El sacerdote fue sepultado en el claustro de la catedral, en el corazón de la que fue su casa espiritual y ministerial Funeral en Santiago de Compostela por Salvador Domato, "ejemplo de fidelidad sacerdotal vivida con entrega y humildad"

Funeral de Salvador Domato Búa
Funeral de Salvador Domato Búa

A los pies del altar donde tantas veces presidió la Eucaristía, la Catedral de Santiago acogió este jueves la solemne misa funeral “corpore insepulto” por el eterno descanso de don Salvador Domato Búa, sacerdote diocesano, canónigo de la SAMI Catedral y director del Archivo Histórico Diocesano y párroco de Santa María de la Corticela

La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, y reunió a familiares, fieles, amigos y más de un centenar de sacerdotes que quisieron rendirle el último homenaje

El arzobispo destacó su fidelidad sacerdotal y evocó el modo en que don Salvador vivió su vocación, con hondura, sencillez y una memoria agradecida: "Muy amigo de los amigos, muy cercano siempre en aquellos a los que cotidianamente vivía y convivía"

El cuerpo de don Salvador Domato Búa fue trasladado y sepultado en el claustro de la catedral, en el corazón de la que fue su casa espiritual y ministerial durante décadas. Un gesto profundamente simbólico que selló su unión definitiva con la Iglesia a la que sirvió

(Archisantiago).- A los pies del altar donde tantas veces presidió la Eucaristía, la Catedral de Santiago acogió este jueves la solemne misa funeral “corpore insepulto” por el eterno descanso de don Salvador Domato Búa, sacerdote diocesano, canónigo de la SAMI Catedral y director del Archivo Histórico Diocesano y párroco de Santa María de la Corticela.

La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, y reunió a familiares, fieles, amigos y más de un centenar de sacerdotes que quisieron rendirle el último homenaje.

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Al inicio de la Eucaristía se encendió el Cirio Pascual, signo de la esperanza en la Resurrección. El féretro, colocado frente al altar mayor, fue recubierto con una casulla sacerdotal, sobre la que reposaban los Santos Evangelios, subrayando así el ministerio y la misión que marcaron la vida del fallecido: la de anunciar y vivir el Evangelio como sacerdote de Cristo.

Concelebraron con mons. Prieto, el arzobispo emérito de Santiago, monseñor Julián Barrio Barrio; el arzobispo emérito de Tánger, fray Santiago Agrelo Martínez; el obispo emérito de Tuy-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza; y el obispo de Ourense, monseñor Leonardo Lemos Montanet. Les acompañaban también los miembros del cabildo catedralicio y compañeros sacerdotes, testigos de la larga y fecunda trayectoria de don Salvador al servicio de la Iglesia compostelana.

Durante la homilía, monseñor Prieto ofreció una meditación cargada de gratitud y esperanza cristiana, en la que destacó la figura de don Salvador como ejemplo de fidelidad sacerdotal vivida con entrega y humildad. Dedicó palabras de consuelo y agradecimiento a su familia y a la comunidad eclesial que lo acompañó a lo largo de su vida.

El arzobispo evocó también el modo en que don Salvador vivió su vocación, con hondura, sencillez y una memoria agradecida: “Muy amigo de los amigos, muy cercano siempre en aquellos a los que cotidianamente vivía y convivía”, recordó. Y añadió que en su fragilidad en los últimos años seguía mostrando esa cordialidad con la que compartía el recuerdo de momentos vividos con intensidad.

Subrayó además su papel fundamental como custodio de la memoria de la Iglesia compostelana desde el Archivo Histórico Diocesano, donde su tarea, más allá de lo administrativo, fue un acto de amor y fidelidad a la historia común de la fe.

Haciendo suyas las palabras del papa Francisco, el arzobispo recordó que la vida de cada persona es una misión, y que esa misión se concreta en la santidad cotidiana, vivida en la familia, en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el trabajo diario.

El prelado compostelano exhortó a todos los presentes, especialmente a los sacerdotes, a vivir con plenitud la vocación recibida y a caminar cada día con la lámpara encendida, en actitud de servicio y entrega: “El Señor preguntará por el peso de nuestra vida, que no será una acumulación de aquello que a lo mejor nos pueda parecer lo más deslumbrante, sino siempre quedará… cómo hemos vivido, cómo hemos amado, cómo hemos dado la vida que se nos ha confiado”.

Al concluir la celebración, y tras los ritos de despedida, el cuerpo de don Salvador Domato Búa fue trasladado y sepultado en el claustro de la catedral, en el corazón de la que fue su casa espiritual y ministerial durante décadas. Un gesto profundamente simbólico que selló su unión definitiva con la Iglesia a la que sirvió.

En un ambiente de recogimiento, oración y esperanza en la vida eterna, los asistentes despidieron a un hombre cuya vida fue testimonio silencioso pero firme de fidelidad evangélica. La misa concluyó con una oración común por su alma y por la vocación sacerdotal, “para que en esta viña que el Señor nos confía —dijo monseñor Prieto— siga viendo ese despertar de la vida como una vocación vivida con hondura”.

Don Salvador Domato Búa deja tras de sí el testimonio de una vida entregada a la Iglesia diocesana de Santiago, tanto en el servicio pastoral como en la conservación de su memoria y su historia. Su recuerdo perdurará no solo en los archivos que cuidó con esmero, sino en las vidas de quienes le conocieron y compartieron con él la fe y el camino.

El Excmo. Cabildo de la SAMI Catedral de Santiago de Compostela ruega la participación en las Misas que, por su eterno descanso, se celebrarán el 25 de junio, el 3 de julio y el 18 de julio.

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