"Iglesia abierta, corazón de la comunidad, Ciudad Rodrigo en el corazón" José Ignacio Martin Benito y Assumpta Serna apoyan la petición de un obispo propio para Ciudad Rodrigo

Ovejas en Ciudad Rodrigo
Ovejas en Ciudad Rodrigo

"La Conferencia Episcopal Española parece que viene planeando desde hace tiempo unir las mitras de Ciudad Rodrigo y Salamanca, bajo un mismo prelado. Y en ello anda, intentando convencer a la Nunciatura apostólica y al Vaticano"

"Lo pequeño -en territorio y en almas- no puede ser excusa para unir Ciudad Rodrigo a Salamanca, ni siquiera para que un mismo obispo rija las dos diócesis"

"El alma de la España tradicional está en juego. No hay que tener miedo. Hay que pelear por ella. Aunque te sientas muy moderno, diferente, aunque no seas creyente"

"Si cada Iglesia es un barco y tiene su capitán, la flota en la diócesis de Ciudad Rodrigo, necesita de un buen Almirante, para ser coherente y operar localmente con toda la fuerza"

Continúan sumándose voces a la clamorosa petición por un obispo titular propio y exclusivo de la histórica diócesis de Ciudad Rodrigo. A la de las Cortes de Castilla León de ayer, se suman hoy las voces del ámbito de la Cultura, representadas por José Ignacio Martín Benito, presidente del Centro de Estudios Mirobrigenses y del Centro de Estudios Benaventanos, y de la reconocida actriz Assumpta Serna. Éstos son sus testimonios.

Ciudad Rodrigo, una diócesis pequeña y recogida

José Ignacio Martín Benito, correspondiente de la Real Academia de la Historia

La Conferencia Episcopal Española parece que viene planeando desde hace tiempo unir las mitras de Ciudad Rodrigo y Salamanca, bajo un mismo prelado. Y en ello anda, intentando convencer a la Nunciatura apostólica y al Vaticano. De consumarse esta política eclesial, supondría de facto la tan temida absorción de la diócesis civitatense por la salmantina, algo contra lo que el pueblo diocesano de Ciudad Rodrigo ha venido temiendo y a lo que ha opuesto una sentida y exhausta resistencia en los últimos 170 años.

José Ignacio Martin Benito

El movimiento ciudadano y diocesano iniciado en enero de 2021 no es algo casual ni coyuntural. Pensar que ello obedece a un “ambiente de confusión” de “algarabía”, de “desorden” y de “acoso” -como lo ha definido el actual administrador apostólico-, es no conectar y desconocer por completo los sentimientos de las gentes de esta tierra y, en consecuencia, subestimarlos.

Una de las razones por las que la Conferencia Episcopal Española quiere unir en una sola cabeza los episcopados de Salamanca y Ciudad Rodrigo es porque esta es una diócesis pequeña y que ha perdido población. Solo pueden utilizar este argumento quienes desconocen realmente la historia eclesial de la diócesis civitatense.

Ciudad Rodrigo siempre fue -desde sus orígenes en 1161- y lo sigue siendo, una diócesis pequeña y azotada continuamente por la despoblación. Sus obispos -que finalmente acabaron integrándose en el alma de su pueblo- eran conscientes del tamaño territorial. Bernardo de Sandoval y Rojas, cuando fue obispo de Ciudad Rodrigo, escribía en 1587 a Felipe II que la diócesis “es tan recogida que el lugar más apartado no está diez leguas de Ciudad Rodrigo”.

Al ser una diócesis enclavada en la Raya hispano-portuguesa, los conflictos y las guerras, provocaron oleadas despobladoras, que han sido muchas. Sin embargo, no por ello, Sede Apostólica tomo la decisión de acabar con ella. Cuando por mor del Concordato entre el Reino de España con la Santa Sede de 1851, Ciudad Rodrigo se unió a Salamanca, se inició en nuestra ciudad y en todo el territorio diocesano un intenso movimiento de resistencia por la recuperación de la diócesis, que culminó, primero en el nombramiento de un administrador apostólico en 1884 y después, en la restitución de los derechos episcopales en 1950.

Ciudad Rodrigo
Ciudad Rodrigo

Así pues, lo pequeño -en territorio y en almas- no puede ser excusa para unir Ciudad Rodrigo a Salamanca, ni siquiera para que un mismo obispo rija las dos diócesis. Como escribía en enero de este año el canónigo civitatense don Ángel Olivera Miguel “la pequeñez es la medida evangélica”. Y el Evangelio muestra la palabra de Cristo. Estoy seguro de que el Santo Padre no será indiferente a ello, por más que algunos desde la jerarquía eclesiástica española le aconsejen unir ambas mitras.

Confío que el libro ¡Surge civitas!. Vindicación del obispado de Ciudad Rodrigo, le haya llegado y, como buen seguidor de San Francisco, piense en los más humildes, en los necesitados, en los más pequeños, como lo son los feligreses de la diócesis de Ciudad Rodrigo, un territorio obligado y forzado por la resistencia. ¡Surge civitas!

Iglesia abierta, corazón de la comunidad, Ciudad Rodrigo en el corazón

Hemos visto en estos últimos cuatro años en Ciudad Rodrigo una ciudad que palpitaba con su gente a través de la productora de Pablo Moreno, Juan Carlos Sánchez, Rubén y María y un largo equipo de 49 personas. Lo que nos une, son ganas de contar en películas historias que son ejemplos de vida, con alta calidad profesional. Experiencias que nos han enseñado a los actores que veníamos de otras zonas y de otras ideas, la riqueza que tiene la esencia de esta España rural que ahora, después de la pandemia, nos parece tan apetecible…

Assumpta Serna

Ciudad Rodrigo atrae y sigue atrayendo a personas de todas las Comunidades de España. El comentario generalizado de aquellos que vienen por primera vez:! Qué bonita la ciudad y he conocido a tantas buenas personas!. Las buenas personas no se educan solas. Entre otras escuelas públicas, un seminario que ha luchado por mantenerse en un post-modernismo sin escucha. Un Seminario abierto siempre a todos, que se moderniza con técnicas de comunicación, que se esfuerza en mejorar en su misión de comunicar la Palabra.

El alma de la España tradicional está en juego. No hay que tener miedo. Hay que pelear por ella. Aunque te sientas muy moderno, diferente, aunque no seas creyente. Ciudad Rodrigo es una ciudad bella, llena de artesanos que cuidan a sus vecinos. Falta solo ir por la calle y ver cómo unos se preocupan por otros. Porque están cerca, porque se escuchan, porque les conocen y a los que vuelven, les cuidan y les miman.

Creo que Ciudad Rodrigo, esta ciudad tan hermosa, merece un Obispo que proteja el alma de nuestra España rural y que introduzca manantiales de expresión cultural, como se venía haciéndolo últimamente: la feria de teatro de Ciudad Rodrigo, la Pasión, múltiples conferencias o sermones llenos de verdad, emocionantes, en pueblos casi desiertos… Cine al aire libre, libros sobre filosofía y sobre religión, pensamientos abiertos a influencias, costumbres que escuchan las nuevas técnicas, las nuevas generaciones, personas valientes, que han decidido no irse.

La cadena es solo tan fuerte como su anillo más débil. Lo tradicional es la balanza necesaria para que no nos equivoquemos tanto en nuestras decisiones frías en los despachos de las ciudades. Para que una red funcione, la tradición tiene que ser fuerte en los anillos de la periferia. Las ciudades que están cerca de otras fronteras de influencia, ofrecen debilidad si no las cuidas, si se da la responsabilidad a personas que no conoces y que desde fuera, no conocen. Personas opacas, que prohiben la libre comunicación, preocupadas sólo por hacer valer sus propias ideas o para ser servidores de los deseos de otros, siempre ajenos a la historia y a la tradición local.

Serna en Ciudad Rodrigo

La Iglesia no debe separarse de la cultura de la comunidad, sino al contrario, buscar más lazos con ella. Porque juntos, crecemos mejor. Y los que nos dedicamos al cine, debemos respetar todas las ideologías y considerar el efecto que las exposiciones pictóricas, teatrales o audiovisuales tienen en todo tipo de personas. Porque el espíritu necesitamos cuidarlo de buenas acciones, limpias, transparentes, de verdadera escucha al pensamiento del otro.

Si cada Iglesia es un barco y tiene su capitán, la flota en la diócesis de Ciudad Rodrigo, necesita de un buen Almirante, para ser coherente y operar localmente con toda la fuerza. Localmente, se comunica mejor cuando siguiendo los mismos objetivos, se distribuyen con cuidado, sabiendo profundamente las necesidades de sus vecinos, conociendo sus deseos más profundos, habiendo escuchado con alegría, su alma.

Sé que hoy no está de moda ensalzar lo tradicional en las ciudades donde hay tantas distracciones, prisas y objetivos alejados del espíritu de nuestro ser y de nuestra alma. Pero qué bien nos sentimos cuando estamos rodeados de paredes gruesas, de lugares de recogimiento para la reflexión y el silencio. Creo sinceramente, que una Iglesia abierta, poderosa en objetivos humanos, comunicativa y transparente es vital para cuidar, con proximidad y naturalidad a las personas de Ciudad Rodrigo.

Es en el corazón de las comunidades rurales, donde ha sido, es y siempre debería estar el templo de la espiritualidad, lo que nos da sentido y fortaleza en nuestras costumbres y pasado. La enorme cantidad de Iglesias en sus murallas, hablan de lo que los ciudadanos de Ciudad Rodrigo quieren ser.

Serna y Claverdon

La comunidad pide una Iglesia rejuvenecida, comunicativa, que trasciende de ideologías y de políticas, con un objetivo simple: el de proteger, hacer crecer e inspirar la bondad, la generosidad y la compasión de gente de todas las edades y particularmente, el concepto que no está de moda en las ciudades: la familia.

En términos tradicionales, soy pobre, por no tener mi propia familia, pero por mi trabajo como profesora, el contacto que he desarrollado con amigos trabajando en el cine, hemos creado con mi marido, Scott Cleverdon y yo, una comunidad online durante la pandemia, rica de buenos actores y cineastas, aplicando mi creencia sobre la ética y la transparencia. No es un accidente que, entre todos, la hayamos bautizado: La Familia de Cine.

Y ha sido Ciudad Rodrigo, Pablo Moreno y todo su equipo quienes han puesto su semilla, mostrando su labor sincera. Y más importante, es su equipo quien sigue dando frutos, incansablemente, con sus películas que relatan ejemplos de vida, llenos de valores y emociones.

En la primavera del 2021, Ciudad Rodrigo y sus gentes han vuelto a dar esperanza rodando la película: “La Sirvienta”, con 18 actores y actrices de nuestra familia de cine de todas las edades y experiencias que han llegado de todos los puntos de España atraídos y confiados en las palabras, los hechos y el espíritu de Pablo.

Con un esfuerzo enorme para cuidar a las personas, los Capitanes de este barco, han ofrecido esperanza, generosidad y amor, no solo a los de la Familia de Cine, sino al propio equipo, a 20 personas de la zona que se han puesto delante de la cámara, y a 60 actores escogidos rigurosamente por Pablo para dar entrada y alentar a actores que se han quedado en Castilla y León, esperando la oportunidad de volver a trabajar con él. Son muchas personas que se han sentido tocadas por el conocimiento en cada aventura, en cada película…

Assumpta Serna

Ha sido una experiencia que todos recordarán, que todos han sentido como suya. Algunos como la primera. Y con qué buen pie han entrado, con qué generosidad nos hemos sentido todos bienvenidos.

El sol hace su curso desde el alba. Las nubes y sus colores pintan con delicadeza de ocres sus murallas. Pero aquí, en cada interior, en cada palacio que generosamente nos han prestado y hemos cuidado, detenemos entre todos el tiempo y hacemos y decimos, como la vida que imaginamos, la que entresacamos de biografías de esta persona buena que fue Vicenta María en el XIX, que fundó la congregación de María Inmaculada, la del servicio doméstico…

Todos, creyentes o no creyentes, católicos o protestantes o de otros muchos apellidos, hemos podido ver aquí, si hemos sabido escuchar, una Iglesia que no sólo es reliquia con la que nos tropezamos, sino una Iglesia que reclama su lugar como el corazón de la comunidad y con todo el derecho. A todos los que hemos traspasado el umbral de esta pequeña ciudad y diócesis de Ciudad Rodrigo nos han tratado como al hijo pródigo. Porque no importa cuánto tiempo has estado fuera. Cuando entras, vuelves a casa.

Gracias a los valientes de Ciudad Rodrigo.

Gracias a nuestro barco, a los capitanes. Y espero firmemente que un día pronto podremos saludar al que le dará continuidad… al buen Almirante.

Assumpta Serna y Scott Cleverdon

Assumpta Serna, de monja

Por una Iglesia mejor informada

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