"Estos años han sido un tiempo de gracia para la Iglesia que peregrina en Madrid" Jesus Vidal, en la despedida de Osoro: “Nos ha amado con un verdadero corazón de padre y pastor”

Osoro abraza a Vidal
Osoro abraza a Vidal

"La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a su ministerio y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con su cercanía y su cariño, con su palabra y su consejo y, sobre todo, con su sacrificio y oración"

"Si comunión es la primera palabra que define su ministerio, la segunda, intrínsecamente unida a ella es misión"

"En estos años ha querido llevar adelante la conversión pastoral que el Papa Francisco nos proponía en Evangelii Gaudium"

"Su corazón misionero no se ha detenido a conservar el rebaño de dentro. Su brazo ha estado permanentemente tendido a los que piensan diversamente"

"Muchas gracias, D. Carlos. La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a su ministerio y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con su cercanía y su cariño, con su palabra y su consejo y, sobre todo, con su sacrificio y oración"

Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, fue el encargado de despedir al cardenal Osoro. Con un discurso realmente emotivo y salido del corazón. De ésos que no suelen prodigarse entre los eclesiásticos, más acostumbrados al plano equilibrio entre los sentimientos y la razón. Después de sus palabras y, entre lágrimas, le hizo entrega al arzobispo de Madrid de una placa "que recoge la memoria de tanto bien recibido" y y un rosario con la imagen de la Virgen de la Almudena, “para que lo tenga en su capilla y nos siga poniendo junto al corazón de la Madre”.

Monseñor Vidal ha subrayado dos ejes «que han estado en el centro de su corazón y de su ministerio pastoral en Madrid» y «son la herencia que nos deja». El primero de ellos, «su deseo de comunión y de cercanía a todos en una diócesis tan grande y heterogénea como la de Madrid, con zonas urbanas inabarcables y una gran multitud de pequeños pueblos que no ha querido olvidar, especialmente en este último tiempo de su ministerio».

Misa de despedida de Osoro
Misa de despedida de Osoro

«Nos ha regalado gestos con los que ha querido mostrar la mirada especial que Dios tiene para cada uno y que quedarán como impronta de su paso por nuestra diócesis», como los que ha tenido «hacia los más pobres, hacia los migrantes y los presos» así como «hacia las víctimas de abusos» o la vida consagrada, las familias y los jóvenes. De todos ellos, ha asegurado que los seminarios «son la niña de sus ojos».

«Y todo ello para anunciar el evangelio, pues si comunión es la primera palabra que define su ministerio, la segunda, intrínsecamente unida a ella es misión». «Ha querido llevar adelante la conversión pastoral que el Papa Francisco nos proponía en Evangelii Gaudium, impulsando a todos los miembros del Pueblo de Dios a través de la visita a multitud de parroquias y de los Encuentros para la misión con los sacerdotes».

Además, «su brazo ha estado permanentemente tendido a los que piensan diversamente, a las autoridades y agentes sociales de toda ideología, a los artistas, pensadores y científicos de variada sensibilidad, se ha prodigado para acercar a todos a la luz de un Cristo victorioso sobre todas las pesadumbres de la vida humana».

Por todo ello, ha asegurado que «nos ha amado con un verdadero corazón de Padre y Pastor». «La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a su ministerio y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con su cercanía y su cariño, con su palabra y su consejo y, sobre todo, con su sacrificio y oración».

Monseñor Vidal
Monseñor Vidal

Para finalizar, y recordando el deseo del cardenal Osoro de que la catedral sea un santuario mariano al que poder acudir para encontrarse con la Madre, «junto a una placa que recoge la memoria de tanto bien recibido, queremos hacerle un regalo sencillo: un rosario con la imagen de la Virgen de la Almudena, para que lo tenga en su capilla y nos siga poniendo junto al corazón de la Madre. Que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Almudena, le sostenga como fuerte columna y le bendiga por tanto bien que ha hecho entre nosotros».

«Gracias por vuestra compañía, por vuestro trabajo, por vuestra entrega», ha concluido emocionado el cardenal Osoro, reiterando su gratitud a las personas que han conformado su equipo de gobierno durante estos años de pontificado. «Gracias a todos», ha insistido. «Hemos hecho comunión aquí, en esta diócesis de Madrid». «Gracias a todos. Y gracias por supuesto a este presbiterio diocesano que me ha acompañado» y «a todo Madrid».

Texto íntegro

Querido D. Carlos.

Hace casi nueve años iniciaba usted su ministerio en Madrid con una pregunta: Señor, ¿dime qué quieres de mí; qué deseas que viva junto a quienes me entregas como hijos y hermanos? En la homilía que nos dirigió en su inicio de ministerio nos decía cómo Dios le había respondido con una palabra: Amar. Amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a uno mismo. Creo que hoy podemos decir con certeza que ha intentado cumplir estas palabras con todas sus fuerzas. Por eso, damos gracias a Dios por su testimonio de entrega, muchísimas veces sin medida y sin mirarse a sí mismo.

MOnseñor Vidal
MOnseñor Vidal

Estos años han sido un tiempo de gracia para la Iglesia que peregrina en Madrid. Así llegó como el “obispo peregrino” a gobernar su cuarta diócesis, después de haber ayudado más de 20 años en el gobierno de su nativa Santander a su querido obispo D. Juan Antonio del Val. Después de un recorrido que dejó el sello de su entrañable memoria en Orense, Oviedo y Valencia, inició una incansable peregrinación por el territorio de esta diócesis queriendo hacer presente, allí donde ha podido, una Iglesia cercana y en salida. No es fácil recoger todo lo que ha hecho en este tiempo, pero me atrevo a subrayar dos ejes que han estado en el centro de su corazón y de su ministerio pastoral en Madrid. Son la herencia que nos deja:

El primero es su deseo de comunión y de cercanía a todos en una diócesis tan grande y heterogénea como la de Madrid, con zonas urbanas inabarcables y una gran multitud de pequeños pueblos que no ha querido olvidar, especialmente en este último tiempo de su ministerio. Comenzó su propuesta pastoral con aquel plan que quería que hiciéramos “Desde todos, con todos y para todos” y que luego ha continuado en los dos planes diocesanos de evangelización. Las obras hablan más que las palabras y por eso nos ha regalado gestos con los que ha querido mostrar la mirada especial que Dios tiene para cada uno y que quedarán como impronta de su paso por nuestra diócesis.

Es imposible hacer memoria de todos, pero quiero señalar algunos: gestos hacia los más pobres, hacia los migrantes y los presos (pienso en los encuentros en la Catedral de la jornada mundial de los pobres, en la mesa de la hospitalidad y en los diálogos en las cárceles que dieron como fruto el libro Mi maestro fue un preso); gestos en el diálogo interreligioso (con la oración por el cuidado de la creación); gestos hacia las víctimas de abusos (la creación del servicio REPARA); hacia la vida consagrada (encuentros con párrocos de parroquias encargadas a la vida religiosa y con los superiores de la vida consagrada en Madrid); hacia las familias (no podemos dejar de recordar las incontables horas bendiciendo familias en esta catedral en la fiesta de la Sagrada Familia) y hacia los jóvenes.

No ha faltado en estos 8 años a la cita con ellos en el primer viernes de mes; y, cuando por causa mayor no ha podido estar presencialmente, lo ha hecho por videoconferencia o videomensaje. Me dejo muchas cosas, seguro, pero no puedo dejar de mencionar los seminarios, que me atrevo a decir que son la niña de sus ojos. Todos los seminaristas saben que, cuando se trataba del seminario, no había tiempo para usted, ya que el corazón de formador de jóvenes sacerdotes sigue vibrando con fuerza en usted al recordar sus 20 años de rector en Santander.

Y todo ello para anunciar el evangelio, pues si comunión es la primera palabra que define su ministerio, la segunda, intrínsecamente unida a ella es misión. En estos años ha querido llevar adelante la conversión pastoral que el Papa Francisco nos proponía en Evangelii Gaudium, impulsando a todos los miembros del Pueblo de Dios a través de la visita a multitud de parroquias y de los «Encuentros para la misión» con los sacerdotes.

De esta forma has procurado que toda estructura eclesial «se vuelva más misionera y que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta». Su corazón misionero no se ha detenido a conservar el rebaño de dentro. Su brazo ha estado permanentemente tendido a los que piensan diversamente, a las autoridades y agentes sociales de toda ideología, a los artistas, pensadores y científicos de variada sensibilidad, se ha prodigado para acercar a todos a la luz de un Cristo victorioso sobre todas las pesadumbres de la vida humana.

Y todo esto, ¿dónde tenía su fuente? Su multitud de tareas apostólicas, sin tasa de tiempo y de dedicación, se caldeaban muy de mañana y ya vencido el día, muy de noche, en la oración sacerdotal por todos en lo secreto del oratorio de su casa. Allí se consumaban sus anhelos de bien para todos, depositándolos con entera confianza en el corazón de Cristo eucarístico.

Volvemos, así, a la pregunta inicial que nos permite valorar lo que han sido estos años para usted y para nuestra diócesis: Señor, ¿dime qué quieres de mí; qué deseas que viva junto a quienes me entregas como hijos y hermanos? Amar a Dios, amar a aquellos que le habían sido encomendados. Lo que queda es el amor y nos ha amado con un verdadero corazón de Padre y Pastor. Y como el amor está más en las obras que en las palabras, como prueba de esto, me atrevo a tomar aquí prestada una cita de la Acción de Gracias de D. Antonio Prieto en su inicio de ministerio, tras ser ordenado por usted obispo de Alcalá de Henares el pasado 10 de junio. Citando una carta de San Juan de Ávila a un obispo, decía: «como a Cristo costaron sangre las almas, han de costar, al prelado, lágrima»”.

Muchas gracias, D. Carlos. La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a su ministerio y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con su cercanía y su cariño, con su palabra y su consejo y, sobre todo, con su sacrificio y oración.

Usted nos ha repetido muchas veces su deseo de que esta Catedral fuera para todos los files de Madrid la casa de todos, un santuario Mariano al que venir a encontrarnos con nuestra Madre. Por eso, junto a una placa que recoge la memoria de tanto bien recibido, queremos hacerle un regalo sencillo: un rosario con la imagen de la Virgen de la Almudena, para que lo tenga en su capilla y nos siga poniendo junto al corazón de la Madre. Que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Almudena, le sostenga como fuerte columna y le bendiga por tanto bien que ha hecho entre nosotros.

Despedida de Osoro
Despedida de Osoro

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