

Emiliano compagina su labor de capellán del centro penitenciario de Topas con la de párroco de Santa María de Nazaret -en el barrio de Buenos Aires de Salamanca-, Pino de Tormes y Florida de Liébana

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