El obispo de Ávila, ante el 50 aniversario de la declaración de Santa Teresa como Doctora de la Iglesia Gil Tamayo: "Las mujeres son el mayoritario y más ejemplar rostro samaritano de la Iglesia"

José María Gil Tamayo, junto a una estatua de Teresa
José María Gil Tamayo, junto a una estatua de Teresa

La efemérides constituye "un motivo de agradecimiento a Dios por esta mujer excepcional y excelsa santa abulense, a la par que un sano y responsable orgullo para vivir no solamente de un pasado glorioso sino traer al presente su figura ejemplar y su magnífica enseñanza plasmada en sus escritos"

"Estos tiempos, tan recios como los de Santa Teresa, reclaman 'amigos fuertes de Dios'”

"Francisco nos pide en su encíclica “Fratelli tutti”, todos hermanos porque esos somos y dependientes unos de otros. Nos espera dar la adecuada respuesta cristiana a muchas necesidades sociales derivadas del COVID-19"

"Estos tiempos, tan recios como los de Santa Teresa, reclaman 'amigos fuertes de Dios'”. El obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, fue uno de los cuatro prelados que han padecido el coronavirus. Uno de ellos, el emérito de Ciudad Real, Antonio Algora, sigue luchando en un hospital.

Desde la cuna de Santa Teresa, que hoy celebra el cincuentenario de su declaración como Doctora de la Iglesia, el prelado anima a "responder desde la fe a las grandes preguntas que esta crisis provocan en la gente y darles ánimos de seguir adelante, y alentar la cohesión necesaria y la unión entre todos para salir de esta dura crisis".

"Santa Teresa nos enseña sobre todo la primacía de Dios con su “solo Dios basta”, especialmente en esta época tan secularizada en la que Dios ha sido relegado a lo “privado” en lo personal y a un auténtico “sin papeles” en lo social", nos cuenta en esta entrevista.

-¿Qué supone para la diócesis de Ávila celebrar 50 años de la declaración de Santa Teresa como doctora de la Iglesia?

Un motivo de agradecimiento a Dios por esta mujer excepcional y excelsa santa abulense, a la par que un sano y responsable orgullo para vivir no solamente de un pasado glorioso sino traer al presente su figura ejemplar y su magnífica enseñanza plasmada en sus escritos. Ello nos ha de llevar a tener una mayor espiritualidad y trato con Dios, nacidos de una más recia fe religiosas, encarnada coherentemente en el compromiso social. Ser, en definitiva, una Iglesia abierta, de evangelizadores con espíritu como indica el Papa, que sale de las “moradas” interiores, de sus murallas, en busca de la gente para llevarles la salvación de Jesús.

-Una celebración muy especial en un tiempo muy complicado, tanto en lo social como en lo personal, por el impacto del coronavirus. ¿Cómo se encuentra, por cierto?

Gracias a Dios y a la oración de mucha gente, así como a los cuidados médicos, estoy muy bien y metido de lleno en el trabajo pastoral en la diócesis con ilusión y confianza.

Ciertamente la de este año es una celebración de Santa Teresa muy especial y limitada en este tiempo tan difícil que estamos sufriendo por la pandemia del COVID-19, pero precisamente por esto no hemos de “confinarnos” en los pastoral y social, sino que hemos de responder desde la fe a las grandes preguntas que esta crisis provocan en la gente y darles ánimos de seguir adelante, y alentar la cohesión necesaria y la unión entre todos para salir de esta dura crisis. Por ello hay que ganar en profundidad religiosa e insistir en la dimensión solidaria de la oración, el pedir por los demás a la par que poner en un primer plano el ejercicio del compromiso social de la fe en las claves que el Papa Francisco nos pide en su encíclica “Fratelli tutti”, todos hermanos porque esos somos y dependientes unos de otros. Nos espera dar la adecuada respuesta cristiana a muchas necesidades sociales derivadas del COVID-19, sobre todo en diócesis como la de Ávila con despoblación y envejecimiento.

-¿Qué nos puede enseñar Teresa para vivir mejor estos tiempos recios?

El Papa san Pablo VI, que proclamó Doctora a santa Teresa de Ávila, señalaba en su homilía de la misa de proclamación que el gran mensaje de nuestra santa es el de la oración, que ella entendía como un trato de amistad con Dios y por eso estos tiempos, tan recios como los suyos, reclaman “amigos fuertes de Dios”.

Por esto mismo santa Teresa nos enseña sobre todo la primacía de Dios con su “solo Dios basta”, especialmente en esta época tan secularizada en la que Dios ha sido relegado a lo “privado” en lo personal y a un auténtico “sin papeles” en lo social, con una nefasta repercusión en la verdadera atención a la persona humana, que queda infravalorada en consecuencia al privarla del fundamento trascendente de su dignidad inalienable.

-Resulta curioso que hasta hace 50 años no hubiera ninguna mujer entre los doctores de la Iglesia, y hoy el Papa esté reclamando su papel protagónico en los puestos de decisión en la Iglesia. ¿Qué le falta a la Iglesia, o qué debe hacer, para reivindicar el protagonismo de la mujer?

El santo Papa Pablo VI también destacó la condición de mujer al ser proclamada santa Teresa la primera Doctora de la Iglesia y señalaba que “realmente no se trata de un título que comporte funciones jerárquicas de magisterio, pero a la vez debemos señalar –decía- que este hecho no supone en ningún modo un menosprecio de la sublime misión de la mujer en el seno del Pueblo de Dios. Por el contrario, ella, al ser incorporada a la Iglesia por el bautismo, participa del sacerdocio común de los fieles, que la capacita y la obliga a «confesar delante de los hombres la fe que recibió de Dios mediante la Iglesia» (Lumen gentium 2, 11)”.

Estoy de acuerdo con el Papa Francisco y creo que es en esta línea del despliegue de la vocación bautismal de la mujer en la que hemos de avanzar mucho más con gestos concretos y por eso mismo la mujer ha de estar, con su específico genio femenino, en muchos más ámbitos de decisión de la Iglesia sin por ello ser clericalizada. Las mujeres son de hecho el mayoritario y más ejemplar rostro samaritano de la Iglesia y esto es lo más importante y a lo que todos estamos llamados como discípulos de Jesús.

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