V Curso Anual de Catequistas en la archidiócesis de Madrid José Luis Segovia denuncia: "La Cañada Real no es una prioridad en la agenda política de nadie"

El V Curso Anual de Catequistas
El V Curso Anual de Catequistas

El V Curso Anual de Catequistas, organizado por la Delegación Episcopal de Catequesis, inauguró este jueves, 14 de enero, su segundo bloque de conferencias, centrado en la doctrina social de la Iglesia

La ponencia inaugural fue impartida por José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid y se centró en la dimensión sociocaritativa en la acción catequética de la Iglesia

Identificó la ignorancia que hay dentro de la Iglesia de su propia doctrina social como otro de los puntos a mejora, e indicó algunas pautas para que la dimensión social "se abra paso con más brío" en la práctica de la acción catequética

Sobre la Cañada Real dijo: "no interesa a nadie", y advirtió contra el reduccionismo que se puede hacer de su realidad. "Y no es un tema de derechas o de izquierdas, porque no es una prioridad en la agenda política de nadie"

(Archimadrid).- El V Curso Anualde Catequistas, organizado por la Delegación Episcopal de Catequesis, inauguró este jueves, 14 de enero, su segundo bloque de conferencias, centrado en la doctrina social de la Iglesia, la «gran asignatura pendiente» de la formación de los catequistas, en palabras de Manuel María Bru, delegado episcopal de Catequesis.

La ponencia inaugural de este segundo bloque, La dimensión sociocaritativa en la acción catequética de la Iglesia, fue impartida por José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid. Esta dimensión explicó, «no es un elemento accidental» ni un «adorno», sino un «elemento identitario». Si no está presente, «no está anunciando el mensaje del Señor Jesús». Además, es criterio de autenticidad que la «opción preferencial por los pobres» esté presente en la transmisión de la fe.

Los pobres, en dos dimensiones: aquellos que reciben la catequesis, porque parte de su inclusión social supone también la inclusión en los grupos, y aquí el vicario se refirió a chavales que llegan de familias desestructuradas, con problemas, disruptivos, niños con discapacidad, niños «inaguantables y latosos», los que tienen problemas en casa, la diversidad étnica, los migrantes... «La aportación de la dimensión de la gratuidad, de la ternura, de la delicadeza, del cuidado» es una riqueza en este sentido.

Y también una opción por los pobres como parte del mensaje catequético, que es el mensaje de Jesús en las bienaventuranzas y que «nos demanda ese posicionamiento al lado de los pobres y contra la pobreza». La «audaz» propuesta del Papa en este sentido es haber puesto a los pobres como protagonistas, como «autores de su propio destino y a la Iglesia, aprendiendo de ellos».

Corazón del Evangelio

«En el corazón del Evangelio se encuentra precisamente el servicio a los demás». El anuncio cristiano tiene necesariamente consecuencias sociales, relató el vicario, tal y como se indica en el nuevo Directorio de la catequesis. «No hay catequesis íntegra si no está la dimensión de lo social», algo de lo que, constata el vicario, en la práctica no hay conciencia suficiente. En este sentido, «estamos viviendo un tiempo eclesial apasionante» en el que se impone «ir a lo nuclear», despojarnos de «accesorios» y «dejar de lado pasiones y distintas sensibilidades eclesiales». En definitiva, superar las dicotomías entre «espirituales y encarnados, progresistas y conservadores» y apostar por el y en vez del o.

Recogiendo lo que afirma la encíclica Evangelii nuntiandi de Pablo VI, la evangelización no es algo solo espiritual sino absolutamente encarnado, no se reduce a simplemente el primer anuncio o a lo meramente doctrinal. El cristianismo es en primer lugar una experiencia de un Dios que sale al encuentro del hombre, aseguró.

No debe haber, incidió, una catequesis de la fe y una catequesis de lo social. «Solo hay una única evangelización», que es religiosa y por eso es también social, explicó Segovia. «La catequesis nos debe ayudar a preguntarnos qué hay del sueño de Dios y qué hay de su pesadilla en el mundo de la economía, en el mundo del descarte, y cómo tenemos que situarnos ante una economía que mata o ante una realidad que discrimina».

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Puntos de mejora

Caer en la cuenta del papel protagonista del laicado en la evangelización efectiva del mundo es importante para darle su lugar a la dimensión social en la catequesis. «Si tenemos catequistas que están comprometidos» en su bloque de vecinos, en su ciudadanía militante, que se preocupan por lo social, por lo político, por lo sindical, por lo que ocurre fuera de los muros de la parroquia, contagiarán esta sensibilidad por lo social a los niños. Fratelli tutti es «todo un empujón» en esta dirección del compromiso con la vida pública.

El vicario identificó, entre otros, como causante de esta «falta de vitalidad de los social, de lo político, en la catequesis», la falta de comunidades y espacios en los que se pueda decir aquello que dijo Jesucristo: «Venid y veréis». Espacios que generen «envidia», que es lo que suscitó tantas adhesiones en las primeras comunidades cristianas, espacios de «contraste» en situaciones como las actuales de pandemia. «Generar comunidades cristianas militantes, celebrantes, orantes, que hagan visible el Evangelio del Reino de Dios, es un desafío enorme», aseguró.

La ignorancia que hay dentro de la Iglesia de su propia doctrina social es otro de los puntos a mejora. Por eso, indicó algunas pautas para que la dimensión social «se abra paso con más brío» en la práctica de la acción catequética. La primera, no separar el mensaje, «la buena noticia de parte de Dios a quienes la reciben mala de parte de la vida, de sus injusticias y de sus contradicciones», del mensajero, Jesucristo, «el Señor de nuestra vida», conscientes de que «somos ciudadanos del cielo aunque tengamos necesariamente que embarrarnos en la tierra». «Hablar de lo social –aseguró– es hablar de la dimensión que más nos vincula a todos los seres humanos, que es el sufrimiento».

Propuso también recuperar para la catequesis de niños, jóvenes y los que vuelven a la fe, la maravilla ante un Dios presente en el mundo, el asombro ante el otro. «En cristiano la diferencia no es un problema, es una riqueza que nos ha regalado el Espíritu Santo», que es «garante al mismo tiempo de la unidad y de la diversidad».

En este sentido, el vicario concluyó apelando a crear sinergias entre «tanta riqueza que tiene la vida en nuestra Iglesia local» de laicos, presbíteros, vida consagrada, movimientos, asociaciones, que cuando «nos ponemos palos en las ruedas hacemos auténticas barbaridades que hacen invisible el mensaje del Reino de Dios», pero cuando «nos ponemos juntos a trabajar hacemos auténticos milagros».

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Sobre la Cañada Real

En el turno de preguntas, el delegado episcopal de Catequesis hizo referencia al deber que tienen los catequistas de estar bien informados para dar también razones –en muchos casos sobre todo a los padres de los niños– de lo que la Iglesia hace en temas de actualidad. Por eso quiso que José Luis Segovia expusiera lo que es la Cañada Real, cuál es su situación actual que y qué hace la Iglesia allí.

Una Iglesia que está presente en este asentamiento, explicó el vicario, con la parroquia Santo Domingo de la Calzada y con Cáritas Diocesana de Madrid, que desarrolla proyectos de promoción y formación en unos locales situados en la antigua fábrica de calzado. En este momento hay 1.800 niños «que están sin luz, sin agua caliente y viviendo en unas condiciones absolutamente indignas», lo que es una «tragedia» también para sus familias (en la imagen, reparto de mantas llevado a cabo por la Fundación Madrina).

«La Cañada no interesa a nadie», aseguró el vicario, y advirtió contra el reduccionismo que se puede hacer de su realidad. «Es una situación insostenible donde el peligro es la estigmatización», porque es verdad, dijo, que hay quien tiene coches de alta gama, quien se dedica al tráfico de drogas, pero es una «inmensa minoría». Lo que hay es una «inmensa mayoría» de hombres, mujeres y niños que padecen «la desatención, la falta de luz y una clamorosa ausencia de derechos ante la despreocupación de las autoridades».

Y no es un tema de derechas o de izquierdas, porque «no es una prioridad en la agenda política de nadie». Ante esto, las «comunidades cristianas» son «un factor de concienciación, de promoción de justicia, de promoción de derechos y de denuncia por esta situación en la que están».

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