"Tras las fachadas de 'empresas éticas y verdes' se puede esconder mucha basura", señala el obispo de Bilbao en entrevista con RD Joseba Segura: "No creo que las multinacionales puedan convertirse. No tienen alma, ni corazón y no los van a tener"

Joseba Segura
Joseba Segura EFE

"La presencia de los chinos en muchos lugares de África se está haciendo tan común que los niños identifican al extranjero de piel clara como 'chino'”

"El mundo privilegiado sigue logrando las materias primas que necesita a bajo costo sin que la población local se beneficie significativamente"

"¿Cómo articular respeto a los derechos humanos y ciudadanía? Un desafío abierto, incluso para un pensamiento social cristiano que defiende la fraternidad universal, pero al mismo tiempo respeta las identidades nacionales"

"Los proyectos en manos de mujeres locales están ordinariamente muy bien gestionados, generando una confianza tal vez mayor de la que suscitan algunos otros en manos de varones"

Fueron sólo 12 días los que pasó en la República Democrática del Congo (RDC) a finales de junio pero de allí, Joseba Segura, obispo de Bilbao, se trajo imágenes que se le han quedado grabadas, como la alegría de la celebración de las eucaristías o el drama de la explotación que viven tantas personas (muchas de ellas, niños) en las minas de colbalto, ese objeto de deseo para las multinacionales de la electrónica. De eso habla en este entrevista con Religión Digital, de un continente que en su evangelización registra la huella que han dejado los misioneros y misioneras vascas en él, de su futuro y de por qué desde aquí seguimos ignorando aquella tragedia cotidiana.

 ¿Mira su móvil de otra manera después de haber visto cómo se consiguen los materiales imprescindibles para su fabricación? ¿Qué ve en él?

Además de ver un instrumento de comunicación del que es difícil prescindir, también veo un aparato para cuya elaboración se necesitan materias primas que alguien ha extraído de algún lugar con el trabajo de personas. Y sé que alguna de esas materias primas, como por ejemplo el cobalto, proviene en su mayor parte de ese país, donde se consigue con grandes costos humanos y para el medio ambiente.

En países como España, hay niños que estrenan smartphone a la misma edad que otros en el Congo van a la mina a por minerales para sus componentes… En ocasiones, esos dispositivos electrónicos u otros similares llegan acompañando unas fechas tan señaladas como la de las primeras comuniones. ¿Algún consejo a los progenitores del Primer Mundo? ¿Se hace suficiente pedagogía con este hecho?

No es fácil discriminar por marcas o instrumentos intentando respetar criterios éticos. Es casi imposible saber cómo se producen muchas cosas y qué componente de sufrimiento o injusticia incorporan en ese proceso. Respecto a los dispositivos electrónicos, son parte de nuestra vida cotidiana, pero cada vez es más urgente tener claro cómo introducirlos en la vida de niños. Su omnipresencia y la adicción que generan, especialmente entre los jóvenes, está produciendo todo tipo de problemas. La tecnología avanza muy rápido, superando con mucho nuestra capacidad para reflexionar sobre los nuevos desafíos educativos que plantea cada día.

Joseba Segura y Xabier Goicouría en el Centro Kilima, durante su visita a la RDC
Joseba Segura y Xabier Goicouría en el Centro Kilima, durante su visita a la RDC Diócesis de Bilbao

Desde luego no son solo los niños los que se pueden sentir deslumbrados por estos aparatos. También los adultos, que cambian de móvil en cuanto sale uno de gama superior. ¿Realmente eso nos conecta al mundo o nos desconecta de la realidad circundante, generalmente sin filtros embellecedores? ¿Qué se puede hacer frente ese consumismo tecnológico?

Aumenta la disponibilidad de aparatos y tecnologías que supuestamente mejoran nuestra existencia, pero sorprendentemente, aumenta también el número de personas insatisfechas con la vida que llevan. La clave es la complejidad de nuestras relaciones: ponemos muchas expectativas en los vínculos humanos cercanos y luego vemos que mantenerlos es difícil porque estos exigen perseverancia, renuncias y adaptación de nuestras expectativas.

Sabemos mucho de muchas cosas, pero cada vez nos resulta más difícil entender lo que significa querer a otra persona y construir vida con ella. Idealizamos el amor, los encuentros espontáneos, intensos, pero convivir es mucho más que disfrutar de brillos fugaces, sonreír para la foto o responder al atractivo físico. La vida se construye también en la rutina, en un tejer paciente de vínculos de afecto, de comunicación buena y no tan buena, y de mucho perdón. Y todo eso, además, tiene que ser bidireccional. Cada vez estamos menos preparados para lo que ahora parece de una gran complejidad. Esto es grave porque lo que no cambia es que el mejor predictor de la felicidad personal es la calidad de las relaciones humanas que uno pueda tener. 

La gente es capaz de vivir con Cristo con alegría en medio de grandes necesidades y, a veces, duros sufrimientos. Un gran contraste con nuestro mundo, en el que tenemos tantas cosas, pero no sabemos dar gracias por ellas

De las imágenes que se ha traído de esas casi dos semanas de estancia en el Congo, ¿hay alguna que le siga acompañando insistentemente?

Muchas, pero si tengo que elegir una, me quedo con el arranque de la misa que celebramos un domingo en Likasi, la enorme vitalidad, reflejada en el canto bello y potente de una comunidad que se reúne para agradecer al Creador, con expresivas danzas, el milagro de la vida. La gente es capaz de vivir con Cristo con alegría en medio de grandes necesidades y, a veces, duros sufrimientos. Un gran contraste con nuestro mundo, en el que tenemos tantas cosas, pero no sabemos dar gracias por ellas.

Alguien diría que es porque ya no tenemos a quien agradecer, pero es más que eso: no nos sentimos deudores de nada, ni de nadie, y parecería que lo que tenemos se nos debe. Esto refleja una gran ignorancia, perfectamente compatible con los niveles más altos de formación técnica de la historia de la humanidad. La alabanza de los que dan gracias con entusiasmo es un síntoma de esa Iglesia africana que, a pesar de sus debilidades, se abre camino y tiene un gran futuro. Esa Iglesia es hija de la fe compartida, pero muy distinta a la europea de la que nació a la vida.

También el Papa Francisco viajó a principios de este año al Congo y allí denunció con nitidez la explotación que está sufriendo no solo el país, sino el continente, a manos de multinacionales extranjeras. ¿Le han hecho caso? ¿Cree que se lo harán?

No creo que las multinacionales puedan convertirse. No tienen alma, ni corazón y no los van a tener. Sus accionistas sí son personas con sentido moral, pero lógicamente su mayor motivación para comprar esas acciones no es promover la justicia, sino sacar rentabilidad a la inversión. No es fácil conocer la realidad tras las pantallas del marketing de las “empresas éticas y verdes”. Tras esas fachadas se puede esconder mucha basura. Pero algunos corazones ven más allá y harán lo posible para mejorar el futuro de los pueblos africanos. Eso sí, no olvidemos que, para Cristo, el enemigo a batir es, ante todo, el que cada uno lleva dentro. Y esa lucha es siempre difícil pero cada victoria es valiosa. Nunca se han producido conversiones masivas en los grupos con un alto nivel de vida y no se pueden esperar tampoco ahora. 

Joseba Segura, con una imagen san Francisco Javier en Mashumbuko
Joseba Segura, con una imagen san Francisco Javier en Mashumbuko DB

El misionero vasco al que fue a visitar, Xabier Goicouría, contaba en una carta que muchos congoleños sienten como si el país no fuese suyo, sino de los chinos, que tienen grandes propiedades que explotan para llevarse sus recursos, mientras la población vive en una profunda miseria. ¿Está el mundo rico parasitando África? ¿El futuro pasa inevitablemente por ahí?

Te cuento algo que me sucedió y que es más que una mera anécdota: atravesando aldeas en nuestros desplazamientos, algunos niños miraban el vehículo donde viajábamos y al vernos decían en francés, “chinoise”. La presencia de los chinos en muchos lugares de África se está haciendo tan común que los niños identifican al extranjero de piel clara como “chino”.

Las empresas mineras no son solo chinas, también las hay europeas, canadienses y norteamericanas, pero cada vez es más clara la dominancia de la presencia china en zonas con abundantes recursos naturales, y no solo en la RDC. El mundo privilegiado sigue logrando las materias primas que necesita a bajo costo sin que la población local se beneficie significativamente. La dominancia china en la RD Congo es el nuevo capítulo de una trágica historia que comenzó con Leopoldo II, quién se consideró dueño y señor del país y de su población, y de las masacres que allí se produjeron, aleccionadoras porque se ocultaron tras un discurso ilustrado de benevolencia y búsqueda de progreso para África.

Se prevé que en este siglo XXI la población africana se multiplique por tres, de modo que esa presión migratoria no va a remitir. El tema ya está generando fuertes tensiones en la política europea, complicando la gobernabilidad democrática de bastantes países, fragmentando partidos y resultando en sorprendentes cambios de tendencia de voto en las clases populares. Y ahí vamos a seguir

Desde esa perspectiva, ¿cómo calificaría la actitud del llamado Primer Mundo de poner barreras a la entrada de quienes vienen huyendo de una miseria que, en ocasiones, se debe a esos mismos países que les cierran las puertas o presionan para que otros se las cierren, como en el caso de la Unión Europea?

Es paradójico que donde hay niños, no hay futuro, y donde hay futuro, no haya niños. Los jóvenes van a buscar futuro allí donde existe. La migración africana es uno de los problemas más complejos a los que se enfrenta Europa. ¿Cómo articular respeto a los derechos humanos y ciudadanía? Un desafío abierto, incluso para un pensamiento social cristiano que defiende la fraternidad universal, pero al mismo tiempo respeta las identidades nacionales. Se prevé que en este siglo XXI la población africana se multiplique por tres, de modo que esa presión migratoria no va a remitir. El tema ya está generando fuertes tensiones en la política europea, complicando la gobernabilidad democrática de bastantes países, fragmentando partidos y resultando en sorprendentes cambios de tendencia de voto en las clases populares. Y ahí vamos a seguir. 

¿Cómo y cuándo cree que podrá empezar a salvarse África a sí misma?

África necesita liderazgo local de calidad. La corrupción es un mal endémico en muchos lugares, pero ciertamente está debilitando enormemente la gobernabilidad e institucionalidad africana. Eso sí, los enemigos de África no están todos fuera. También son lugareños, dispuestos a colaborar con entusiasmo con intereses externos. Es un porcentaje pequeño de la población, pero muy poderoso, empeñado en enriquecerse rápido, sin apenas restricciones éticas, ni preocupación por el bienestar del conjunto de la población. Estoy convencido de que el futuro de África no es Europa, sino el continente donde nació la humanidad. Las culturas africanas fuertemente comunitarias reflejan valores que, enriquecidos por los aportes del cristianismo y abiertos a los ajustes que los africanos consideren necesarios, se deben preservar. El catolicismo, con su fuerte subrayado en la inculturación del Evangelios, puede realizar aportes muy importantes en este proceso.

Xabier Goicouría, con gorra azul, junto al obispo de Bilbao, Joseba Segura
Xabier Goicouría, con gorra azul, junto al obispo de Bilbao, Joseba Segura Diócesis de Bilbao

¿Cuál ha sido el papel de las Misiones Diocesanas Vascas a la hora de poner las bases para que sean los africanos quienes tomen las riendas de su propio futuro?

Los misioneros y misioneras europeos contaban con apoyos materiales, pero sobre todo tenían el tesoro de la fe que se traducía en un gran amor por la gente de las comunidades a las que llegaban. Hicieron lo posible para que el encuentro con Jesús les librara de sus miedos ancestrales (esto, en sí mismo, es todo un tema), buscando también mejorar sus condiciones de vida. Allí, como en toda misión exigente, uno escucha relatos de vida austera, hazañas heroicas, servicio comprometido y determinación, relatos que emocionan. Todavía quedan misioneros de ese estilo, pero la misión europea en África es ya muy reducida.

Los misioneros y misioneras vascas iniciaron proyectos educativos, de salud, de atención a discapacitados, de producción agrícola… Primero fueron iniciativas pequeñas, plantitas, que crecieron orgánicamente para pasar a ser arbustos, habiendo llegado ahora a ser árboles sólidos. No todo arraigó, pero lo que nació bien adaptado a las necesidades y posibilidades reales del entorno, tiene un gran futuro, ahora en manos de mujeres y hombres africanos. No está de más señalar que los proyectos en manos de mujeres locales están ordinariamente muy bien gestionados, generando una confianza tal vez mayor de la que suscitan algunos otros en manos de varones. Pero aquí no hay novedad, ya que se trata de algo bien conocido en la experiencia de la misión y la cooperación internacional, tanto en África como en América latina.

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