El vicario episcopal preside en la Almudena la Eucaristía organizada por el movimiento en honor a sus patronos José Luis Segovia, a Vida Ascendente: "Sois una realidad eclesial de mayores, una manera preciosa de ser Iglesia"

Eucarsitía de Vida Ascendente en la Almudena
Eucarsitía de Vida Ascendente en la Almudena

La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido esta mañana una solemne Eucaristía organizada por el movimiento diocesano de Vida Ascendente en honor a sus santos patronos y presidida por José Luis Segovia

En alusión a los inicios del movimiento, nacido en 1952 y aprobado en España 30 años más tarde, ha dicho que "tenéis prácticamente 40 años de existencia y sobre todo de trabajo discreto, silencioso"

"Tenéis la gran fortuna de vivir el regalo de la fe en una dimensión de horizontalidad", que "os ha llevado a constituiros en un movimiento, no para los mayores, sino sobre todo como una realidad eclesial de mayores, gestionada, animada y acompañada por vosotros mismos"

Marisol Tormo: "Lo que queremos es participación. Y que a los mayores se nos vea como a gente útil, no como a aquellas personas que tenemos que distraerlas. Que no, que nos distraemos nosotros"

(Archimadrid).- La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido esta mañana una solemne Eucaristíaorganizada por el movimiento diocesano de Vida Ascendente en honor a sus santos patronos, san Simeón y santa Ana, cuya festividad litúrgica se conmemora el día 2 de febrero. Presidida por José Luis Segovia, vicario episcopal para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación, en ella han concelebrado Alberto Guirao, consiliario diocesano del movimiento, y sacerdotes que acompañan a las personas mayores en diferentes grupos parroquiales.
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En su homilía, José Luis Segovia ha explicado que esta Eucaristía para conmemorar a san Simeón y santa Ana servía para «poner en valor a nuestros patronos, los ancianos Simeón y Ana», que «constituyen, sin ninguna duda, la guía más segura de vuestra espiritualidad y, propiamente, de toda la Iglesia».

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En alusión a los inicios del movimiento, nacido en 1952 y aprobado en España 30 años más tarde, ha dicho que «tenéis prácticamente 40 años de existencia y sobre todo de trabajo discreto, silencioso». «Es verdad que os definís como un movimiento laical de personas jubiladas o mayores» pero «de ningún modo viejas», ha precisado, porque «uno no se torna viejo porque acumule edad, sino sobre todo cuando pierde las ilusiones o se retuerce el ‘colmillo’ pensando que nada nuevo tiene que aprender, que vivir o que experimentar. No es en modo alguno vuestro caso».

«Tenéis la gran fortuna de vivir el regalo de la fe en una dimensión de horizontalidad», que «os ha llevado a constituiros en un movimiento, no para los mayores, sino sobre todo como una realidad eclesial de mayores, gestionada, animada y acompañada por vosotros mismos». Algo que, a su juicio, es «una manera preciosa de ser Iglesia» y «una manera imponente de dignificar a las personas jubiladas y ancianas. No se trata de considerar a los que acumulan años como objeto de ninguna acción, ni siquiera de ninguna acción eclesial, sino como auténticos sujetos y protagonistas que sois».

Para el vicario episcopal, los miembros del movimiento participan «con el anciano Simeón, con la profunda e intensa alegría de haber experimentado la presencia del Salvador en vuestra vida, y de sentiros discípulos y discípulas misioneras, capaces de dárselo a conocer al resto de personas en vuestras mismas circunstancias». «Participáis también – ha proseguido- de la misma fidelidad de la profetisa Ana, tenaces y perseverantes en la oración. No lo dejéis nunca», ha exhortado. «Constantes en alabar a Dios a pesar de las desdichas que a veces vivimos en la vida personal o comunitaria. Y, sobre todo, con esa pasión de anunciar el Evangelio».

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Realidad eclesial consolidada

«Vida Ascendente -ha afirmado- es una realidad eclesial ya consolidada también en nuestra diócesis, que «os ayuda a crecer en la fe, a fomentar las relaciones de amistad y a ser miembros vivos de la Iglesia y de la sociedad a la que pertenecemos». En este sentido, ha aludido a los acentos o ‘pilares’ de su ideario. En primer lugar, «el de la espiritualidad. Ese acento en el encuentro con el Señor. Ese acento en la alabanza y en la fidelidad a Dios». En segundo lugar, «el del apostolado», insistiendo en que «sois evangelizados y al mismo tiempo evangelizadores». Y, por último, en «la amistad», a la que ha definido como «llave que nos salva en contextos que estamos viviendo cada vez más en las personas de la tercera edad de soledad no deseada. Y cultivar la amistad, que es una forma de fraternidad, no deja de ser también un signo precioso del Evangelio», ha asegurado. «Rellenáis esa soledad no deseada, no con sucedáneos, sino con el Evangelio», que es «la mayor riqueza que poseéis y la riqueza que compartimos con toda la Iglesia».

En este sentido, ha recordado que la próxima semana iba a tener lugar una reunión de la Mesa del Mayor Diocesana, para continuar estudiando «cómo acometer estos desafíos, en los que tenéis que participar de manera intensísima. Se trata de coordinar acciones con distintas entidades eclesiales, también las administraciones públicas, también la sociedad civil» para lograr uno de los objetivos, «dignificar a las personas mayores y que nadie esté en una soledad que no quiera tener» encontrando «esos espacios de amistad y encuentro que vosotros regaláis».

Citando un documento de la CEE sobre la Pastoral de Mayores, ha señalado que a la vejez «necesitamos conocerla más intensamente, no dejarla marginada. Necesitamos re-conocerla» y «reinventarla en nuestra época». «Además del reto de la soledad no deseada, tenemos otro precioso que es el encuentro intergeneracional», ha apuntado, indicando que «tenemos que lograr que nos encontremos los mayores con los jóvenes. la riqueza preciosa de la experiencia compartida entre todas las generaciones».

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"Tenemos que lograr que nos encontremos los mayores con los jóvenes. la riqueza preciosa de la experiencia compartida entre todas las generaciones"

Y ha concluido manifestando el trabajo de Vida Ascendente, así como su misión y su acompañamiento a la realidad eclesial. «Sois el futuro», ha recaldado, «porque el futuro es el tiempo de Dios que se construye, no desde la prepotencia y la fortaleza, sino desde la vulnerabilidad, desde la fragilidad y sobre todo desde la experiencia y la espiritualidad que aportáis. El testimonio de la fe es el mejor constructor de todo».

Movimiento laical

En conversación con Alberto Guirado, consiliario diocesano, ha definido Vida Ascendente como «un movimiento de laicos que tiene tres pilares: el apostolado, la amistad y la espiritualidad».

Nacido en Francia en los años 50 del siglo pasado, está presente en nuestra diócesis desde la década de los 60. «Se organizan a través de reuniones semanales, o quincenales, en las que se lee la Palabra de Dios, que a continuación se comenta para profundizar en ella; y se leen también libros de formación, sobre la oración o los sacramentos. Por ejemplo, en este curso pastoral estamos trabajando con ‘Alianza entre generaciones’, que recoge los comentarios de las catequesis dadas por el papa Francisco a los mayores el año pasado. Son como guiones para los encuentros de grupos que tenemos», ha apuntado.

Sus inicios tuvieron lugar «en una parroquia situada en las periferias de París. Un grupo de personas jubiladas propusieron al párroco tener unas reuniones de formación y explicación de la Palabra de Dios como una oportunidad para recuperar el ‘tiempo perdido’ y profundizar más en su fe. La experiencia se fue extendiendo a otras parroquias, y pronto llegó a España». Y ha concluido confesando que, en Madrid, «hubo grupos que desaparecieron durante la pandemia. Pero ahora estamos en un proceso de recuperación, porque se abren grupos en parroquias donde no existían, o se recupera alguno que se había cerrado».

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De la misma opinión es Marisol Tormo, hasta hace poco, presidenta del movimiento en Madrid. «El número de grupos de Vida Ascendente en Madrid fluctúa muchísimo. No puedo decir cuántos somos, aunque supera los 100. En estos momentos, los grupos se van consolidando. Pero hemos pasado una época muy difícil con la pandemia. A los mayores nos han tenido muy encerraditos. Y es muy difícil cambiarnos el ‘chip’ ahora, porque hay que salir, volver a nuestras actividades, y eso cuesta bastante trabajo. Esa es nuestra labor ahora: intentar recuperar a la gente que nos conoce. Y que los que no nos conocen, que nos conozcan, para que les gustemos. Porque si nos conocen, segurísimo que les gustamos».

En referencia a la Misa celebrada en la catedral, ha explicado que, «como el día 2 de febrero los sacerdotes están muy ocupados, porque es la jornada de la Vida Consagrada, nosotros adelantamos o atrasamos la celebración de nuestros patronos, por lo general un día antes o después, para que los sacerdotes estén más disponibles. Y para festejar el día bien, primero estamos en la mesa de la Eucaristía y luego en la mesa de la comida», ha sonreído. «Como nos gusta que la celebración sea muy participativa -ha prosegueido-, las ocho vicarías de Madrid han estado representadas en la Eucaristía, haciendo las lecturas, las ofrendas o la oración de los fieles, porque lo mejor es que participemos todos, para que se vea que somos una familia grande».

Para Tormo, «nuestros pilares son: amistad, espiritualidad y apostolado. Amistad, porque somos un grupo de amigos que nos reunimos una vez a la semana, en grupos pequeños, y comentamos el Evangelio. Y ahí tenemos la espiritualidad. Luego, estamos tan a gusto en el grupo, que tenemos que contagiarlo. Y eso es el apostolado: decir, ‘oye, en mi grupo estoy fantástica’. En el grupo hablo, y digo mis cosas, y me escuchan, y a todo el mundo escuchamos. Necesitamos que todo el mundo participe. Y hay gente que nunca ha leído y dice: ‘oye, que me he leído muchas veces la lectura, la voy a hacer yo hoy’. Entonces, eso es lo que queremos: participación. Y que a los mayores se nos vea como a gente útil, no como a aquellas personas que tenemos que distraerlas. Que no, que nos distraemos nosotros», ha concluido.

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