El sacerdote salmantino cumple 25 años de servicio: "un camino de aventura" Jorge García, un peregrino teresiano que encontró su vocación al sacerdocio

Jorge García,
Jorge García,

La Marcha Teresiana le llevó a servir a la Iglesia. Su idea inicial era ser un cura de pueblo, pero sus tareas le llevaron a un humilde barrio de la ciudad, y durante unos años, a Cáritas diocesana de Salamanca

Cumple sus 25 años de presbítero "en un momento importante y trascendente para la Iglesia, porque el papa Francisco nos ha abierto un camino que es un tanto novedoso, el Sínodo sobre la sinodalidad". Para él, eso significa que realmente, "el hombre tiene que caminar en la comunidad cristiana"

Jorge tiene claro que el encuentro con las personas es lo que le va forjando, "la manera de situarte ante el otro, y de plasmar el evangelio en la vida cotidiana"

(Diócesis de Salamanca).- A lo largo de sus 25 años de sacerdote, Jorge García siempre se ha sentido detrás de esa carreta de la Marcha Teresiana que marcó su vocación. Y fue en un momento determinado, en la cuesta de Hinojosa, donde cada año los peregrinos realizan su compromiso, cuando un joven de Salamanca capital, decidió volcar su vida a los demás, en el seno de la Iglesia.


El compromiso de Jorge García fue creciendo, “hasta entregarme al Señor en esta aventura del sacerdocio, y todo el caminar de estos años ha sido dar respuesta a ese compromiso que adquirí ese día”. Y precisa que ese andar por los caminos, “te lleva a diferentes actividades, y las mías han sido, desde cura de pueblo, pasando por un servicio diocesano como Cáritas diocesana, hasta ser un párroco de la ciudad, donde después de 14 años sigo en esta parroquia de Jesús Obrero”.


Pizarrales es un barrio de Salamanca que tiene una identidad muy propia, que nació, creció y se desarrolló en torno a la comunidad parroquial, incluso, los primeros bloques de piso se hicieron en esta zona fue a través de cooperativas que se forjaron en torno a la parroquia”, subraya. Y aunque la parroquia ha cambiado con la realidad actual del barrio, como describe este presbítero, “sigue siendo el núcleo, donde se siguen reuniendo, no solo para la vida religiosa, sino también para otras cuestiones de la vida civil”.

Su paso por Cáritas


Una de las tareas que más le ha marcado es su paso por Cáritas durante nueve años, “porque ves la otra cara de la de la persona, cuando peor lo está pasando, y eso, sin lugar a dudas, marca y te da una identidad”. Jorge tiene claro que el encuentro con las personas es lo que le va forjando, “la manera de situarte ante el otro, y de plasmar el evangelio en la vida cotidiana“. En esta etapa también le marcó el hecho de que el hombre, a pesar de sus dificultades, “nunca pierda la dignidad“.

Este sacerdote, que se ordenó en la Catedral el 3 de mayo de 1998, confirma que cumple sus 25 años de presbítero, “en un momento importante y trascendente para la Iglesia, porque el papa Francisco nos ha abierto un camino que es un tanto novedoso, el Sínodo sobre la sinodalidad”. Y para él, eso significa que realmente, “el hombre tiene que caminar en la comunidad cristiana”.


Su vocación inicial siempre fue la de ser un cura de pueblo, “yo vivía en Alba de Tormes, y veía a los curas de los pueblos del entorno que se reunían allí, y hacíamos cosas en conjunto en la pastoral juvenil de la parroquia, y siempre soñé ser cura de pueblo, y caminar con la gente en el mundo rural“. Su primer destino así fue, durante tres años, cerca de la zona de Alba: Valdecarros, Gajates y Galleguillos. “Fueron años muy fructíferos, es una relación muy sencilla y muy fácil a la hora de vivir y de plasmar el evangelio, andando con la gente en su cotidianidad y en su vida”, detalla.

Los caminos del ministerio sacerdotal


Pero su destino le ha llevado por caminos distintos, como él mismo admite, “abandoné los pueblos y me centré más en la zona de Salamanca como ciudad, pero al final, uno ha aprendido que tiene que irse configurando el ministerio sacerdotal en cada uno de los momentos en los que uno está viviendo”.

Al respecto, Jorge García insiste en que al igual que en el Sínodo se está definiendo el papel de los laicos, o el de las mujeres en la Iglesia, “tenemos que redefinir cuál es el ministerio en ese caminar juntos hacia el anuncio del evangelio en el mundo de hoy”.


Otra de las tareas que le han encomendado ha sido la de canónigo de la Catedral, “que es una de esas cosas que uno nunca sueña, que no es una cuestión vocacional, y que aceptas como un servicio más a la diócesis“. En este caso, Jorge reconoce que se ha encontrado con una realidad distinta y novedosa, “donde se puede trabajar mucho y bien, no en vano, la Catedral es la Cátedra del obispo, la iglesia por excelencia, que representa a todas las comunidades cristianas que están esparcidas por toda la diócesis”.

Como canónigo, defiende la idea de abrir la Catedral a la realidad de la cultura, “a la de la pobreza, y a la realidad del anuncio del evangelio, pues son retos que  también tiene y que tiene que ir realizando”. Este presbítero cree que se están consiguiendo, “el diálogo entre la fe y la cultura“.

Experiencias misioneras fuera de España


Durante varios veranos, Jorge García tuvo la oportunidad de vivir su sacerdocio fuera de España, en países de misión. Como por ejemplo, en la parroquia de la Asunción de Paraguay, “acompañando a un cura diocesano de Salamanca, Leoncio Redero, y donde uno abre el corazón a una realidad que es muy distinta, pero de que se saca algún aprendizaje”. Otro de sus viajes fue a Bolivia, “con una realidad diferente a la nuestra”.


También conoce la realidad de Senegal, “y he realizado cinco viajes a ese país”. Algo que según destaca, “te pone en comunión y en comunicación con otras religiones”. Cuando viajan a este país africano, “fundamentalmente vamos a casas de gente que es musulmana, pero que han convivido y vivido con nosotros”. Cáritas creó una asociación para acoger a los senegaleses que venían a España, “ellos fueron los que nos invitaron la primera vez a ir para allá, para que vieran cómo vivían”.

Y a raíz de esta iniciativa, crearon un pequeño proyecto que consiste en visitar diferentes realidades que allí se están trabajando, “y hemos ido a dar una vuelta para ver cómo ha cambiado”.

Fue el séptimo de nueve hermanos, y aunque nació en la capital, su infancia transcurrió en Alba de Tormes. “Desde muy pequeñito, cuando en el año 82 celebrábamos el Jubileo de la muerte de Santa Teresa de Jesús, comencé una aventura que he ido repitiendo año tras año, y es lo que ha marcado toda mi existencia, la Marcha Teresiana, y es ahí donde mi vocación nace, en la cuesta Hinojosa, cuando despedimos la marcha cada año y pedimos a los peregrinos un compromiso”, relata.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba